Primer lleno en el Teatro de la Maestranza para asistir a la representación del uno de los ballets más míticos y representados en el mundo entero: El Lago de los Cisnes ha sido ejecutado por el Ballet Nacional de Kiev con una pulcritud técnica que se pudo apreciar sobre todo a partir del segundo cuadro del primer acto con la aparición de los cisnes blancos y de Tatiana Goliakova como Odette.
El personaje de Odette, belleza y delicadeza. Guillermo Mendo
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La intensidad dramática se transmite en el baile a lo largo de su desarrollo alcanzando, en el Acto III una fuerza asombrosa gracias al enfrentamiento final con el malvado Von Rothbar (Maxim Moktov) y el triunfo del amor (el final original) por encima de encantamientos.
La producción se beneficia de una bella y nada recargada escenografía por parte de Yevgeny Lysyk, responsable a su vez del hermosísimo vestuario, donde los vuelos de las vestimentas de las bailarinas en todos los actos parecían hacerlas levitar, para el disfrute de un público entregado.
En cuanto a momentos memorables, a parte de los ya mencionados, un servidor destaca las danzas del Acto II, donde la española fue muy vistosa, al igual que la mazurca y la danza húngara (ésta última, por la vestimenta, recordaba a la bella Romy Schneider cuando iba vestida de campesina en los filmes que hizo en los años 50). De igual modo la aparición de los Cisnes Grandes en el cuadro anterior supone otro momento para el recuerdo.
Todo el conjunto hizo que el público aplaudiese con entusiasmo al final de este ballet, donde los nombres de Tchaikovsky y los coreógrafos Marius Petipa y Lev Ivanov se consagraron para siempre gracias a una coreografía que, desde 1895, no ha dejado de maravillar y que constituye, para el que escribe estas líneas, la cumbre del ballet clásico por su mezcla de realidad y fantasía.
Para terminar, recordar a los que tengan sus entradas para los próximos días que Goliakova y Sidorsky volverán a actuar el día 10 en los roles que representaron anoche mientras que en las funciones de hoy y el 11 el personaje Odette/Odile lo hará Natalia Lazebnikova y Sidorsky se intercambiará con Andrey Gura el rol de Sigfrido y ejecutará el hermoso Pas de trois que Gura hizo anoche y que repetirá el día 10.
Todo el conjunto hizo que el público aplaudiese con entusiasmo al final de este ballet, donde los nombres de Tchaikovsky y los coreógrafos Marius Petipa y Lev Ivanov se consagraron para siempre gracias a una coreografía que, desde 1895, no ha dejado de maravillar y que constituye, para el que escribe estas líneas, la cumbre del ballet clásico por su mezcla de realidad y fantasía.
Perfecta ejecución técnica. Guillermo Mendo
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