viernes, 27 de febrero de 2015

Federico Luppi se transforma en un ex general de la dictadura argentina en "El Reportaje"

La obra, escrita por Santiago Varela y dirigida por Hugo Urquijo, se podrá ver en el Teatro Central de Sevilla el sábado y el domingo


En julio de 1981, en plena dictadura argentina, el Teatro Picadero fue víctima de un atentado que lo destruyó. Este hecho es una de las bases de la pieza teatral El Reportaje, de Santiago Varela, que como su propio nombre indica, gira en torno a un trabajo periodístico, concretamente alrededor de un ex militar encarcelado al que van a entrevistar sobre ese tema y otros hechos perpetrados en aquella época de la historia de Argentina. Con dirección de Hugo Urquijo el maestro Federico Luppi se mete en la piel del mencionado ex militar genocida, en una producción que llega al Teatro Central de Sevilla, para representarse en la sala B el sábado y el domingo a las 20:00 horas, tras su paso por los Teatros del Canal de Madrid. Luppi está acompañado en escena por Susana Hornos, que interpreta a la periodista, y Juanjo Andreu.
Susana Hornos y Federico Luppi durante la presentación. Alejandro Reche
Federico Luppi y Susana Hornos presentaron la obra a los medios de comunicación sevillanos. El protagonista de películas inolvidables como Un lugar en el mundo o Sol de Otoño comenzó señalando que la dictadura argentina (1976-1983) fue "una de las más perversas, porque por primera vez se daba en Argentina que un pueblo fuese tomado por sus propias Fuerzas Armadas, con altísimas cotas de terror, donde los hombres de armas se acogieron a la cobarde protección de la Obediencia Debida. La excusa de la obra es el reportaje que una periodista española va a hacer al personaje que yo interpreto a la cárcel. Los ex militares de aquella época intentan aún hoy defender y justificar todos sus aberrantes comportamientos, pero sus contradicciones muestran lo que realmente son: individuos francamente cobardes. Esta obra da la oportunidad de conocer la andadura cotidiana de un individuo de tal naturaleza".



Con respecto al tono de la obra Luppi afirmó que "hemos evitado cualquier tipo de burla o exageración que pudiese desvirtuar la profunda verdad de estos comportamientos y nada de lo que se dice escapa a la triste y perniciosa verdad. El comportamiento cotidiano de estas personas está definido por la muerte como referencia y la mentira como defensa, y ahí ponemos el acento".

Por su parte Susana Hornos, en su tercer trabajo junto a Federico Luppi resaltó que, siendo española "Argentina me ha dado algo muy importante, como es el rescate de la Memoria, no desde la venganza sino desde un lado sano". Sobre su personaje, Hornos afirmó que "se encuentra delante a un genocida que no está en sus mejores momentos. El filtro de la cárcel y del paso del tiempo hace que el miedo desaparezca en comparación a si la entrevista la hubiese hecho treinta años antes, por todo eso tengo esa libertad y mi mirada hacia el general no deja ser relajada y observadora porque no siempre se tiene delante a alguien que defiende un discurso claro y no se arrepiente de hacer lo que hizo, es un personaje en ese sentido transparente".

Tras la rueda de prensa Federico Luppi tuvo la amabilidad de contestar unas preguntas para El Rinconcillo de Reche sobre la obra y aspectos de su extensa carrera.
Con Federico Luppi tras la rueda de prensa. Alejandro Reche
Pregunta: ¿Cómo fue el proceso para meterse en la piel de un personaje como el que interpreta en El Reportaje?

Federico Luppi: Más que meterme en la piel, el proceso ha consistido en salir de ella porque he estado toda mi vida rodeada de este tipo de gente. Me acostumbré tanto a verles que pude asumirlos como personas sin agravio vengativo ni ganas de convertirlos en picadillo. Mi visión de ellos es, más bien, piadosa, porque desperdiciaron su vida, siendo duros, firmes, imperturbables, nunca sonriendo y sólo pensando en la muerte como referencia.

P.: La obra trata un episodio ocurrido durante la dictadura argentina ¿cree que aun quedan por conocerse muchas cosas que películas u obras teatrales como esta podrían mostrar para que la gente las conociese?

F.L.: Absolutamente. La investigación sobre la existencia de estas personas y lo que hicieron exige un serio, profundo y denodado esfuerzo por revelarlos ante el mundo como lo que son. En términos exageradamente concretos son ese tipo de ser humano que deberían desaparecer de la faz de la tierra, porque nos falta la gran vacuna cívica que permita desembarazarnos de estos tesoreros del mal, que son eso y no otra cosa.

P.: Precisamente esta semana se está representando en Sevilla la obra Olivia y Eugenio de Herbert Morote y usted protagonizó otra obra escrita por él, El guía del Hermitage ¿Qué resaltaría de Morote como dramaturgo?

F.L.: Es un autor estupendo y sabe crear potentes situaciones dramáticamente hablando, sabe manejar muy bien el lenguaje y la hicimos en Madrid con mucha alegría porque no es un autor tontamente farragoso, ni un especulador oportunista.
Junto a Ana Labordeta en El guía del Hermitage
P.: Yo he visto muchas de sus películas pero a mi me marcó mucho Martín (Hache), de Adolfo Aristarain ¿Qué destacaría de ese filme?

F.L.: Es una película en la que aparece ese tema tan conflictivo, sensible, profundo y, a veces, desolador de la relación padre e hijo. Para mí significó una especie de rebautismo de personas, yo como adulto y, en el caso de Juan Diego Botto, como hijo. La recuerdo con mucho cariño.
El actor junto a Cecilia Roth, Eusebio Poncela y Juan Diego Botto en el filme
P.: Usted trabajó en la serie de televisión 7 vidas con Amparo Baró, que nos dejó hace poco tiempo ¿qué recuerda de ella?

F.L.: Era una actriz estupenda, con una gran capacidad para la improvisación. Me enteré de su fallecimiento con sorpresa porque no tenía la menor idea de que estaba enferma. Era de esas personas que uno idolatra porque, fundamentalmente, era buena persona.

Las entradas para El Reportaje tienen un precio único de 17 euros y se pueden adquirir en las taquillas del Teatro o pinchando en este enlace

¿Quién te va a querer como yo?

                            CRÍTICA TEATRAL: OLIVIA Y EUGENIO

Hay obras de teatro con la capacidad de tocar de manera especial el corazón del espectador y Olivia y Eugenio, es sin duda, una de ellas. Uno de los principales motivos para esta afirmación es la sensibilidad que impregna la obra, que añade además una certera crítica social. José Carlos Plaza demuestra una vez más ser un auténtico maestro porque esta obra está dirigida con una delicadeza exquisita, donde el afecto materno filial está por encima de todo.

El peso de la función recae en un valor seguro como es Concha Velasco, porque es una actriz extraordinaria y en Olivia y Eugenio, lo vuelve a demostrar, y en Rodrigo Raimondi, un asombroso descubrimiento y uno de los grandes aciertos de la obra. Con su elección y la de Hugo Aritmendiz para alternarse en el personaje de Eugenio en los diferentes teatros donde se representa la obra, da una auténtica lección al espectador, demostrando que las personas con síndrome de Down están plenamente capacitadas para realizar cualquier tipo de trabajo. Porque lo que Raimondi hace es dejar con la boca abierta a los espectadores con su magnífica actuación.

En esta obra, precisamente por tener Eugenio síndrome de Down, se plantea una pregunta clave en uno de los varios casi monólogos que Concha Velasco va diciendo a lo largo de la función: "¿Quién es normal?" y, con los diferentes ejemplos que se van exponiendo, se ve que el concepto de "normalidad" no está tan claro como cree gran parte de la sociedad.

Además, Olivia va desnudando su alma al espectador para darnos a conocer su vida y, sobre todo, pensamientos que no se había atrevido a expresar con palabras hasta ese momento. La naturalidad que le da a todo ello Concha Velasco con su interpretación es para quitarse el sombrero.
Concha Velasco y Rodrigo Raimondi en Olivia y Eugenio. Javier Naval
Otro tema es el de la decisión que toma Olivia desde el comienzo de la función y que tiene que ver con la pregunta que titula esta crítica y con un plan que pretende llevar a cabo, pero ella y su hijo, con, sobre todo, la última escena, nos dan una lección de vida inolvidable.

La escenografía de Francisco Leal ayuda a enfatizar el componente teatral de la función y crear la magia de ver una casa de verdad aunque no haya paredes visibles, mientras que Lorenzo Caprile demuestra una vez más su maestría en el vestuario.

