jueves, 7 de mayo de 2015

Donde hay un trabajo bien hecho hay aplausos

          CRÍTICA TEATRAL: DONDE HAY AGRAVIOS NO HAY CELOS

He querido hacer un juego de palabras con el título de la obra que vi anoche transmitiendo las reacciones propias y ajenas ante lo que se ha visto en escena. La reacción del público al finalizar la primera representación en el Teatro Lope de Vega de Sevilla de Donde hay agravios no hay celos (donde estará en cartel hasta este domingo) se ha traducido en aplausos entusiastas, y he de decir que no es para menos.

La tercera obra dirigida por Helena Pimenta en su brillante etapa al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico es un reloj suizo que funciona a la perfección para hablar de temas serios, algunos de ellos novedosos, sin dejar de hacer reír al patio de butacas.

Es de agradecer que se pongan en escena textos como esta comedia de Francisco de Rojas Zorrilla porque para un servidor y supongo que también para muchos, es un gran descubrimiento dentro de nuestro repertorio clásico y tanto la versión de Fernando Sansegundo como la dirección de Pimenta sacan todo el jugo para disfrute de los asistentes a a esa ceremonia mágica que es el teatro.

En esta función se ha apostado firmemente por mostrar toda la comicidad del texto, complementando un impecable trabajo por parte de todos los actores a la hora de decir el verso, todos sin excepción a un nivel grandioso, con un completo trabajo gestual y corporal de primer orden que incrementan las risas.

Donde hay agravios no hay celos trata temas como la suplantación voluntaria de identidades, el amor, el honor y los celos pero también pone el punto de mira, y aquí hallamos uno de los grandes hallazgos de la obra de Rojas Zorrilla y que Sansegundo ha sabido transmitir de manera directa y concisa, en la manifestación de los deseos amorosos y sexuales de las mujeres. Todo lo expuesto no sería posible llevarlo a escena sin un grupo de actores entregados absolutamente.

Jesús Noguero, David Lorente y Clara Sanchis en la función. Ceferino López
Ya que hablo de mujeres, Clara Sanchis, de gratísimo recuerdo gracias a La lengua en pedazos  de Juan Mayorga, brilla como Doña Inés mostrando tanto su lado más intelectual como sus sentimientos más profundos al verse atraída por un "criado". La contradicción de sus sentimientos con su posición social está expuesta a las claras gracias a su gran trabajo. Lo mismo puede decirse de Nuria Gallardo interpretando a Beatriz, moviéndose en el escenario maravillosamente y transmitiendo sus intereses y deseos de manera ejemplar, con un soliloquio que es toda una sorpresa y que ella va desentrañando con ligereza pero, a su vez saboreando las palabras. Tras haber visto el año pasado su ejemplar Lucrecia en La verdad sospechosa, por centrarme en sus trabajos con la CNTC que le he visto, uno no hace más que constatar (por otros trabajos vistos a las órdenes de José Carlos Plaza, Mariano Barroso o Amelia Ochandiano, sin olvidar las obras en las que fue dirigida por el maestro Miguel Narros pero que no vi) que esa niña que debutó con El pato silvestre en el mismo escenario que hoy vuelve a pisar no ha dejado de asombrar con cada trabajo realizado.

Por otro lado Natalia Millán ha sido una grata sorpresa, ya que era la primera vez que la veía sobre un escenario y su interpretación de Doña Ana de Alvarado es impecable, con esa mezcla de sentimientos encontrados, donde el amor y su honra agraviada luchan como dos púgiles en su interior.

El resto del elenco brilla con igual fuerza. Lo de David Lorente, al que recuerdo especialmente como Clarín en  La vida es sueño, la primera obra que montó Pimenta al frente de la Compañía, es, sencillamente de otra galaxia. Su interpretación de Sancho demuestra que tiene una vis cómica arrebatadora y no había vez que hiciese algún gesto o dijese algo que el pública riera a carcajada limpia. Y en lo que se refiere a Rafa Castejón, es una delicia, como al resto de sus compañeros, escucharle decir el verso y compone con Jesús Noguero (el cual no ha podido debutar mejor en la CNTC) una memorable escena final donde imperan los buenos sentimientos. Por su parte Fernando Sansegundo está genial como Don Fernando de Rojas y esa embarazosa situación al relacionar y conocer el conflicto de la obra sin poder decirlo abiertamente. Por otro lado Óscar Zafra se luce en su interpretación de Bernardo sobre todo en sus escenas con Rafa Castejón y Jesús Noguero y complementa junto a la labor de Mónica Buiza un trabajo actoral coral de primera.
Las espadas otorgan muy buenos momentos en la función. Ceferino López
La obra contiene momentos donde se demuestra la sabiduría de Helena Pimenta como directora de escena: Las escenas de lucha con la espada están muy bien ejecutadas y la escena entre Sancho y Beatriz detrás de una sábana, por lo que vemos sus sombras, es de gran belleza, y los bailes contribuyen tanto a añadir mayor comicidad a ciertos pasajes como a cerrar ciertas partes de la obra, por lo que quisiese destacar el gran trabajo de Nuria Castejón en la coreografía y el virtuosismo con el acordeón de Vadzim Yukhnevich, que acompaña a la acción en todo momento.

Además, la función comienza y termina de una de las maneras más hermosas que yo he visto sobre un escenario con los actores unidos entonando un precioso tema en total armonía potenciando el concepto de compañía de cómicos, una profesión a la que los espectadores les debemos muchos momentos memorables. Por todo lo expuesto, GRACIAS.         

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