miércoles, 3 de diciembre de 2014

Cómicos con Historia

CRÍTICA TEATRAL: ASÍ ES, SI ASÍ FUE. ESPAÑA: DE LOS TRASTÁMARA A LOS AUSTRIAS

Laila Ripoll ha demostrado una vez más el amor al oficio del actor o cómico. Si ya en el anterior montaje que vimos en Sevilla dirigido por ella, La dama boba, envolvía el texto de Lope de Vega en una nostalgia hacia los dignos de admiración cómicos de la legua, en Así es, si así fue. España: De los Trastámara a los Austrias (en el Teatro Lope de Vega de Sevilla hasta el 5 de diciembre), se sirve de la antigua manera de ejercer el oficio de cómico embarcándonos en un viaje histórico que el veterano Andrea D'Odorico redondea con su gran sabiduría.  Para ello, y de ahí el doble sentido del título de esta crítica, se sirven de seis actores con una gran trayectoria a sus espaldas para relatarnos parte de la Historia Oficial, pero, sobre todo de la No Oficial, de este país en una de sus etapas supuestamente más gloriosas. 

La labor que hacen Juan Fernández, Verónica Forqué, José Manuel Seda, Joaquín Notario, Marcos León y Rodrigo Muñoz para dar vida al texto escrito por Juan Asperilla, tiene ese dulce olor a tradición, la del oficio del cómico en su versión más sencilla y a la vez más directa: palabras, movimientos, modulaciones de voz... acompañado todo de música ambiental de la época para ubicar al espectador que se ve trasladado a la plaza de un pueblo donde los cómicos hacían al aire libre lo que hoy, en pleno siglo XXI, hemos visto en las butacas de un teatro.
Verónica Forqué, Juan Fernández, Joaquín Notario y José Manuel Seda. Luis Malibrán
Transitar por siglo y medio de Historia no es fácil pero la sabia dirección de Ripoll y el buen hacer de los seis actores hacen de ello un paseo instructivo y cómico en ocasiones que hizo las delicias del público, ya que demuestran todos y cada uno de ellos que las tablas de un teatro son como las baldosas de su propia casa, algo que he podido comprobar desde que empecé a ver teatro: A Verónica Forqué por primera vez en El sueño de una noche de verano dirigida por Miguel Narros, a Juan Fernández, en Don Juan, el burlador de a Sevilla dirigido por Emilio Hernández, a José Manuel Seda en Yo, el heredero, con dirección de Francesco Saponaro y a Joaquín Notario en cuatro montajes con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, siendo el primero que vi El alcalde de Zalamea dirigido por Eduardo Vasco.

Empezar un espectáculo con las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique es toda una declaración de intenciones ya que, al hablar luego de personajes de la realeza y la nobleza, es de gran acierto usar como prólogo una de las cumbres poéticas castellanas que habla de la igualdad de todo ser humano ante la muerte, independientemente de su situación económica. Por lo que no es una elección al azar.

Posteriormente, con unas ilustrativas proyecciones de vídeo para situar aún más al espectador, el relato de la vida pública y, sobre todo, privada, de los reyes españoles durante los siglos XV y XVI, constituye el centro del espectáculo que se hace eco de coplas populares para poner sobre el tapete los cotilleos de la época y que surten el efecto deseado debido a las "transformaciones" de estos entrañables cómicos en los personajes que interpretan, desde rey Juan II y su peculiar relación con su valido Álvaro de Luna a los Reyes Católicos o Bartolomé de las Casas, que relata, con la voz y el aplomo de Juan Fernández, las atrocidades sufridas por los indígenas americanos a manos de los conquistadores españoles.
Los actores transmiten su alegría al público. Luis Malibrán
Todo ello transmitido por unos actores que se notaba que disfrutan en el escenario, lo cual se traslada al público en un espectáculo, en el que la que la sencillez de la puesta en escena y la elegancia de la vestimenta de los actores también contribuyen a que sea una obra grata de contemplar y escuchar.      

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