Olivia y Eugenio es una obra dura y conmovedora a la vez, donde Concha Velasco y Rodrigo Raimondi transmiten una verdad como madre e hijo impresionante y los momentos de ternura entre ambos son impagables, de ahí que resalte de nuevo la labor de José Carlos Plaza, porque, tras haber visto, dirigidas por él, dos tragedias griegas (Fedra y Hécuba), dramas (Sonata de Otoño, El Diccionario y La sonrisa etrusca) e incluso una ópera (El gato montés), y sabiendo además su amplia e impresionante trayectoria como director de escena, me tengo que rendir ante este señor, por haber puesto en pie una obra necesaria para la sociedad y que todo el mundo debería ver. Asi que, gracias José Carlos Plaza, gracias Concha Velasco y gracias Rodrigo Raimondi y a todo el equipo técnico y de producción.

miércoles, 25 de febrero de 2015

"Olivia y Eugenio" reúne de nuevo a Concha Velasco con José Carlos Plaza

La obra, del escritor peruano Herbert Morote, se representa en el Teatro Lope de Vega de Sevilla desde este jueves hasta el domingo


El 4 de septiembre de 2009 tuvo lugar el estreno en Lima de la obra Olivia y Eugenio del escritor peruano afincado en España Herbert Morote. Cinco años después, el prolífico director José Carlos Plaza ha sido el encargado de estrenarla en nuestro país con la gran Concha Velasco de protagonista en una nueva colaboración entre ambos tras experiencias tan gratificantes como los musicales Carmen Carmen, de Antonio Gala, y Hello, Dolly! de Jerry Herman, junto al drama La rosa tatuada, de Tennessee Williams, o la reciente tragedia griega Hécuba, de Eurípides.

La actriz vallisoletana, que continúa la gira de la obra recalando en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, donde la representará desde este jueves hasta el domingo, se mete en la piel de una mujer adinerada a la que le quedan pocos meses de vida y que cuida de su hijo con síndrome de Down, papel que interpreta Rodrigo Raimondi, hijo del célebre barítono italiano Ruggero Raimondi, quien alterna el personaje con Hugo Aritmendiz.
Concha Velasco junto a Rodrigo Raimondi presentando Olivia y Eugenio  A.R.S.
Concha Velasco y Rodrigo Raimondi presentaron a los medios sevillanos la obra demostrando una gran complicidad entre ambos. En palabras de la protagonista de Teresa de Jesús, "Rodrigo fue elegido por José Carlos Plaza. En un principio, se pensó en actores que interpretasen a un joven con síndrome de Down pero Plaza fue a una escuela de Madrid con chicos estupendos con síndrome de Down. Por encima de eso, Rodrigo es un excelente actor". 

Velasco se centró posteriormente en el texto de Morote, del que destacó que es "hermosísimo, con un lenguaje en la línea de Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, conservando muy puro el idioma español. La obra emociona desde comienza hasta que acaba pero que contiene sorpresas, gracias a la dramaturgia que ha hecho José Carlos Plaza".

La actriz se refirió también a la reacción del público desde el estreno como "algo más de lo que esperábamos. Es una obra en la que a través de mi personaje, el autor pone en solfa a la sociedad en la que se vive desde hace muchos años, como los clásicos y hay espectadores que se sienten identificados en algún momento, aunque no tengan un hijo con síndrome de Down. Me lo paso muy bien haciendo la obra a pesar del dramatismo que contiene la obra".



La relación entre ambos personajes, es en palabras de Velasco, "de tal amor entre ellos que ella no cree que a su hijo le vayan a entender y querer como ella, y ella llega a su casa, en la obra, violenta y dolorida y empieza a jugar hasta llegar a un final". La actriz se refirió a José Carlos Plaza como "el maestro de maestros no sólo en España y él sabe sacar de mí lo mejor. Si Olivia y Eugenio no lo hubiera dirigido él, yo no me habría atrevido a hacerlo. Además, no abandona a sus actores y nos da notas, lo cual yo siempre agradezco, es maravilloso trabajar con él". A esta afirmación se sumó Raimondi calificándolo como "un buen compañero que me ayuda mucho en los ensayos, y es un gran maestro".

Horarios: De jueves a sábado a las 20:30 horas y el domingo a las 19:30 horas. Entradas desde los 4 a los 21 euros. Pueden adquirirse en las taquillas del Teatro o en la web http://www.generaltickets.com/sevilla/

sábado, 21 de febrero de 2015

Pablo Gómez-Pando: "A mi personaje en 'El Buscón' le pasa la vida por encima"

Con sólo 31 años, la carrera del actor sevillano Pablo Gómez-Pando en los escenarios está tomando una velocidad vertiginosa. Formado en la ESAD de Sevilla y residente en Madrid, ha ido conformando paso a paso una trayectoria impecable que le ha llevado a protagonizar grandes títulos. Precisamente, uno de ellos, El Buscón, producción de la Compañía Teatro Clásico de Sevilla dirigida y escrita, sobre la novela de Quevedo, por Alfonso Zurro, es el motivo de esta entrevista concedida a El Rinconcillo de Reche, ya que El Buscón estará en el Teatro Fernán Gómez de Madrid del 4 de marzo al 5 de abril (ver enlace), una gran oportunidad de disfrutar de un montaje único, y lo dice alguien que lo ha visto y disfrutado. Gómez-Pando, que encarna al protagonista, estará acompañado en el escenario por Juan Motilla, a su vez, responsable junto a Noelia Díez, de la Compañía, Mari Paz Sayago, Paqui Montoya, Rebeca Torres, Manuel Monteagudo, Antonio Campos y Manuel Rodríguez.

Goméz-Pando, con una gran simpatía, otro de sus grandes valores habló de El Buscón, otros montajes en los que ha intervenido, como La Estrella de Sevilla de Lope de Vega o Animales Nocturnos de Juan Mayorga, sus inicios en la interpretación, su experiencia en la televisión, su más que prometedor futuro, y sus gustos literarios o cinéfilos, así como sueños que le gustaría cumplir. Una entrevista con un gran actor y mejor persona. Pasen y lean  
Con Pablo Gómez-Pando tras la entrevista. Alejandro Reche Selas
Pregunta: ¿Cómo está viviendo estos días previos a las representaciones de El Buscón en Madrid?

Pablo Gómez-Pando: Lo estoy viviendo con muchísima ilusión porque, además, yo vivo en Madrid desde hace diez años, tengo muchos amigos allí y tengo muchas ganas de que vean la obra. Y luego es que va a ser en el Teatro Fernán Gómez, que lleva mucho tiempo con una programación muy interesante, en el centro de Madrid, cerca del Teatro María Guerrero. Todo esto lo estoy viviendo como un regalo.

P.: Yendo tres años hacia atrás, ¿cómo recuerda cuando le proponen protagonizar esta obra?

P.G-P.: Pues fue otro gran regalo porque yo con la Compañía Teatro Clásico de Sevilla había hecho hasta ese momento sustituciones. Alfonso Zurro, el director de la obra, había sido profesor mío en la ESAD de Sevilla, y habíamos hecho cosas allí. Y claro, que te escoja de protagonista para ese montaje, con un texto escrito por él que es maravilloso, me ofrecía una gran oportunidad y yo tenía muchas ganas porque, cuando leí el texto, acepté sin dudarlo. Alfonso es uno de los mejores dramaturgos que hay en estos momentos en España, con un sello propio, y añade una calidad al espectáculo que ya tiene elementos destacados como es el propio texto de Quevedo o el vestuario y la escenografía de Curt Allen, que hace posible los cambios de ropa entre las  distintas entradas y salidas, porque somos siete actores y mis compañeros hacen, entre todos, más de sesenta personajes. Para todo ello contamos con la inestimable ayuda de Antonio Zannoni, que está detrás, y nos ayuda a los cambios de vestuario en cuestión de segundos. 

P.: En la obra comparte escena con actores que deben suponer una delicia para usted...

P.G-P.: Claro, es que, cuando me enteré los compañeros que iba a tener, que son de los mejores actores de Sevilla, me hizo mucha ilusión y me da la oportunidad de aprender mucho de ellos todos los días, me transmiten mucha sabiduría escénica.

P.: La obra tiene mucho mérito porque la novela de Francisco de Quevedo no es fácil...

P.G-P.: Yo, cuando me leí la novela, pensé que era complicado hacer un texto dramático a partir de ella por lo que lo que ha hecho Alfonso Zurro es una genialidad y la gente que sale de ver la obra se ve reflejada en ella por el doble campo temporal del siglo XVII y la actualidad, por lo que es ponerles una especie de espejo.
El actor con Juan Motilla en una escena del montaje. Luis Castilla
P.: Centrándonos en su trabajo como actor, en esta obra, aparte de aprenderse un texto desarrolla un importante trabajo físico porque no deja de andar y de correr durante todo el tiempo ¿Eso le supuso una preparación física específica?

P.G-P.: Sí, de todas maneras, ya en los ensayos fui cogiendo la forma que el personaje requería. Yo noto mucho cuando llevo tiempo sin hacer la obra porque, si, además, me llevo tiempo si hacer deporte, al retomar la función me ahogo mucho más, y creo que es un acierto para la obra que yo esté de esa manera porque creo que la obra habla de cómo a mi personaje la vida le pasa por encima y no le permite buscarse la vida de otra manera. Entonces, el hecho de que mis compañeros salgan y entren y yo esté "asfixiado" con tantos cambios, creo que, a otro nivel, el espectáculo cuenta que a mí también me está pasando por encima.

P.: A su personaje le pasa de todo y explica muy bien cómo en la vida se escoge un camino determinado porque no ha quedado más remedio... 

P.G-P.: Yo creo mucho en eso y pienso que él ha intentado ser honrado y hacer las cosas bien pero las circunstancias no le permiten otra cosa que buscarse la vida , engañando, corrompiendo etc...


