Esta madrugada, a los
96 años,
Joan Fontaine se iba de este mundo. Hermana de
Olivia de Havilland con quien se decía que llevaba años sin hablarse, y tras protagonizar un buen puñado de películas destacables (formó parte del estelar reparto de
Mujeres, que
George Cukor dirigió en
1939) su encuentro con
Alfred Hitchcock fue crucial ya que la convirtió en la protagonista sin nombre de la obra maestra
Rebeca (1940). Esta historia de misterio, basada en la célebre novela de
Daphne Du Maurier, la reunió con
Laurence Olivier y
Judith Anderson, la perversa ama de llaves de la mansión y comienza con una de las más famosas voces en off de la Historia del cine:
Anoche soñé que volvía a Manderley. La película ganó el
Oscar al mejor filme del año.
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Joan Fontaine con Judith Anderson en Rebeca (1940)
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La confianza fue tal que
Hitchcock la eligió para su siguiente proyecto
Sospecha (1941) que la volvía a unir con
Cary Grant con quien había protagonizado la cinta de aventuras
Gunga Din (George Stevens, 1939). En esta ocasión,
Fontaine ganó el Oscar a la Mejor Actriz al encarnar a una atormentada mujer que intuye que su marido era un asesino y quería matarla (originalmente así era pero se cambió el final).
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Con su Oscar por Sospecha (1941)
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La carrera de
Joan Fontaine fue constante y variada: protagonizó en
1943 junto a
Orson Welles una versión de
Jane Eyre de
Charlotte Brontë titulada en España
Alma rebelde, se embarcó en otra exitosa adaptación literaria:
Carta de una desconocida de
Stefan Zweig que
Max Ophüls llevó a la gran pantalla en
1948. Otro éxito en su carrera fue
Ivanhoe (Richard Thorpe, 1952), adaptación de la novela histórica de
Walter Scott donde compartía cartel con
Robert Taylor y
Elizabeth Taylor. Incluso compartió protagonismo con
Sara Montiel en
Dos mujeres y un amor (Anthony Mann, 1956).
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Junto a Elizabeth Taylor en Ivanhoe (1952)
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Aparte de sus intervenciones en televisión también brilló en la adaptación de
Suave es la noche de
F.Scott Fitzgerald que
Henry King dirigió en
1962 y donde
Joan Fontaine actuaba junto a
Jennifer Jones y
Jason Robards.
Peter O'Toole, más allá de Lawrence de Arabia
El actor irlandés de
intensa mirada azul nos dijo adiós el
14 de diciembre a los
81 años de edad. Con muchas nominaciones a sus espaldas ganó el
Oscar Honorífico en
2003, el año que triunfaba
Chicago, de
Rob Marshall.
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El actor con su Oscar Honorífico en 2003
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La carrera de
O'Toole estuvo marcada por el filme de
David Lean Lawrence de Arabia, superproducción rodada en parte en
Almería y Sevilla (en la Plaza de España y en la Casa Pilatos concretamente).
O'Toole estuvo nominado en
1963 por este papel pero perdió frente a
Gregory Peck por su encarnación de Atticus Finch en
Matar a un ruiseñor de
Robert Mulligan.
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Peter O'Toole y su intensa mirada en Lawrence de Arabia (1962)
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La carrera de
O'Toole estuvo impregnada de filmes de corte histórico: En
1964 protagonizó junto a
Richard Burton Beckett, adaptación de la obra teatral de
Jean Anouilh por parte de
Peter Glenville y donde encarnaba a
Enrique II, monarca al que volvió a interpretar en
El león en invierno (Anthony Harvey, 1968) filme que supuso el
tercer Oscar para Katharine Hepburn por su encarnación de
Leonor de Aquitania.
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Con Katharine Hepburn en El león en invierno (1968)
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O'Toole también brilló en filmes como
Lord Jim (Richard Brooks, 1965) adaptación de la novela de
Joseph Conrad, el divertimento
¿Qué tal, Pussycat? del mismo año con guión de
Woody Allen y con un reparto espectacular que incluía a las bellas
Romy Schneider, Capucine o Ursula Andress,
La noche de los generales (Anatole Litvak, 1967) un sólido thriller ambientado en la Segunda Guerra Mundial y formó parte de
El último emperador (Bernardo Bertolucci, 1987), gran triunfadora en los Oscar de ese año.
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Con Orlando Bloom en Troya (2004)
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A
O'Toole se le pudo ver recientemente en la superproducción épica
Troya (Wolfgang Petersen, 2004) dando vida a
Príamo junto a
Brad Pitt, Eric Bana, Orlando Bloom o Julie Christie. También fue visto en la exitosa serie
Los Tudor, encarnando, en la segunda temporada al
Papa Pablo III.
Eleanor Parker, el vértice del triángulo de Sonrisas y lágrimas
Hace una semana moría a los
91 años Eleanor Parker, conocida mundialmente por su papel de
la baronesa que se interpone entre
Julie Andrews y Christopher Plummer en la premiada película musical
Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965) filme que derrotó contra todo pronóstico a
Doctor Zhivago de
David Lean.
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Con Christopher Plummer en Sonrisas y lágrimas (1965)
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La carrera de
Eleanor Parker fue extensa y continuada, destacando, por ejemplo
Cautivo del deseo (Edmund Goulding, 1946), una de las muchas adaptaciones de la novela
Servidumbre humana de
W. Somerset Maughan.
También fue la protagonista de la adaptación de la célebre novela de
Wilkie Collins La mujer de blanco, dirigida por
Peter Godfrey en
1948. En
1951 protagonizaba la famosa
Brigada 21 junto a
Kirk Douglas dirigidos por el siempre eficaz
William Wyler.
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Con Kirk Douglas en Brigada 21 (1951)
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De igual manera despuntó en
filmes de aventuras muy diferentes como
Scaramouche (George Sidney, 1952) ambientada en la Francia Revolucionaria junto a
Stewart Granger y
Janet Leigh o
Cuando ruge la marabunta (Byron Haskins, 1954) con
Charlton Heston en una historia ambientada en África. Otro de sus papeles destacados fue el de
esposa de Robert Mitchum y madre de George Hamilton en
Con él llegó el escándalo (Vincente Minnnnelli, 1960) exitosa adaptación de la novela de
William Humphrey.
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Con Mitchum en Con él llegó el escándalo (1960)
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En la filmografía de
Eleanor Parker se puede encontrar
Fort Bravo, un sólido
western dirigido por
John Sturges en
1953 con
William Holden y John Forsythe, y dos películas junto a
Frank Sinatra: el drama
El hombre del brazo de oro (Otto Preminger, 1955) donde Parker daba vida a la esposa de Sinatra, el cual era adicto a las drogas, y la comedia
Millonario de ilusiones (Frank Capra, 1959), donde Parker se convierte en la mujer ideal para reconducir la vida de Sinatra.
Esto es sólo una muestra del talento de tres estrellas de las que nos quedan sus películas, donde seguirán vivos cada vez que les demos al play.
Descansen los tres en paz.
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