martes, 20 de febrero de 2018

"The Party": Tengo algo que anunciar

En las reuniones de familiares o amigos pueden pasar muchas cosas y muchas de ellas las ha reflejado el cine: veladas cordiales y sin sobresaltos es lo menos frecuente. Muchas veces se han utilizado para hablar del paso del tiempo y de los distintos problemas de una generación como ocurría en Beautiful girls (Ted Demme, 1995). Otras veces se ha variado el motivo: el entierro de un amigo como en Reencuentro (Lawrence Kasdan, 1983) o la reunión de antiguos compañeros de estudio como en Los amigos de Peter (Kenneth Branagh, 1992).

Pero las películas que mayor potencia tienen son aquellas en las que estos eventos entre personas que se conocen desde hace tiempo acaban como el rosario de la aurora, creándose un clima de tensión que estalla, generalmente por el descubrimiento de verdades muy incómodas. por algo que se anuncia y que coge por sorpresa a los reunidos. Celebración (Thomas Vinterberg, 1998), por ejemplo, destapaba un terrible secreto familiar en medio de un cumpleaños y la reciente Perfectos desconocidos (Alex de la Iglesia, 2017) lo hacía a través de un juego que dinamitaba las relaciones de varias parejas.

Por todo lo expuesto The Party podría decirse de entrada que es otra más dentro de este particular tipos de películas, pero la directora y guionista británica Sally Potter, responsable de títulos como La lección de tango (1997), Vidas furtivas (2000) u Orlando (1992), en la que adaptaba la novela de Virginia Woolf, le aporta a su nuevo largometraje una serie de elementos que la hacen atractiva y algo diferente, lo cual siempre es un plus. 

Para empezar, llama la atención la duración: 71 minutos, créditos iniciales y finales incluidos, con lo que lo que es la historia que se cuenta dura algo más de una hora. Eso es ir al grano y recuerda en este aspecto concreto a Un dios salvaje (Roman Polanski, 2011) de apenas ochenta minutos de duración donde se trasladaba a la pantalla la obra de teatro de Yasmina Reza que un servidor vio sobre las tablas de la mano de Aitana Sánchez-Gijón, Maribel Verdú, Pere Ponce y Antonio Molero.

Por otro lado, la ubicación, la manera de rodar y el uso de la impecable fotografía en blanco y negro de Aleksei Rodionov, quien ya trabajó con Potter en la citada Orlando y en Yes (2004), da a The Party un claro aire de cine independiente en su mejor vertiente, donde la atención está puesta en los diálogos y, por supuesto, en los siete magníficos actores con los que Potter cuenta para dar vida a unos amigos con variadas situaciones sentimentales y vitales. Lo bueno del guión es que se guarda varios ases en la manga y un personaje ausente tiene una crucial importancia.

La reunión en casa de un matrimonio para celebrar que la mujer ha sido designada para un importante cargo político es la excusa para que se presenten una serie de personajes donde la sinceridad, las dudas y los excesos se dan la mano. En la costumbre de no desvelar demasiado un servidor se va a centrar en los actores: la siempre elegante Kristin Scott Thomas (a la que se ha visto recientemente encarnando a la esposa de Winston Churchill en El instante más oscuro) interpreta a la mujer que convoca la reunión pero su anuncio es eclipsado por otro, el de su propio marido, encarnado por Timothy Spall, quien protagonizó la aclamada Secretos y mentiras (Mike Leigh, 1996) otro filme donde una reunión familiar estallaba de una manera como pocas veces un servidor ha visto y una verdad desconocida hasta ese momento desencadenaba otras.

Spall sorprende a sus amigos y a su mujer al hacer dos revelaciones y que se salga otra a la luz, las cuales salpican a los demás de una manera o de otra. Esto hace que el personaje de Scott Thomas reaccione de manera violenta pero, y este es uno de los valores del filme, no es un personaje lineal sino que está lleno de aristas, contradicciones y reacciones viscerales y eso es algo que la protagonista de El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996) lo transmite perfectamente deparando una sorpresa final.

En el reparto vuelven a coincidir, tras La Librería (Isabel Coixet, 2017) Patricia Clarkson y Emily Mortimer, ésta última vista también en El sentido de un final (Ritesh Batra,2017). Clarkson da vida al personaje más irónico y molesto del grupo por su tremenda sinceridad y un cierto desencanto con la condición humana y, como se suele decir, reparte y tiene para todos, causando constante desconcierto. Mortimer sorprende con otro registro, el de una lesbiana pareja del personaje de Cherry Jones que también tiene algo que anunciar. Sin embargo, uno de los anuncios que hace Spall pone contra las cuerdas esa relación. Bruno Ganz (inolvidable en El Hundimiento) da vida a un alemán marido del personaje de Clarkson que suele exponer sus ideas sobre temas trascendentales, lo cual choca con la perspectiva de su mujer y la de sus amigos. Finalmente, Cillian Murphy (el año pasado también Dunkeque y en la serie Peaky Blinders) puede ser el personaje más excesivo desde que aparece en pantalla por sus acciones y arrebatos pero deja ver la amargura que guarda dentro.

The Party lleva al extremo algunos acontecimientos y tiene una estructura circular cuya última frase antes de fundir en negro depara la última sorpresa de un guión escrito a base de algunas situaciones ya vistas pero con un toque diferente. Como un plato que se ha servido siempre con sal pero, por poner un ejemplo, se la da un toque de guindilla.  

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