                  
 P.: La respuesta del público ha sido impresionante...

P.G-P.: La gente se divierte muchísimo, recuerdo cuando la representamos en el Festival de Cáceres, la gente reía a carcajadas desde el minuto uno.

P.: Para seguir con la actualidad, usted sigue también representando La Estrella de Sevilla de Lope de Vega...

P.G-P.: Sí, hace poco la representamos en Villanueva de Córdoba y nos sorprende lo atento que está el público a la trama y a todo lo que sucede. Otro acierto, de nuevo de Alfonso Zurro, es dejar la obra en la línea argumental básica porque es una historia con varias subtramas secundarias y aquí nos centramos en la tragedia, que es lo principal.

P.: Su personaje en esa obra, Sancho Ortiz, tiene una gran carga emocional, con un mundo interior que se tambalea por sus acciones ¿Qué supuso para usted afrontar todo eso?

P.G-P.: Era un proceso complicado porque, al leer la obra, leo la cantidad de cosas que le suceden a mi personaje y te planteas cómo llevarlo a escena. Yo suelo intentar dejarme llevar por lo que me suceda en el momento y por lo que me transmite mi compañero en escena, no preveo mucho lo que se supone que el personaje tiene que sentir. Yo trabajo estando abierto a lo que sucede en la obra en cada función que hacemos, que es lo más difícil del trabajo, pero también es lo más bonito. 
Gómez-Pando en una potente escena de La Estrella de Sevilla. Luis Castilla
P.: Además habla en verso...

P.G-P.: Efectivamente, era un factor que me daba mucho respeto, porque, hasta entonces no había hecho mucho teatro en verso y hay varias teorías de cómo afrontarlo aunque tampoco tengo una metodología concreta. Me centro en respetar las reglas básicas de la métrica e intentar darle naturalidad en un punto intermedio para que tampoco parezca que se está diciendo en prosa.

P.: Echando la vista atrás ¿cómo empezó en la interpretación?

P.G-P.: Yo recuerdo que, en el colegio, se hacía teatro, en quinto de primaria. Desde ese momento me quise dedicar, pero durante muchos años no hice nada, sólo durante dos años en los que me dio clase Carlos Torrescusa, que fue alumno del Instituto del Teatro, y me encantaban sus clases, transmitiéndome, desde el juego, un gran amor por la interpretación. Hasta COU no hice nada de teatro, cuando me metí en el grupo de teatro del colegio e hicimos Fausto y yo interpreté a Mefistófeles. Resulta que yo estudié en el Colegio San Francisco de Paula, y cada año se hacían jornadas dedicadas a conocer en profundidad un país, donde se trataba la cultura, la gastronomía etc... y cuando yo estudié COU tocó Alemania. Al año siguiente yo ya no estaba en el Colegio pero seguí vinculado a aquel grupo de teatro, tocó Francia y se montó El enfermo imaginario e hice de Argan. Al año siguiente tocó Mitos y Leyendas e hicimos Dŕacula e interpreté a Renfield, el loco, y el año siguiente fue dedicado a Grecia. No actué sino que dirigí un montaje sobre el mito de Heracles. Le tengo mucho respeto a los directores porque hay que tener mucha sabiduría, ya que es una labor complicada.

P.: Uno de sus primeros montajes fue Entrañas, sobre textos de Federico García Lorca...

P.G-P.: Ese montaje fue posible porque ya en la ESAD de Sevilla, una compañera tenía contactos con un Festival que se hacía en Lille y le ofrecieron ir allí con un espectáculo y montamos Entrañas, que incluía tanto poemas como fragmentos de obras de teatro de García Lorca. Es lo único que pude hacer sobre él pero me encantaría profundizar en sus obras porque me interesa mucho. Pienso que fue un hombre con una gran sensibilidad y que, para lo poco que vivió nos dejó un gran legado cultural. Hubo una época en que me encantaba El Público. He visto La piedra oscura y es un gran montaje en todos los sentidos. Es un texto muy especial de Alberto Conejero.

P.: También hizo Eloísa está debajo de un almendro...

P.G-P.: Eso fue con una compañía de Madrid, Karpas Teatro, donde interpreté a uno de los dos mayordomos y fue divertidísimo. Me dio la oportunidad de hacer una temporada por primera vez llegando a más de cien representaciones.

P.: También ha intervenido en diversas series de televisión como Amar en tiempos revueltos, Yo soy Bea etc ¿Qué herramientas le han aportado esas experiencias?

P.G-P: He hecho muchos episódicos y lo que la televisión me ha aportado es tener el chip de hacer las cosas con rapidez y naturalidad, y la relación con la cámara, algo fundamental si pienso en mi futuro profesional. Donde sí tuve un papel fijo fue en La respuesta está en la Historia.

P.: ¿Y qué me puede contar del reciente montaje de Animales nocturnos, de Juan Mayorga?

P.G-P.: Ha sido otro regalo que me ha dado la vida. Lo hice con la Compañía Aedo Teatro, de Jesús Torres. Se montó porque una compañera suya iba a Estrasburgo a dar una ponencia sobre Juan Mayorga y no quiso que se quedase en eso. Mayorga vino a un ensayo y nos dio opiniones y consejos, porque se implica mucho. Fue una experiencia estar en Estrasburgo, escuchar a gente hablando sobre él y nos metimos en su mundo de lleno. Es otro gran dramaturgo. Trabajé con un director muy joven y con mucho talento, Carlos Tuñón y me aportó mucho a la hora de interpretar al Hombre Alto, un personaje que protagoniza una historia dolorosa pero a la vez muy humana. Mayorga destacó del montaje que no nos quedamos en los clichés, porque mi personaje es chantajeado por el Hombre Bajo con una amistad, y es un personaje que busca el afecto y el cariño y que mi personaje acceda al chantaje es una decisión donde, aparte de no tener papeles, también pesa la necesidad de afecto.
Cartel del montaje que protagonizó Gómez-Pando
P.: ¿Tiene algún proyecto futuro que puede adelantar?

P.G-P.: Pues en la nueva producción de Teatro Clásico de Sevilla, Hamlet, de William Shakespeare, interpretaré precisamente a Hamlet. Tengo mucha ilusión. Ahora llevo un tiempo leyendo sobre la obra y el autor. Tengo muchas ganas. Nunca había hecho una obra de Shakespeare y agradezco mucho que Alfonso Zurro y Juan Motilla confiasen en mí, así como Noelia Díez, que nos pone las cosas muy fáciles y hace un gran trabajo para que la Compañía esté donde está. La estrenaremos en el Festival de Almagro, que, además, coproduce el espectáculo. Ya estuve allí con El Buscón en el Corral de Comedias.

P.: Quiero terminarla entrevista con un mini test cultural: ¿Qué obra de teatro le gustaría hacer a lo largo de su carrera? 

P.G-P.: Aparte de Hamlet, me encantaría hacer El sueño de una noche de verano y, concretamente, el personaje de Puck. Tengo un recuerdo fantástico de un año en el que estuve en Inglaterra para estudiar inglés y en una universidad representaron esa obra en un árbol gigante, y desde entonces, tengo ganas de hacerlo. Otro personaje que me gustaría es el Fuso Negro de Comedias Bárbaras de Valle-Inclán.  

P.: Película que le haya marcado o haya visto muchas veces...

P.G-P.: Yo he visto muchas veces, porque me entretiene muchísimo, la primera trilogía de La guerra de las galaxias, la de los 70.

P.: Libro que le haya marcado...

P.G-P.: Hace poco leí La muerte del padre de Karl Ove Knausgard, un autor noruego, con una profundidad y humanidad muy poco usual. Es el primer libro de seis libros sobre su vida. También menciono El señor de los anillos, que, con quince años, me marcó para que yo continuase leyendo.

Lo que Arthur Miller inició, Alistair Beaton lo consagró

                                   CRÍTICA TEATRAL: FEELGOOD

Hay obras que, como he dicho en muchas ocasiones, se me han grabado en la memoria a fuego y, una de ellas es, sin lugar a dudas, Todos eran mis hijos de Arthur Miller dirigida por Claudio Tolcachir que la vi en abril del 2011 en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. En aquel montaje se encontraban Carlos Hipólito, Gloria Muñoz, Fran Perea, Manuela Velasco, Ainhoa Santamaría y Alberto Castrillo-Ferrer.

Casi cuatro años después ha sido un auténtico placer verlos de nuevo en el mismo escenario, donde estarán hasta mañana, en el caso de Hipólito y Muñoz no físicamente, con una obra que da para un buen debate. Feelgood, de Alistair Beaton es una obra totalmente visionaria, teniendo en cuenta lo que plantea y que fuese estrenada en el 2001, de ahí que exponga claramente mi idea de que, no me extrañaría, por poner un ejemplo, que George Clooney se inspirase en ella para su filme Los idus de marzo. Los entresijos tras un discurso del Presidente del Gobierno son mostrados con humor, quizás para suavizar la crudeza que tiene la historia de trasfondo y que es mostrada a pecho descubierto por algunos personajes de la obra en diversas ocasiones.

