martes, 6 de febrero de 2018

"El hilo invisible": Costuras visibles

Desde siempre, auténticos genios en muchos campos han mostrado incluso en público ser un tanto peculiares. A un servidor se le viene a la cabeza Dalí como claro ejemplo de ello. Las manías, la obsesión por la perfección, el deseo de ser el número uno o una personalidad excéntrica son algunas de sus características. El cineasta Paul Thomas Anderson, que empezó a llamar la atención con su segundo largometraje, Boogie Nights (1997) y se consolidó con Magnolia (1999) juega con las nociones mencionadas para escribir y dirigir su último largometraje hasta la fecha, El hilo invisible, centrada en un modisto genial pero con comportamientos excéntricos.

A Anderson no se le puede reprochar su gusto a la hora de rodar y ambientar. Muchos de los planos de esta película, ambientada en los años 50 del siglo pasado, son de gran belleza y exquisitez. No es de extrañar que entre sus seis nominaciones al Oscar se encuentre la de Mejor Vestuario, obra de Mark Bridges, quien ya lo ganó por The Artist (Michel Hazanavicius, 2011) y consiguió otra nominación por su anterior colaboración con Anderson, en Puro vicio (2014). 

Sin embargo, y esto que viene a continuación es una opinión personal de un servidor, el guión, tiene, como dice el título de la crítica, costuras muy evidentes. Lo primero que llama la atención es la actitud de la protagonista, a la que da vida la actriz luxemburguesa Vicky Krieps, vista recientemente en El joven Karl Marx (Raoul Peck, 2017). Su entrada en la vida del modisto interpretado por Daniel Day-Lewis tiene como motor una mezcla de seducción y fascinación, pero los comportamientos posteriores de él (algunos rayan en la locura) hace que, primero, un servidor no entienda que ella continúe a su lado y, segundo, sus propias acciones también descolocan (en especial una en concreto, que se intuye que ocurrirá a la mitad de la película por una escena). Y el final lo carga Anderson de tanta ambigüedad que se sale con la sensación  de ¿qué han querido contar con este filme? Un servidor quiere creer que el personaje de Krieps esconde su particular personalidad tras una careta que se cae en un momento determinado.

Por otro lado Daniel Day-Lewis interpreta al modisto protagonista con la eficacia que suele ser acostumbrada en él. Anderson ha vuelto a contar con él tras Pozos de ambición (2007) por la que ganó el segundo de los tres Oscar al Mejor Actor que posee. Hay que decir que Day-Lewis tiene una de las carreras más sólidas sin haber rodado tantas películas pero su calidad la demostró desde sus inicios, comenzando a destacar en Una habitación con vistas (James Ivory, 1985) y dejando interpretaciones asombrosas en Mi pie izquierdo (Jim Sheridan, 1989), su primer Oscar, o la sobrecogedora En el nombre del padre (Jim Sheridan, 1993), por la que fue nominado. En el caso de El hilo invisible no baja el nivel pero es una interpretación correctísima y creíble sin más. Lo mismo ocurre con el personaje de Lesley Manville, a la que un servidor la ha visto por primera vez en el cine en este filme. Está excelente, su mirada dice muchas cosas más que sus palabras, pero ya está.

El último punto en que un servidor quiere incidir es en la evidente inspiración real para construir el personaje de Day-Lewis. Y aquí no hay spoilers porque, sólo con fijarse en algunos nombres, la conexión se saca. Me estoy refiriendo al maestro del suspense Alfred Hitchcock, otro genio con una controvertida personalidad, sobre todo en el terreno laboral. Algunas de las conexiones son: el apellido del modisto, Woodcock, el personaje de Krieps se llama Alma, como la esposa del director de Psicosis (1960), Alma Reville y otra mujer en la película se llama Tippy, como Tippi Hedren, la medre de Melanie Griffith y protagonista de Los Pájaros (1963) y Marnie, la ladrona (1964). El personaje de Krieps y el de Manville remiten a otra famosa película del director británico, pero un servidor la deja sin mencionar para que la capten los espectadores que vayan a ver la película.

El hilo invisible tiene un buen arranque, recreándose en el mundo de la moda, las telas y el meticuloso trabajo del personaje de Day-Lewis pero un giro hacia el thriller hace que cambie ligeramente de tono y pierde el sendero que seguía para haber sido un peliculón. 

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