martes, 13 de diciembre de 2011

Prosa, teatro y cine: Tres formatos perfectamente compatibles

Una misma historia puede ser contada de diversas maneras, pero si tiene calidad, el atractivo se mantendrá intacto. El cine se ha nutrido de la literatura desde sus inicios y los resultados han sido estupendos, algo que se ha aplicado dentro de los distintos géneros literarios. En ocasiones la ecuación de la novela, o un libro en prosa, con el teatro y el cine han dado origen a películas ejemplares. Pero también, en ocasiones, las novelas se han llevado a los escenarios con un éxito espectacular. De estos dos aspectos trata este post debido a los recientes estrenos de Drácula en el teatro y la película Un método peligroso en los cines.

Aquí tenemos dos ejemplos de la ecuación que he mencionado desde el principio. La novela Drácula, como ya dije con motivo del estreno en Sevilla de la obra de teatro encabezada por Emilio Gutiérrez Caba y Ramón Langa,  escrita por Bram Stoker en 1897, fue llevada a escena de la mano de Hamilton Dean y John L. Balderstorn, y fue la fuente de inspiración para la película dirigida por Tod Browning en 1931 con Bela Lugosi de protagonista.
Escena de Drácula (1931), con Bela Lugosi
Por su parte Un método peligroso es el resultado más reciente del mismo proceso esta vez hecho por un experto en la materia: Christopher Hampton. Este prestigioso guionista se sirvió de un libro de John Kerr, para convertirlo en una obra de teatro que dio pie al guión de la película dirigida por David Cronenberg sobre la relación de Freud y Carl Jung y protagonizada por Viggo Mortensen, Michael Fassbender y Keira Knightley.
Knightley y Fassbender en el filme de Cronenberg
Hay que señalar que este proceso de convertir un libro en obra teatral y posteriormente en guión cinematográfico no es nuevo para Hampton, ya que en 1988 realizó el mismo trabajo con la novela epistolar del siglo XVIII Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos sobre las intrigas y conspiraciones del Vizconde Valmont y la Marquesa de Merteuil. La obra de teatro que escribió Hampton fue la base de la película dirigida por Stephen Frears y protagonizada por Glenn Close, John Malkovich y Michelle Pfeiffer, y que proporcionó a Hampton un Oscar al Mejor Guión Adaptado
El trío protagonista de Las amistades peligrosas
La novela de De Laclos ha sido llevada al cine en varias ocasiones, incluso se hizo otra versión al año siguiente del filme de Frears, dirigida por Milos Forman, con guión de Jean Claude Carriere, pero el filme de Frears es el más recordado, gracias al guión y la obra de teatro de Hampton que ha dado pie a versiones sobre el escenario ejemplares como la que protagonizaron Amparo Larrañaga, Maribel Verdú y Tony Cantó, dirigidos por Ernesto Caballero en 2001.

Otra novela convertida en obra de teatro y posteriormente en una gran película  fue Washington Square, escrita por Henry James en 1880, sobre una joven rica pero poco agraciada fue adaptada al teatro de la mano de Ruth y Augustus Goetz, quienes la adaptaron al cine para dar como resultado la impecable La Heredera (William Wyler, 1949) película ganadora de cuatro Oscar entre ellos el de Mejor Actriz para Olivia de Havilland, el segundo de su carrera, en una historia en la que era acompañada por Montgomery Clift.
Montgomery Clift y Olivia De Havilland en La Heredera
Dejando a un lado la ecuación novela, teatro y cine, podemos hablar de cómo estos elementos también se combinan a la par perfectamente, pero yo me quiero detener en combinaciones curiosas. Es muy normal que las novelas y las obras de teatro se adapten al cine, pero no son muy corrientes binomios como películas o novelas llevadas al teatro, independientemente de que hayan sido llevadas al cine con anterioridad. 

En los escenarios españoles existe ahora mismo esta tendencia como lo demuestran las representaciones sobre las tablas de varias novelas muy conocidas como Madame Bovary de Gustave Flaubert, en un reparto encabezado por Ana Torrent, bajo la dirección de Magüi Mira, La sonrisa etrusca, escrita por José Luis Sampedro, protagonizada por Héctor Alterio y Julieta Serrano, con dirección de José Carlos Plaza o De ratones y hombres, la novela de John Steinbeck, protagonizada por Roberto Alamo, Fernando Cayo e Irene Escolar dirigidos por Miguel del Arco. De igual modo, se ha visto llevada al escenario una película: La caída de los dioses (Luchino Visconti, 1969), con Belén Rueda, Pablo Rivero y Alberto Jiménez bajo la dirección de Tomaz Pandur.
Rueda y Rivero en el montaje de Pandur
Pero si echamos un vistazo al pasado comprobaremos que la tradición de adaptar a los escenarios textos en prosa no es algo nuevo. Se han llevado a cabo representaciones de diversas novelas como por ejemplo Fortunata y Jacinta. La obra maestra de Benito Pérez Galdós es conocida sobre todo por la serie de televisión dirigida por Mario Camus en 1980 y protagonizada por Ana Belén y Maribel Martín pero previamente había sido adaptada al cine y al teatro, lo que nos interesa en este caso. 

En 1930 la legendaria Margarita Xirgú la representó en el Teatro Español, Más tarde, en 1969, con versión de Ricardo López Aranda, se representó de nuevo, con dirección de Alberto González Vergel y con un reparto encabezado por Nati Mistral, Lola Herrera y Sancho Gracia. Más recientemente, en 1993 se realizó un nuevo montaje de la misma versión dirigido por Juan Carlos Pérez de La Fuente con Juan Gea, Nuria Gallardo y Carmen Conesa, sustituida al año siguiente por Maru Valdivieso.
Nuria Gallardo y Juan Gea en Fortunata y Jacinta (1993)
Galdós ha sido un autor cuyas novelas han sido llevadas al teatro como Marianela estrenada también por Xirgú en 1916 en una adaptación realizada por los Hermanos Alvarez Quintero, Tristana fue representada en 1993 por Victoria Vera y Manuel de Blas, y Misericordia tuvo un exitoso traslado a los escenarios en 1972 con María Fernanda D'Ocón dirigida por José Luis Alonso de Santos.

En los últimos años se han visto representadas novelas como El Graduado, la novela de Charles Webb, cuya versión cinematográfica lanzó a la fama a Dustin Hoffman en 1967. La protagonizó en 2005 Angela Molina, como la madura y atractiva señora Robinson junto a su hija Olivia. Por otro lado, en 2004, El retrato de Dorian Gray, la inquietante novela de Oscar Wilde, fue puesta en escena por María Ruiz con Eloy Azorín, (sustituido luego por Mariano Alameda), Juan Carlos Naya y José Luis Pellicena con versión de Fernando Savater y un exitoso estreno en el Teatro Lope de Vega de Sevilla.
Azorín y Pellicena representando la novela de Wilde
Espero que a los amantes de la buena literatura, el cine y el teatro hayan disfrutado, y comprobado, que son  medios de expresión artística totalmente complementarios.

1 comentario:

  1. Si me gusta el teatro el teatro es gracia a ti.Poco a poco me has ido introduciendo y esta claro,que cada día me gusta mas.He visto verdaderas obras maestras y actores inmpresionantes.Te doy las gracias por acercarme a este mundo tan bonito que es,el teatro.
    Milhojasrosas

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