El director Alberto Castrillo-Ferrer, que, a su vez, interviene como actor, le imprime a la obra un gran ritmo que propicia que la acción no decaiga, y pasen y se digan muchas cosas que dan qué pensar. Si hay algo que muestra esta obra muy certeramente es la fuerza de la información para el que la posea y la falta de moralidad de algunas personas que quieren conseguir su objetivo por encima de todo y de todos.

Centrándonos en las interpretaciones, Fran Perea, es un actor que, con cada montaje teatral que le veo, reafirmo mi idea de su colosal calidad como actor. Tras descubrirlo teatralmente en la maravillosa Fedra, dirigida por José Carlos Plaza junto a Ana Belén y, lo que ahí me sorprendió gratamente se me confirmó en El burlador de Sevilla con dirección de Emilio Hernández y en la citada obra de Arthur Miller. En Feelgood interpreta a Edu, su personaje, con todos los matices necesarios para mostrar su catadura moral, personal y profesional, ya que para Edu, lo que importa es el discurso del presidente y su falta de escrúpulos se ve a lo largo de la función en su interacción con el resto de los personajes, de los que posee información que no duda en amenazar con usar u ocultar según le convenga. Tras ver a Perea cuatro veces en el escenario, estoy deseando verlo por quinta vez.

Por otro lado Manuela Velasco se vuelve a mostrar con una gran seguridad en el escenario en el papel, finalmente crucial, de una periodista con una información comprometida, y su perfecta interpretación nos hace disfrutar de la introducción del elemento de los medios de comunicación en la política, algo que está muy bien mostrado.

Javi Coll interpreta a un Ministro de Agricultura que ha cometido un descuido, por decirlo suavemente, que ha traído sus consecuencias y el mecanismo para silenciarlo es otra de las bazas de la obra, ya que, aunque es un asunto grave, está tratada con pinceladas de humor que el público agradece y que Coll aporta con su gran saber hacer.

Por su parte, Ainhoa Santamaría interpreta a Marta con la energía y rapidez que su personaje requiere, ya que debe estar pendiente de mil detalles al mismo tiempo, por lo que muestra su eficacia pero también que no es una máquina y que el trabajo le sobrepasa en algunos momentos.

La obra se redondea con las interpretaciones de Alberto Castrillo-Ferrer y Javier Márquez, todos a favor de una misma cosa, el discurso, con el primero proporcionando momentos cómicos impagables y el segundo exponiendo cómo se perfila un discurso y las vueltas que se le da para que quede perfecto de cara a ser pronunciado.

Feelgood es una obra moderna, dinámica y que, sobre todo, sin señalar a nadie en concreto, nos muestra algo que es una realidad: El poder corrompe, los escrúpulos se pierden y la información hay que saber manejarla porque puede traer graves consecuencias. Desde este blog animo a que se sigan montando obras como ésta.      

miércoles, 18 de febrero de 2015

La aventura de 'Feelgood' culmina en el Lope de Vega sus más de dos años de éxito

Fran Perea, Manuela Velasco y Ainhoa Santamaría encabezan el reparto de esta visionaria sátira política escrita por Alistair Beaton


Los vericuetos de la política han sido un buen caldo de cultivo para los creadores, ya sea en la literatura, el cine o el teatro. Un buen ejemplo, por la entusiasta respuesta de crítica y público, es Feelgood, obra escrita por el autor británico Alistair Beaton y que, desde su estreno en España en las Naves del Español-Matadero, no ha abandonado la senda del éxito. Esta sátira política llega ahora al Teatro Lope de Vega de Sevilla para representarse desde mañana hasta el domingo y poner un broche de oro a un largo periplo por los escenarios de más de dos años. La obra cuenta con un reparto de lujo: Fran Perea, Manuela Velasco, Ainhoa Santamaría, Javi Coll, Javier Márquez y Alberto Castrillo-Ferrer, quien además es el director del montaje que coproducen el Teatro Español, enTRAMAdos Teatro y Producciones [off].

Perea y Castrillo-Ferrer, junto a la productora Violeta Ferrer presentaron a los medios sevillanos la obra acompañados del director del Teatro, Juan Víctor Rodríguez Yagüe.
Violeta Ferrer, Fran Perea y Alberto Castrillo-Ferrer en Sevilla. Alejandro Reche Selas
El origen del proyecto tiene una curiosa conexión teatral, ya que es una obra de Arthur Miller, Todos eran mis hijos, dirigida por Claudio Tolcachir la que hizo coincidir a la mayoría de los integrantes de Feelgood. Como bien describió Castrillo-Ferrer: "Tras juntarnos en aquella obra, sentimos que queríamos seguir trabajando juntos. Leímos muchos textos. Fran Perea y Manuela Velasco por el mundo anglosajón, yo por el terreno francés y Ainhoa Santamaría buscó entre los autores argentinos. Finalmente, Fran leyó Feelgood y creyó que podía ser una buena opción. Nos pusimos a trabajar y reestructuramos el grupo de trabajo, pasando yo a dirigir".

Fran Perea explicó que "pedí una remesa de obras y en la ultima llegó Feelgood, que en la primera lectura te pega el golpe, sintiendo que nunca vas a ver un discurso político de la misma manera, dará que pensar". 

El actor malagueño añadió que "curiosamente, la realidad ha ido incorporando elementos que ya estaban en la obra, escrita hace más de diez años por un señor que había escrito discursos para Gordon Brown y que es más universal de lo que él pensaba porque no ataca a un color o a otro concreto sino que apela a un sistema que se ha ido iniciando en los países occidentales y que tiene algunos trucos y Beaton te los muestra". 

Violeta Ferrer añadió que la obra "la han visto representantes de distintos partidos políticos e incluso Pedro Sánchez admitió haberse sentido cómodo al verla por el prisma desde el que la obra está enfocada".

Con respecto a los personajes, Castrillo-Ferrer admitió que, "aunque hay buenas series con la política como trasfondo como House of Cards o El ala oeste de la Casa Blanca, no las tuvimos en cuenta para trabajar, sino que nos ceñimos a lo que teníamos, y queríamos acercarnos a la sociedad española pero sin hacer algo  con gente reconocible y sin criticar a nadie en concreto. Hay similitudes con lo que se narra en esas series pero porque todos hemos ido por un mismo camino, sin contaminación".

Perea añadió que es reticente a ver material visual, "porque me despista más que ayudarme, me viene mejor leer sobre el tema que trata la obra, o ponerme a disposición de alguien que tenga una visión global de la historia que copiar algo. Yo trabajo mucho con el compañero y con las imágenes de la propia imaginación, ya que es mejor generarlas uno mismo".

La obra, que lleva ciento diez representaciones, contará con un encuentro, tras la representación, del equipo y el público el sábado 21.  

Feelgood se representa el jueves, el viernes y el sábado a las 20:30 horas y el domingo a las 19:30 horas. Las entradas, cuyos preecios oscilan entre los 4 y los 21 euros, pueden adquirirse en las taquillas del Teatro o en la web www.generaltickets.com

martes, 17 de febrero de 2015

La Compañía Farandulario muestra el "Camino a Oz" en la Sala Cero

Hay historias imperecederas que gozan de una popularidad que traspasa el tiempo. Una de ellas es El mago de Oz, y este es el título que la Compañía Farandulario ha escogido para montar un espectáculo, Camino a Oz, que se estrena el 21 de febrero en la Sala Cero de Sevilla, donde permanecerá en cartel este fin de semana y el siguiente para el disfrute de niños y adultos con la historia de Dorothy, Totó, el León, el Espantapájaros o el Hombre de Hojalata. Las funciones serán los sábados a las 18:00 horas y los domingos a las 12:00 horas.

El Rinconcillo de Reche ha hablado con dos de los miembros fundadores de la Compañía, creada en el 2009: Desirée Manzano, que interpreta a Dorothy y Paco G. Melero, director del montaje, autor de la adaptación y actor en la obra en un elenco que completan Tato Amador, también miembro de Farandulario,  y María Varod.

Manzano y Melero, nos hablaron de Camino a Oz, de diversos aspectos del montaje y de otros espectáculos de esta Compañía cuyos miembros demuestran amor y devoción por el arte de Talía. Pasen, lean y vayan a la Sala Cero.
Con Paco G.Melero y Desirée Manzano tras la entrevista. Alejandro Reche
Pregunta: ¿Qué les lleva a Camino a Oz?

Paco G. Melero: Pues "un accidente". Hace dos años nos propusieron hacer una función en centro educativo en Mairena del Aljarafe y en doce días la montamos.

Desirée Manzano: Les dijimos, por la cuestión del tiempo del que disponíamos, si podían recurrir a otra compañía. Habíamos actuado anteriormente en aquel centro pero cuando nos llamaron no teníamos ningún montaje nuevo y les sugerimos otros compañeros, pero ellos querían que fuésemos nosotros, hasta que, un día, Paco decidió hacer una adaptación de El mago de Oz.

P.G.M.: La montamos en ese momento, pero como teníamos pendiente la gira de Cuentos de la Media Lunita, se aparcó, y ya este año decidimos arrancarlo definitivamente a nivel profesional, con reparto y colaboraciones nuevas, con el formato que llevará en adelante la Compañía.

P.: ¿Y qué les interesó de El mago de Oz para llevarlo a escena?

