domingo, 25 de marzo de 2018

"Thelma": ¿Qué le ocurre?

La pregunta que pone título a esta crítica es la que un servidor se llevó haciéndose durante buena parte del metraje de Thelma, la nueva película del director Joachim Trier, una de las voces más potentes del cine noruego actual, tras las aclamadas Oslo, 31 de agosto (2011) y El amor es más fuerte que las bombas (2015) con la que dio el salto internacional.

Con Thelma, Trier ofrece una película muy particular a la vez que desasosegante y enigmática. Trier coescribe el guión junto con Eskil Vogt, colaborador del director desde sus cortos previos a su primer largometraje, Reprise (2006). La historia de una joven estudiante que sufre convulsiones extrañas y tiene poderes paranormales que no controla ni sabe la razón de tenerlos, confesado por el propio director, evoca claramente a Carrie (Brian de Palma, 1976) pero con un punto aún más desconcertante. 

Mientras en la mítica película de los 70 el personaje interpretado por Sissy Spacek asume sus poderes y los usa contra aquellos que le han hecho bullying, la joven protagonista de Thelma sufre por lo que le ocurre, por lo que, en un principio, Trier se acerca más al drama que al terror. Pero lo mencionado se va transformando en algo inquietante gracias a una atmósfera enrarecida y a unas imágenes tan potentes como sorprendentes y angustiosas. 
Durante la película, hay una "batalla" entre lo sobrenatural y la ciencia y, sobre todo, la religión. Todo ello supone una fuerte metáfora de esa edad en la que uno busca su identidad y experimentando a nivel social, sentimental y sexual, la protagonista va abriéndose a un mundo desconocido en el que la estricta educación religiosa por parte de sus padres ha sido crucial para que se comporte de determinada manera. Las pruebas médicas a las que se somete ahondan en la complejidad de su mente y de sus poderes. Estos son además mostrados desde la infancia del personaje y un servidor no cuenta más porque ya entraría en el spoiler absoluto.

Trier saca buen provecho de todo lo que dispone. Los actores están perfectos en su papel. La protagonista, interpretada por Eili Harboe (vista en La Ola, la anterior película del director Roar Uthaug antes de la actual Tomb Rider) es un ejemplo de cómo decir mucho con tan poco, su timidez y sus inseguridades la hacen muy vulnerable, algo que Harboe transmite magníficamente. Por cierto, a un servidor le recordó vagamente a Claire Danes. Por su parte, Kaya Wilkins, cantante de profesión, es el oscuro objeto de deseo de la protagonista y una de las causantes de su angustia ante un suceso paranormal que acaece. Finalmente, habría que destacar la pareja que interpreta a los padres de Thelma: Henrik Rafaelsen, visto en Siempre feliz (Anne Sewitsky, 2010) filme ganador del Giraldillo de Oro en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, y Ellen Dorrit Petersen. Se da la circunstancia de que ambos coincidieron en el filme Blind (2014), dirigido precisamente por Eskil Vogt, coguionista de Thelma.

La película juega con la ambigüedad con respecto al personaje de Thelma. A medida que se van desvelando detalles no se sabe qué pensar sobre ella y Trier juega con eso porque, bajo el punto de vista de un servidor, la naturaleza de sus poderes y la consciencia o no de ellos hace que en un determinado momento, se vea a Thelma con otros ojos. Para llegar a esa percepción Trier nos ha ofrecido imágenes impresionantes como una lámpara moviéndose peligrosamente durante un concierto, una serpiente que recorre el cuerpo de Thelma hasta meterse en ella de una forma que recordaba a una de las promociones de American Horror Story: Coven, una piscina que se convierte en una trampa o un lago helado que es recorrido por Thelma de niña con su padre. En ese mismo lugar se producirá una de las escenas más terribles de la película. Muchas de estas imágenes están bajo la sombra de la duda con respecto a qué o quién las provoca.

Lo que no hay que negar es que muchas de estas imágenes, como el cielo entre rosáceo y malva del paisaje nevado donde está el citado lago helado, son de una gran belleza de ahí el contraste de emociones que provoca su visión, y esto es gracias a la gran fotografía de Jakob Ihre también colaborador habitual de Trier desde su etapa como director de cortos.

Thelma es un filme que atrapa sin darse uno cuenta, al menos eso le ocurrió a un servidor. Puede gusta o no, pero indiferente no deja.  

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