domingo, 16 de septiembre de 2018

"Todos lo saben": Drama sin estridencias

El cine no entiende de fronteras culturales ni de idiomas para contar una historia. El prestigioso director y guionista iraní Asghar Farhadi, que está convirtiéndose en pocos años en un referente por la calidad de su filmografía, reconocida con premios como los dos Oscar a la Mejor Película Extranjera por Nader y Simin. Una separación (2011) y El viajante (2016), lo demuestra con su nueva película, Todos lo saben, rodada en España y en español. Farhadi repite así la experiencia de rodar fuera de su país y en otro idioma, como ya hizo en El pasado (2013), rodada en Francia, en francés y por la que Bérénice Bejo ganó el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes

Ahora, con Todos lo saben, escribe y dirige un drama ambientado en un pueblo español donde la celebración de una boda se ve ensombrecida por la desaparición de una niña. El director de la también aclamada A propósito de Elly (2009) apuesta por contar las cosas tomándose su tiempo, con una descripción del ambiente y las relaciones familiares y de amistad entre los personajes con el fin de situar en todos los aspectos al espectador antes de que ocurra el acontecimiento principal de la trama. Para lo primero se sirve de una espléndida fotografía de José Luis Alcaine (gran maestro de la luz en activo desde los años sesenta y ganador  de cinco Goyas), que hace un trabajo impecable en todas la película, destacando, por ejemplo, las escenas en un campanario o las nocturnas sin luz eléctrica.

Todos lo saben es una película especial porque historias sobre personas desaparecidas se han contado en el cine desde hace mucho tiempo, pero aquí Farhadi utiliza ese hecho, sin perderlo en ningún momento de vista, para hablar de otros temas, como los rencores del pasado o las consecuencias, para algunos personajes, de saber algo que desconocían hasta ese momento.  Por lo tanto no estamos, según el parecer de un servidor, ante un McGuffin al uso. A un servidor le ha recordado esta fórmula narrativa a la película francesa Las granjas ardientes (Jean Chapot, 1973) con Alain Delon y Simone Signoret, en la que la investigación de una muerte hace que se desvele una relación oculta en el seno de una familia sobre la que recaen las sospechas, con la diferencia de que aquí el McGuffin era absoluto.

Farhadi sabe bien cómo quiere contar la historia, sin repetir algunos trillados lugares comunes de películas de secuestros. Lo que le interesa es, aparte de mantener la intriga sobre la identidad del responsable, analizar las acciones y reacciones de los personajes. Por eso compone escenas de grupo (entre los miembros de la familia y el personaje de Bardem) en las que fácilmente todo podría explotar como hacía Mike Leigh en Secretos y mentiras (1996), por ejemplo. El director iraní opta por mantener una calma tensa, donde se sueltan algunos reproches pero sin hacer escenas exageradas (hay una en un bar que no llega a ser excesiva) ni, como se dice popularmente, sacar los pies del tiesto, de ahí que la dirección de actores sea otro de los aciertos del filme.

Penélope Cruz interpreta de manera ejemplar a la madre de la niña desaparecida. Es la que tiene las reacciones más desgarradoras, pero todas medidas dentro de lo que su personaje está viviendo. Menuda manera de mostrar, por ejemplo, un ataque de ansiedad, además de la desesperación  y la impotencia  por no saber qué hacer y pensando qué le habrá pasado a su hija o cómo estará. La inolvidable protagonista de La niña de tus ojos (Fernando Trueba, 1998) o Volver (Pedro Almodóvar, 2006) y ganadora del Oscar por Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen, 2008) hace una composición muy creíble de cómo se sentiría una madre en la situación en la que se encuentra su personaje.

Por otro lado Javier Bardem demuestra su carácter camaleónico con un personaje que es para llevárselo a casa, mostrando una bondad y un cariño que hace que se empatice con él desde el momento en el que aparece y se desmarca totalmente de los papeles oscuros o de villano que ha hecho últimamente en, por ejemplo, Skyfall (Sam Mendes, 2012),   Piratas del Caribe. La venganza de Salazar (Joaquin Ronning y Espen Sandberg, 2017) o, yendo un poco más atrás, No es país para viejos (Hermanos Coen, 2007) por la que ganó el Oscar. Su personaje en Todos lo saben se involucra en la búsqueda de la niña de una manera que asombra a la propia familia de la desaparecida y su evolución es asombrosa, sobre todo al saber el dato que  un servidor no ha desvelado pero que ha mencionado como uno de los puntos clave del guión. Desde ese momento el peso de la responsabilidad recae sobre sus hombros y su estado de desesperación e incertidumbre se ejemplifica en el clímax final.

Por su parte, Bárbara Lennie, está maravillosa como la mujer del personaje de Bardem, con una naturalidad que a un servidor no le extraña al haberla visto en tres montajes teatrales brutales: Veraneantes sobre la obra de Gorki y Misántropo, sobre el clásico de Molière, ambas dirigidas por Miguel del Arco, y La clausura del amor, escrita y dirigida por Pascal Rambert. El comportamiento de su personaje también tiene un arco asombroso y sus reacciones son comprensibles ante los acontecimientos, la contemplación del comportamiento de su marido y lo que sale a la luz.

La película cuenta con actuaciones muy notables de los siempre geniales Eduard Fernandez, Ramón Barea o Elvira Mínguez, la cual asombra con lo que transmite con la mirada y con el comportamiento de su personaje. En el reparto, donde jóvenes como Sara Sálamo o Jaime Lorente (La casa de papel) tienen su momento para lucirse, se nota una descompensación, en la modesta opinión de un servidor, con el personaje al que da vida Ricardo Darín, que tiene su peso y buenas escenas pero se tiene la sensación de que se le podía haber sacado mucho más provecho, así como también ocurre con los personajes de Inma Cuesta (quien, por cierto, canta la canción de los créditos finales) y Roger Casamajor, cuya boda es el arranque de la película y el motivo de reunión de los personajes. Ambos están correctísimos pero se echa de menos que intervengan más.    

Como curiosidad fue un asombro para un servidor ver a Mario Martín repitiendo el papel de cura que hace en El secreto Puente Viejo, donde además oficia muchas bodas y a Inma Sancho, que interpretó a un malvado personaje en la misma serie donde por cierto, Lorente también estuvo un tiempo 

Todos lo saben es un drama algo atípico, donde algunos acontecimientos se desarrollan de manera imprevisible y que tiene un final que tampoco es convencional pero que incide en la importancia de los silencios y dejó a un servidor pensando cómo será la vida de los personajes desde que la pantalla funde, no en negro, sino en blanco en este caso. Farhadi demuestra en esta película, hablando en general, con las salvedades mencionadas, cómo controla el tempo narrativo y dirige a los actores, haciendo que se vea a las claras la enorme calidad interpretativa que tienen, con Bardem y Cruz dejando una impresión gratísima, constatando su comprensible prestigio internacional como actores.  

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