P.G.M.: Quizás en aquel primer momento se nos apareció. Todos tenemos esa historia y a sus personajes en la cabeza. Es un relato lleno de magia, es educativo y tiene muchos elementos atractivos.

D.M.: Es una historia universal.

P.: ¿Cómo fue el proceso para poner el montaje en pie?

P.G.M.: Lo primero fue coger los textos y hacer una adaptación. Recopilamos todo el material posible, las películas que se han hecho, la precuela Oz, un mundo de fantasía, leímos unos cuantos libros y también comics. El espectáculo se titula Camino a Oz porque nos centramos, sobre todo, en el camino que recorre Dorothy y en el encuentro con los otros tres personajes.

P.: El espectáculo es de corte familiar ¿cómo ha sido la adaptación sabiendo que el público potencial va a ser infantil?

P.G.M.: Hemos partido de las convenciones del teatro familiar y, además, hemos hecho una adaptación musical y, a nivel textual, porque pensamos que los niños deben de pensar cosas cuando vean la obra, al igual que los adultos, por lo que usamos un lenguaje intermedio. A la hora de interpretar, hacemos un intenso trabajo corporal en primer lugar y luego metemos el texto.

D.M.: El uso del cuerpo es uno de los pilares de la Compañía, el movimiento basado en la Comedia del Arte. Antes, cuando estudiaba Arte Dramático solía pensar en situaciones personales que me produjesen tristeza o alegría pero trabajar con el cuerpo me ha hecho tener más información del personaje.

P.: Con respecto a la puesta en escena ¿cómo han planteado la transición entre los diferentes escenarios?

P.G.M.: Es un espacio único. La escenografía la hemos planteado a través de unas proyecciones, pasando de fotos reales en blanco y negro a unos fondos que son dibujos e introducir los colores de Oz, respetando el inicio y el desarrollo de la película. No sólo irá cambiando el fondo sino que puede que cambie el patio de butacas.

D.M.: Lo hemos planteado como un guiño a las antiguas proyecciones de los cines.

P.: Con respecto al trabajo actoral ¿cómo lo han desarrollado?

D.M: Yo, para interpretar a Dorothy, leí todo el texto, y con esa primera lectura ya empecé a crear un boceto del personaje y trabajo mucho con los elementos de la Naturaleza, hago un trabajo corporal, pero, por otro lado, mi personaje tiene momentos en los que se enfada mucho y ahí cambio radicalmente, por ejemplo, al llegar a Oz.

P.G.M.: En mi caso hago varios personajes. Todos empezamos en la granja, por lo que partimos del personaje que cada uno tenía asignado. En mi caso, soy el espantapájaros y el "Mago". Comencé a trabajarlos también corporalmente, con movimientos ligeros y livianos en el caso del espantapájaros mientras que Oz se mueve de una forma más recta, y con una voz más grave. Las transiciones entre los personajes son fugaces porque hay que cambiarse de vestuario. 

P.: La vestimenta de los personajes también es muy icónica ¿cómo va a ser en este montaje?

P.G.M.: El vestuario de Dorothy lo hemos respetado íntegramente. Incluso los chapines rojos se han traído de Inglaterra, de la tienda oficial de la película por lo que son una réplica exacta de los que vemos en el filme de Judy Garland.

P.: Para llevar la obra a buen puerto, supongo que todos habéis tenido que ir todos a una.

P.G.M.: Sí. Yo, además de interpretar y de hacer la adaptación, asumo la dirección y la Compañía es joven. Se creó hace cinco años y Camino a Oz es nuestra tercera producción. Desirée y yo, a la hora de trabajar, ya tenemos un entendimiento por el estar trabajando juntos mucho tiempo y en este montaje se ha incorporado María Varod, que tuvo que adaptarse a nuestra dinámica pero todos trabajamos a favor del otro.

D.M.: María también nos ha proporcionado muchas cosas, como en el caso del canto y el baile, nos hemos complementado mutuamente.


P.: Echando la vista atrás ¿Cómo surge la Compañía Farandulario?

D.M.: Pues, tras estudiar Arte Dramático, yo trabajo con otras compañías de teatro y, pensé, que, aparte de las vías de los castings para trabajar en otras obras y en la televisión, podíamos formar una compañía. Conocí en Córdoba a Paco, y formamos la Compañía. Nos vinimos a Sevilla y, haciendo un curso del actor frente a la cámara, conocimos a Tato Amador, le planteamos la idea base de la Compañía y se unió a nosotros.

P.: El primer espectáculo que ustedes montan, Adosado en la acera, demostró que no tiraron por el camino fácil...

P.G.M.: Sí, porque, además empezamos partiendo cánones. Ya que nuestro punto de partida en aquel montaje era que la belleza no está en lo bonito. Eran personajes con una gran carga psicológica y, a mayor defecto, más belleza, viendo una situación de gran pobreza con mucha riqueza. Los protagonistas, dos indigentes casados, demuestran que, estando juntos, no necesitan mucho más. No fue algo agresivo. Se demostraba que, con poquito, se puede. Era complicado y una manera de romper con todo.

El origen del montaje fue historia que leímos acerca de una pareja de recién casados que era empalagosa y nos planteamos qué pasaría si el matrimonio fuera indigente. Le cotamos la idea a un dramaturgo, José Luis Ríos y, cuando le explicamos lo que realmente queríamos contar, desarrolló el texto que derivó en Adosado en la acera.

P.: También hicieron un espectáculo para los mercados y ferias medievales, Bufones, Nobles y otras correrías, donde se vestían de época y primaba mucho la improvisación...

D.M.: Aún seguimos haciéndolo, sin ir más lejos, hace poco en Villanueva del Ariscal y para nosotros no tiene un carga fuerte. Es más ameno, pero sí es cierto que tenemos que estar con los oídos muy abiertos por la inesperada respuesta del público que lo presencia.

P.G.M.: Nosotros seguimos el esquema de la Comedia del Arte italiana del canovaccio. Consistía en dos actores, que, a partir de un esquema argumental básico, desarrollaban la representación y ese canovaccio es el que nosotros especificamos para saber por dónde vamos a ir, haciendo acrobacias o interactuar con el público, pero siempre teniendo en cuenta ese esquema para recuperarlo y continuarlo. Se tiene que tirar cien por cien con la improvisación porque la reacciñón del público es imprevisible.

P.: El último espectáculo que han puesto en pie, antes de desarrollar Camino a Oz fue Cuentos de la Media Lunita...

D.M.: Es un espectáculo infantil y está basado en unos cuentos de Antonio Rodríguez Almodóvar. Representamos cuatro cuentos de la colección que da nombre al espectáculo y cada uno lo hacemos de manera diferente: Comedia del Arte pura y dura, títeres, sombras chinescas...Es impresionante ver cómo un espectáculo va creciendo a medida que pasa el tiempo.
Una escena de Cuentos de la Media Lunita                     Raúl Chacón
P.G.M.: Desde que lo estrenamos, llevamos dos años y pico de gira, con más de setenta representaciones y dos premios nacionales de teatro: Mejor Interpretación Femenina para Desirée y Masculina para Tato Amador en Yecla (Murcia) y quedó nominado al Mejor Espectáculo y a Mejor Dirección. 

P.: Para cerrar el círculo ¿desean decir algo más de Camino a Oz de cara a su estreno en la Sala Cero? 

D.M.: Pues que estamos muy contentos porque, sorpresa: Alex O'Dogherty colabora poniendo la voz del narrador en off de manera desinteresada y estamos muy ilusionados porque contamos para las fotos con Luis Castilla. Todo lo que nos rodea está siendo muy positivo: Carolina Manzano en la escenografía, necesitábamos un material y nos aparecía como por pura casualidad.

sábado, 14 de febrero de 2015

Francesco Carril: "Es positivo que una obra de teatro tenga contrastes"

Francesco Carril es un joven actor que desde hace años está demostrando su enorme talento. Con un curriculum que incluye, entre otras, obras del Siglo de Oro y contemporáneas, sus inquietudes le han llevado también a dirigir, siendo el último ejemplo Mejor historia que la nuestra. Todo ello sin aún haber cumplido los treinta años. 

Actualmente se encuentra interpretando en los escenarios a Bassanio en El mercader de Venecia, nueva producción de Noviembre Teatro dirigida por Eduardo Vasco, junto a Arturo Querejeta, Isabel Rodes, Héctor Carballo, Francisco Rojas y Cristina Adua, entre otros, motivo por el que el actor se ha citado con El Rinconcillo de Reche, aprovechando las representaciones en el Teatro Lope de Vega de Sevilla de la citada obra de William Shakespeare, tras su estreno en el Teatro Calderón de Valladolid.

Carril nos habla en esta entrevista de diversos aspectos de esta obra y de su personaje, así como de su etapa en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, de su experiencia con Miguel del Arco y de cómo se plantea el trabajo como director. Como siempre digo, pasen y lean  

Con Francesco Carril tras la entrevista. Alejandro Reche
Pregunta: ¿Cómo llega a formar parte de El mercader de Venecia?

