domingo, 9 de abril de 2017

"Life (Vida)": Calvin, el octavo pasajero

Alguien que lea el título de esta crítica puede que piense que he ido a lo fácil pero, visto lo visto Life (Vida) es una película que empieza con un aire trascendental (esos primeros planos de la nave y el exterior como si fuese un documenta espacial para National Geographic) para ser una mutación de la obra maestra que Ridley Scott estrenó en 1979.

El director sueco Daniel Espinosa, tras muestras de su saber hacer como El Invitado (2012) o El niño 44 (2015) cuenta en esta ocasión con Rhett Reese y Paul Wernick, guionistas de Deadpool (Tim Miller, 2016) y secuela para narrar una historia que los responsables de la misma afirman que está inspirada en el filme de Scott (ya les digo que no hacía falta, porque no es evidente, sino lo siguiente. Aquí los guionistas han añadido la gracia de bautizar a la criatura (que comienza siendo un ser microscópico con una capacidad de desarrollo fuera de lo común) como Calvin (ignoro si la famosa marca de ropa interior y colonia ha patrocinado la película).
                                                                                                   
Jake Gyllenhall en plena pesadilla espacial
Pues bien, la historia de Life (Vida) se resume muy rápido: Si ya hay personas que se despiertan de mal humor por las mañanas ¿para qué despertar a un ser de otro planeta que no sabes por dónde te va a salir? Pues por eso pasa lo que pasa en la película. Para, además, contar una historia que ya sabemos cómo va a evolucionar, Espinosa muestra a Calvin y su evolución todo el tiempo y provoca el caos entre la tripulación con un par de escenas muy gráficas que apelan a la angustia. 

El reparto está compuesto por un grupo de actores muy diverso: Ryan Reynolds tiene un par de frases graciosas y sale sólo la primera hora de metraje (creo que no tengo que explicar la razón con un bicho del espacio exterior con una inteligencia apabullante, así como su capacidad de resistencia a situaciones desfavorables extremas que anda suelto por una nave).

El peso recae en Jake Gyllenhaal, actor versátil donde los haya, con ejemplos como El día del mañana (Roland Emmerich, 2004), Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005), Zodiac (David Fincher, 2007), Prisioneros (Dennis Villeneuve, 2013) o Animales Nocturnos (Tom Ford, 2016) y en Rebecca Ferguson, compatriota de Espinosa que dio la campanada acompañando a Tom Cruise en Misión: Imposible. Nación secreta (Christopher MCQuarrie, 2015) y destacó en el thriller La chica del tren (Tate Taylor, 2016) junto a Emily Blunt. La actriz rusa Olga Dihovichnaya, así como el japonés Hiroyuki Sanada, visto en El último samurai (Edward Zwick, 2003) o Lobezno Inmortal (James Mangold, 2013) y el británico Ariyon Bakare completan la tripulación que se embarca en ua misión con mortales consecuencias.

La mencionada angustia está acentuada por la espléndida fotografía de Seamus McGarvey que ha demostrado anteriormente en filmes tan diferentes y notables como Las Horas (Stephen Daldry, 2002), Expiación (Joe Wright, 2007) o Los Vengadores (Joss Whedon, 2012).

                   

Si algo se le puede achacar a Life (Vida) claramente es su previsibilidad argumental con repetición de situaciones y clichés del género: ser de otro planeta letal y mucho más inteligente que los humanos, autosacrificios o caídas en trampas por imprudencia. El filme se remata con una escena sorpresa que merecía un extra post créditos finales pero que no existe, lo digo para que se ahorren tiempo una vez acabada la película, de la que tenía muchas expectativas pero su guión hace que no pase a los anales de la historia del cine de ciencia ficción. Alien y su xenomorfo siguen reinando en todas las galaxias y entre los cinéfilos. Calvin no está a la altura.

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