Francesco Carril: Yo conozco a Eduardo Vasco alrededor del año 2009, cuando él era director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico e hice las audiciones para La Joven Compañía Nacional y Eduardo Vasco me escoge y me dirige en La moza del cántaro de Lope de Vega. Luego me quedo un año más porque el proyecto es de hacer dos funciones. Tras la obra de Lope de Vega hago Todo es enredos Amor de Diego de Figueroa y Córdoba dirigido por Álvaro Lavín y luego hago Entremeses Barrocos. El año en que hago esa función coincide con el fin del mandato de Eduardo de la Compañía y él decide retomar Noviembre, entonces me llamó para hacer Noche de Reyes, que tuvo mucho éxito y el equipo sigue con Otelo pero yo no porque regreso a la Compañía Nacional  para hacer La cortesía de España de Lope de Vega. Cuando finalizo esa obra, Eduardo me llamó para interpretar a Bassanio en El mercader de Venecia.

P.: ¿Cuál fue su reacción al recibir la propuesta?

F.C.: Fue una reacción muy positiva porque trabajar un texto de William Shakespeare siempre es enriquecedor en muchos sentidos. Además, Bassanio era un personaje desconocido para mí y tampoco conocía muy bien la obra y, para mí, lo desconocido es un reto, por lo que me apeteció mucho el proyecto. Además, me gustaba la idea de trabajar con Isabel Rodes, a la que conozco de tiempo atrás.

P.: ¿Cómo es el proceso para dar vida a Bassanio? ¿Se suma su lectura personal a las directrices que le da Eduardo Vasco o se lleva a cabo de otra manera?

F.C.: Comenzamos leyendo la obra y ahí comienza un trabajo por ambas partes. Eduardo Vasco va proponiendo cosas, no sólo a nivel de montaje, de puesta en escena, y luego en mi casa desarrollo un trabajo en solitario en donde empiezo a hacer un análisis como cuando trabajo cualquier texto. Intento no poner mucho de mí en el personaje sino que el texto me informe, con lo que Bassanio dice y con lo que otros personajes dicen de él y yo me dejo impregnar de todo eso para llegar al primer ensayo con una propuesta que tiene que ver con lo que el personaje quiere cambiar con las personas que tiene la escena. Eso para mí es esencial. El trabajo entre director y actor debe desarrollarse entre pactos, acuerdos y propuestas que se aprueban o no. Yo reivindico el papel activo del actor, que proponga cosas continuamente porque, de esa manera, el director puede tener material con el que trabajar y decir sí o no.
El actor con Isabel Rodes en El mercader de Venecia. CHICHO

P.: El mercader de Venecia tiene muchos elementos y el tono va cambiando de la comedia al drama. Esos cambios ¿cree que son pilares de esta obra?

F.C.: Creo que tendemos a clasificar las obras en un género determinado. Pienso que la vida es una mezcla de momentos tristes y alegres, por lo que esta función, como la vida, también los tiene. Personalmente lo veo como algo normal, no como algo revelador. Eso pasa siempre. Los contrates siempre son buenos y que los tenga una obra es muy positivo. Siempre que se produzca un hecho dramático tiene que ocurrir algo que se salga de ahí, para no añadir, por ejemplo, más drama al drama. Por ejemplo: Las escenas de enamorados siempre suelen trabajarse como un momento poético y lírico, cuando una escena de amor, interiormente, está llena de contradicciones y se pasa mal pensando: "¿Qué estará pensando de mí la otra persona? ¿Cómo estará reaccionando a lo que yo digo?". Hay mucho sufrimiento en una escena aparentemente feliz. Además, a partir de los contrastes nace la Humanidad.

P.: La obra está muy bien resuelta por las interpretaciones y también por el trabajo del equipo técnico, donde se encuentra Lorenzo Caprile como creador del hermoso vestuario de la obra ¿Cómo fue tu experiencia con él?

F.C.: Yo ya había trabajado con él en Noche de Reyes y en La moza del cántaro. El vestuario siempre que llega es una alegría y acostumbrarte a él es algo para lo que necesitas unos días. Para mí por ejemplo, es muy importante el calzado porque el zapato, depende de cómo sea, cuando pisas, suena, y te aprieta, más o menos. Lorenzo es una persona sencilla y muy humilde y hay algo que le caracteriza: No está preocupado porque su trabajo destaque. Esa es una cualidad muy importante. A él lo que le preocupa es que el actor esté cómodo y si algo te incomoda, te lo cambia. Él antepone la comodidad del actor a que su trabajo como creador esté por encima de eso y eso dice mucho de él. Luego se da la circunstancia de que el vestuario de que él vestuario de Caprile  siempre luce.
Vestido por Lorenzo Caprile en Noche de Reyes
P.: En la obra todos los personajes están en escena aunque no intervengan y ayudan al montaje de la escenografía ¿Es una apuesta de Eduardo Vasco por ese teatro a la antigua usanza?

F.C.: Yo creo que tiene que ver con una elección estética concreta y a mí me gusta por ser los actores precisamente los que cambiamos la escenografía. Creo que no se pierde para nada la magia. Hay muchas formas de hacerlo y, a propósito de transiciones, recuerdo cuando vi, siendo niño, una función en la que el actor dijo en un momento dado que había perdido una moneda y que estaba debajo de uno de los asientos. Todos nos pusimos a mirar debajo del nuestro y cuando el público volvió a mirar al escenario, había cambiado y a mí eso me pareció mágico. Estar en escena todo el rato te mantiene en activo para cuando te llega el momento de intervenir.

P.: Esa opción la utilizó también Alfonso Zurro en su montaje de La Estrella de Sevilla y los actores me confirmaron que el espacio vacío hacía que el trabajo corporal cobrara aún más importancia... 

F.C.: Claro, cuando se va a ver una obra con espacio vacío todos los espectadores parten de un mismo punto. Si ya hay una escenografía montada, el público empieza a interpretar el significado de los elementos que ve en escena. Cuando, en cambio, hay un vacío, de lo invisible se crea algo visible en la mente del espectador y fomenta la imaginación, por lo que creo que el vacío hace activo al público porque le obliga a trabajar mentalmente.   

P.: Quiero centrarme en una escena de la obra que usted protagoniza y que, al igual que muchas otras, está muy conseguida tanto en interpretación como planificación: La escena de los cofres ¿Qué me puede decir de esa escena en concreto?

F.C.: Esa escena es una trampa para el actor, porque todo el mundo sabe que Bassanio va a acertar, ya que ha visto anteriormente cómo el Príncipe de Marruecos y el de Aragón fallaron al elegir el de oro y plata respectivamente, y el que queda es el de plomo, y Bassanio acierta. Por lo tanto yo siempre he pensado que esa escena estaba llena de una gran humanidad y tenía claro qué iba a perder Bassanio si no acertaba, para que funcionase y me olvidase de que es una escena muy previsible, donde las apuestas están muy altas.

P: Echando la vista atrás, la primera vez que yo le veo anteriormente en Noche de Reyes y en Veraneantes ¿qué supuso para usted trabajar en este último título, dirigido por Miguel del Arco?

F.C.: Yo entré en Veraneantes cuando se repuso porque uno de los actores se tuvo que ir. Es una función que me proporcionó muchas satisfacciones a nivel personal y profesional. Miguel es un director con una gran capacidad para crear equipo y me refiero a una atmósfera durante los ensayos. Viene a todas las funciones y te da notas después de ellas, lo que significa que el trabajo nunca está terminado y que el director se preocupa por el avance de la obra. Yo se lo agradeceré siempre y fue un regalo trabajar con él y con el equipo. Me dio mucha pena de que terminase, precisamente aquí en Sevilla y estando aquí Miguel me dio notas como si la obra siguiese representándose más tiempo. Fue de esos regalos que te da la vida y que disfruté cada día. Fueron meses de mucha felicidad y de crecimiento.

P: Si no estoy mal informado, su padre es español y su madre italiana supongo que, aparte de ser bilingüe, las dos culturas tuvieron que enriquecerle mucho a medida que crecía ¿no? 

F.C.: Evidentemente. Además, estudié en Liceo Italiano de Madrid y toda mi etapa de estudiante la hice en italiano. Hay una parte de la educación italiana que me gusta especialmente, y es que, desde el colegio, los exámenes son orales en un sesenta o setenta por ciento y nos obliga a los alumnos a hablar en voz alta y te tienes que esforzar en hablar bien. Con respecto a las dos culturas, yo iba a Italia cada verano, tengo familia allí y todo lo relativo a la formación es bagaje y el poder leer en dos idiomas, pasar de  uno otro, es un regalo. Mi padre siempre me habló desde pequeño en español y mi madre en italiano por lo que hablo los dos idiomas a la perfección porque está en ni ADN, para mí es algo normal.

P.: Centrándonos ahora en su etapa en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, usted protagoniza títulos que son semidesconocidos como La cortesía de España que tuvo una respuesta muy positiva ¿Usted nota por parte del público que estos títulos se representen?

F.C.: Por supuesto. De hecho esa es una de las labores de la Compañía Nacional: rescatar textos "menores" pero no por ello menos importantes y que darlos a conocer al público. El repertorio del Teatro Clásico Español es enorme. Aunque no estemos haciendo títulos conocidos como La vida es sueño, la gente va a verlo sin conocerlo, pero cuando lo ve se le olvida y, en muchas ocasiones descubre joyas.
Carril en un momento de La cortesía de España de Lope de Vega
P.: Pasando a su faceta como director, usted realiza esa labor desde el 2009 ¿Cómo llega a decidirse a dirigir?

F.C.: Se produce porque yo me junto con compañeros de la RESAD para hacer cosas por nuestra cuenta. Hubo un día que encontramos un texto de Pier Paolo Pasolini, Fabulación, y decidimos ponerlo en escena y crear una compañía, Teatro Saraband. La dirección es otra faceta, me gusta mucho poner en escena temas que me interesan. Michelangelo Antonioni decía que el director es la persona menos indicada para hablar de sus puestas en escena, porque más que el proceso realizado para dirigir determinadas películas lo que habría que preguntarle al director es qué libros leía, qué música escuchaba, con quién se peleó, porque la vida es lo que te hace tener la necesidad de poner en escena ciertas cosas. Siempre he tenido una gran libertad y el tiempo que requería cuando he dirigido para hablar de cosas que me preocupan y plantear ciertos interrogantes y lo seguiré haciendo.

P.: Precisamente el penúltimo montaje que dirigió fue una revisión de Casa de muñecas de Ibsen...  

F.C.: Sí, se tituló La vida en tiempos de guerra. Fue una reescritura de esa obra que hablaba de la pareja, de las contradicciones de ese mundo y hablaba de personas que se encuentran ante un abismo y cómo reaccionan ante esa situación. Tiene una vigencia enorme.

P.: ¿Usted nunca se planteó no poner el final original, en el que Nora se marcha de casa, y sí en el que ella se queda?

F.C.: Yo mantuve la idea de que Nora se marchara pero sin dar un portazo y el marido se quedaba en silencio contemplando la casa. Él era para mí un personaje bastante infantil, para el que el tiempo no tenía sentido y los actores le cantaban una versión que hizo Caetano Veloso de una canción que se llama Ave María donde se anhelaba ese primer amor.

A Noviembre le sienta muy bien Shakespeare

                       CRÍTICA TEATRAL: EL MERCADER DE VENECIA

Comienzo esta crítica afirmando que, en mi humilde opinión, la vuelta de Eduardo Vasco a Noviembre Teatro ha sido triunfal. La divertida Noche de Reyes y la dura Otelo supusieron el comienzo de una nueva etapa que continúa lo que iniciaron en 2004 con Hamlet. Pues bien, con la nueva producción, El mercader de Venecia, hasta el domingo en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, se confirma el buen hacer de Vasco con el repertorio de William Shakespeare, y van cuatro aciertos plenos en la diana. En un aparte personal, al que escribe estas líneas, Licenciado en Filología Inglesa antes que periodista,  esta labor le está rellenando las lagunas que tenía en lo que a obras del dramaturgo inglés representadas sobre las tablas se refiere.
La escena del juicio, perfectamente interpretada. CHICHO
En el caso de El mercader de Venecia, Vasco, con la colaboración de la eficaz Yolanda Pallín, va al corazón de una trama con muchos elementos a tener en cuenta.

Como en los montajes anteriormente mencionados, los aspectos técnicos y las decisiones de puesta en escena constituyen un inconfundible sello de identidad y de calidad que no defrauda. 

La trama está bien contada, con una primera parte vertiginosa de claro carácter cómico, con pinceladas dramáticas que culminan en el juicio al que Shylock lleva a Antonio y unos memorables momentos impregnados de romanticismo al que contribuyen no sólo la ambientación, sino también la acertada selección musical, con temas de Brahms y Schubert, que consiguen momentos sublimes.

Pero yo no destacaría todo esto si no apreciase una cuidada labor del equipo técnico que complementa el redondo trabajo del elenco actoral. Aparte de la mencionada selección musical, el vestuario de Lorenzo Caprile es de 10, con hermosas creaciones para todo el reparto donde destaco particularmente, el traje verde de Bassanio y el rojo de Porcia.
Francesco Carril e Isabel Rodes (Bassanio y Porcia). CHICHO
Centrándonos en las interpretaciones, el elenco cumple su cometido con creces. Arturo Querejeta, memorable como Feste y Yago en las anteriores producciones, encarna a Shylock otorgándole el aplomo necesario para mostrar a un personaje que se aferra a un contrato incumplido, aunque la libra de carne sea un precio demasiado alto, sin dejar de lado la mención explícita del rechazo a los judíos.

Francesco Carril interpreta a Bassanio con la soltura y naturalidad que nos tiene acostumbrados, algo que puedo afirmar con creces después de verle en Veraneantes y en Noche de Reyes y que está memorable en la escena de los cofres y en el juicio presenciando lo que le está a punto de suceder a Antonio por algo que él mismo empezó. Con menos de treinta años y visto lo visto, Carril es un portento.

Por su parte, Isabel Rodes como Porcia está portentosa, y hace un buen binomio con Lorena López (Nerissa) en la escena del juicio, magníficamente interpretada por ambas y en la escena final jugando a la burlona confusión con sus prometidos.

Cristina Adua confirma con su interpretación de Yéssica lo que ya avisó encarnando a Desdémona en Otelo: que es una actriz con un gran potencial, con una delicadeza en la voz y en los movimientos que es una delicia verle actuar.

Por su parte, Francisco Rojas otorga a Antonio un porte y una voz que consolidan su interpretación y que tiene una de sus mayores cotas en las exaltaciones de amistad por Bassanio. Finalmente, Héctor Carballo (aún en la memoria su impecable actuación en Isabel), da al personaje de Lorenzo unos toques cómicos y románticos que hacen de su interpretación una nueva sólida muestra de su talento al que también nos tiene acostumbrados, como Fernando Sendino en el papel de Graciano o Rafael Ortiz como Lanzarote, de una comicidad exquisita.

Con todo lo dicho, no extraña que el público aplaudiese a rabiar y desde este blog le deseo al equipo una fructífera andadura en esta nueva y conseguida inmersión en el universo creativo de William Shakespeare

viernes, 13 de febrero de 2015

José Manrique de Lara: "La gente se siente reflejada en los personajes de "El amigo de mi hermana'"

La cartelera madrileña está repleta de obras de teatro para todos los gustos y desde diciembre en Nave 73, un título está haciendo disfrutar a los espectadores. Se trata de El amigo de mi hermana. Con dirección de José Manrique de Lara, él mismo adapta la película homónima de Lynn Shelton para contarnos la historia de Nico (Alvaro Doñate), Iris ( Beatriz Manrique de Lara) y Estela (Ana Gete), tres personajes cercanos que atraviesan un complicado momento vital.

El Rinconcillo de Reche ha hablado con José Manrique de Lara (Granada, 1980), actor formado en la Escuela de Cristina Rota para que nos hablase de esta obra que puede verse todos los viernes del mes febrero a las 22:30 horas. Pasen, lean y vayan a verla.


José Manrique de Lara, director de El amigo de mi hermana
Pregunta: ¿Qué motiva elegir El hermano de mi hermana, basada en una película, para llevarla a escena?

José Manrique de Lara: En primer lugar fue la necesidad de seguir haciendo cosas en nuestra profesión y seguir creciendo y aprendiendo. Vimos la película y nos gustó mucho y para mí fue un reto enfrentarme a la adaptación de una película. A todos los miembros de la compañía nos gusta mucho este tipo de cine, ya que se basa mucho en la improvisación. Nos pusimos en contacto con Lynn Shelton y nos pidió que fuésemos lo más fieles posible al texto. Cuando nos pusimos a ello existía la dificultad de trasladar a teatro la película pero ésta tiene la peculiaridad de que la acción transcurre en una casa y podíamos ubicarlo más fácilmente.

P.: ¿Qué tenía la historia de la película para que le interesase?

J.M.D.L.: Su naturalismo, sensibilidad y sencillez. A mí me gustan las historias que hablan de las emociones, sin grandes locuras ni llevando las cosas al extremo. Ver historias cotidianas y en este caso los personajes están en un momento de sus vidas que necesitan cambios.

P.: El mundo interior de los personajes también les habrá atraído...

J.M.D.L.: Por supuesto, el personaje de Nico no puede superar la muerte de su hermano Toni, Iris, la ex de su hermano tiene un feeling especial con él y Estela viene de una relación de siete años y, de la noche a la mañana, está destruida. Los personajes necesitan calor y volver a encontrarse a sí mismos. Es una historia de pequeñas cosas y de la capacidad para enfrentarse a los miedos que tenemos.

P.: Y por lo tanto, el espectador puede sentirse identificado en un momento determinado...

J.M.D.L.: Totalmente, eso fue lo que me atrajo de la historia cuando la vi por primera vez. Me vi muy reflejado en el personaje de Jack/Nico y me conmovió mucho y me hizo reflexionar sobre los miedos que tenemos, las capas que nos creamos a lo largo de la vida...

P.: Claro, y no hace falta haber vivido exactamente lo que le pasa a los personajes...

J.M.D.L.: No hace falta en absoluto. Hay palabras que las trasladas a tu propia vida y las emociones pueden ser similares. Eso hace que, al ser una historia tan cercana, el público comprende a los personajes, es casi inevitable no comprender lo que les pasa a los tres personajes. Tenemos la capacidad de ponernos en el lugar del otro.

P.: Al hacer la adaptación ¿ha ubicado la historia en el mismo lugar, la han trasladado a España...?

J.M.D.L.: La ubicación la hemos neutralizado. Sí lo hacíamos durante los ensayos y pensamos en Barcelona y, montado en un ferry, llegabas a Formentera. Pero luego lo hemos suprimido en el montaje que el público ve porque, es una historia tan humana, que no tiene fronteras, daba igual dónde transcurriera la acción.

P.: Centrándonos en su labor como director ¿se ha desmarcado de las interpretaciones de la película a la hora de trabajar con los actores?

J.M.D.L.: Si, sí. Los personajes tienen la misma raíz pero cada uno de los actores le da su propia visión. Al principio, yo, como director, tenía la película muy presente y me costaba desvincularme de ella. Pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que no hay necesidad de copiar y queríamos darle a la obra nuestra propia visión y personalidad.

Los tres actores de la obra
P.: El amigo de mi hermana es otro ejemplo de película llevada al teatro en España, como ha pasado con El hijo de la novia de Juan José Campanella o La caída de los dioses de Visconti que dirigió Tomaz Pandur. ¿Para usted son, por lo tanto, otra rica fuente de inspiración?

J.M.D.L.: Sí, todo puede ser, en general, una fuente de inspiración. Un libro, una canción, porque cuentan historias. Además, la música es muy importante en esta función tiene mucha importancia ya que un músico Gelo Nutopía, ha compuesto la letra y la música para la obra, y la toca en directo. Al partir de una película, para mí era muy importante meter la música porque en el cine empuja las emociones. Gelo, además de los tres temas, acompaña la escena más intimista de la historia, y ayuda a crear una emoción. Además, como mi formación inicial es como actor, ver actuar a mis compañeros ha sido un experiencia maravillosa.

P.: ¿Cómo están siendo las reacciones del público?

J.M.D.L.: Desde el principio hemos tenido reacciones muy positivas y eso es un logro teniendo en cuenta la gran oferta teatral que hay ahora mismo en Madrid, y estamos teniendo mucha suerte.

P.: Como actor, ha hecho una obra de teatro con un maestro como Jaime Chávarri ¿Cómo recuerda la experiencia de ser dirigido por él?

J.M.D.L.: El recuerdo es muy bueno. Jaime es una bellísima persona y muy paciente, que observa mucho, con mucha tranquilidad. La obra tenía un corte muy cinematográfico y trabajando en El amigo de mi hermana me acordaba mucho de aquel montaje y pensaba en cómo haría las cosas Jaime Chávarri, que, además, tiene una gran humanidad y su forma de hablarte y de expresarse te tranquiliza y te hace disfrutar trabajando, que es como mejor se trabaja.

P.: ¿Qué le diría a alguien para que vaya a ver El amigo de mi hermana?

J.M.D.L.: Porque es una oportunidad de sentarnos y que nos hagan ver que las cosas son más fáciles de lo que creemos. Si quieres algo, ve a por ello y no te centres en las cosas que te impiden lograrlo. La obra va de eso, de encontrar lo que buscas y se sale de la función viendo el lado positivo de la vida. Y con la idea de que hay que ir con respeto por la vida.

jueves, 12 de febrero de 2015

"El mercader de Venecia" vuelve a las tablas del Lope de Vega gracias a la Compañía Noviembre

Eduardo Vasco cuenta con su equipo artístico y técnico habitual para poner escena otra obra inmortal de la Historia del Teatro


Tras dejar la dirección de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, el director Eduardo Vasco retomó la actividad de Noviembre Compañía de Teatro, que quedó parada tras montar Hamlet en el año 2004. Ese paréntesis ha desaparecido y lo ha hecho poniendo en pie otras obras de William Shakespeare con gran éxito de crítica y público. Si en 2012 montó Noche de Reyes y en 2013 Otelo ahora se ha decantado por El mercader de Venecia, otro título inmortal del genial dramaturgo inglés

El montaje llega a Sevilla, concretamente al Teatro Lope de Vega, donde permanecerá en cartel desde hoy hasta el domingo, tras su estreno la semana pasada por el Teatro Calderón de Valladolid, coproductor del mismo. Para llevar a buen puerto esta nueva aventura teatral Eduardo Vasco se ha rodeado de un equipo que conoce bien: Yolanda Pallín es la autora de la versión, Lorenzo Caprile es el responsable del vestuario o Carolina González a cargo de la escenografía. Musicalmente la obra cuenta con piezas de Brahms y Schubert.

Con respecto al elenco, Vasco cuenta con actores que han trabajado anteriormente con él como Arturo Querejeta, quien, tras ser Yago, se mete en la piel del judío Shylock. Francesco Carril, ya en Noche de Reyes, interpreta en esta ocasión a Bassanio, Isabel Rodes encarna a Porcia, Cristina Adua a Yéssica, Francisco Rojas a Antonio, o Héctor Carballo a Lorenzo, completándose el reparto con Fernando Sendino (Graciano), Rafael Ortiz (Lanzarote), Lorena López (Narissa) y Jorge Bedoya (Salerio).
El equipo de El mercader de Venecia en Sevilla. Alejandro Reche Selas
El equipo presentó hoy la obra a los medios sevillanos la obra que mezcla elementos tales como el amor, la amistad, la justicia, los valores éticos y morales y el dinero. Eduardo Vasco señaló que el texto "es muy actual porque va de un joven que vive por encima de sus posibilidades y pide un crédito avalado por un amigo, y al no poder pagar, el usurero decide ejecutar todas las cláusulas del contrato". 

Vasco calificó El mercader de Venecia como "una comedia romántica, donde el trasunto es lo que ocurre judicialmente alrededor del judío y hemos apostado por contar también esas zonas oscuras del texto. Es una obra que apuesta por un estilo propio como compañía: trabajo actoral, mecánica contemporánea, ambientación, en este caso, romántica y la manera de contarla al espectador tiene que ver con nuestros tiempos, con un sello reconocible como compañía e intentamos ser fiel a nuestro estilo".

Arturo Querejeta se refirió a El mercader de Venecia como "una mezcla de comedia y drama con tintes de tragedia. La comedia la sirven la alegría y la juventud de tres parejas y el lado oscuro lo representa Shylock, mi personaje, que pone en tela de juicio hasta dónde puede ponerse el límite del imperio de la ley. Un contrato suscrito por dos partes puede arruinar a una de ellas. Si en Otelo Shakespeare hablaba de los malos tratos, en esta obra pone en tela de juicio todo el sistema financiero".

Francesco Carril señaló que en esta obra Shakespeare se habla de temas como "la compasión y de las apariencias, personas que se disfrazan, Bassanio, mi personaje, está preocupado por cómo se le ve socialmente, con una relación extraña y ambivalente con el personaje de Antonio.

Isabel Rodes, quien interpreta a Porcia, matizó que su personaje "es una mujer fuerte, valiente, instruida y suficientemente inteligente para conseguir sus deseos por encima de las leyes establecidas y hace todo lo que puede para que su amor siga. La obra permite viajar por distintos géneros. Porcia defiende la caridad de las personas y se agarra a la ley para salvara Antonio".

Francisco Rojas, Antonio en la obra, admitió  haberla redescubierto y confirmó que es "muy ambigua, parece una comedia pero con un trasfondo amargo y el final feliz lo es en apariencia. Yo creo que es una tragicomedia donde los buenos no son tan buenos ni los malos son tan malos".

En la obra hay muchos elementos, como el rechazo al judío o los cofres que juegan un papel determinante en la elección de Bassanio como pretendiente de Porcia. Sobre este tema Rodes señaló que, con ese pasaje se quiere transmitir el mensaje de no dejarse guiar por las apariencias, que es lo que mueve el mundo" Vasco añadió que es un pasaje "con elementos de cuento, que recuerda un poco a Las Mil y Una Noches y tiene que ver con el mensaje de que el valor a defender no tiene que ser el material".

Este nuevo montaje es una oportunidad para ver en escena una obra que en España se recuerda por ejemplo por el Estudio 1 protagonizado en 1967 por José Bódalo, Julio Núñez, Pablo Sanz, Gemma Cuervo y Marisa Paredes bajo la dirección de Pedro Amalio López y por los montajes teatrales, como el dirigido en 1992 por José Carlos Plaza e interpretado por José Pedro Carrión, Ana Belén, Tony Cantó, Chema Muñoz, Roberto Enríquez y Ana Labordeta.
José Pedro Carrión en 1992 interpretando a  Shylock
También la montó en España Denis Rafter en 2008 con Fernando Conde, Juan Gea y Natalia Millán y en el cine es muy célebre la película rodada en el 2004 por Michael Radford con Al Pacino, Jeremy Irons, Joseph Fiennes y Lynn Collins

El mercader de Venecia se representará en Sevilla hoy jueves, el viernes y el sábado a las 20:30 horas y el domingo a las 19:30 horas. Las entradas con precios que oscilan entre los 4 y los 21 euros, pueden adquirirse en las taquillas del Teatro o a través de la web http://www.generaltickets.com/