viernes, 8 de mayo de 2015

Conversación con tres ases del Teatro Clásico: Clara Sanchis, Nuria Gallardo y Fernando Sansegudo

Hay experiencias por las que vale la pena seguir ejerciendo esta profesión a la que me dedico: el periodismo. Y ésta es una de ellas. No todos los días uno tiene la oportunidad de entrevistar a la vez a tres actores colosales, con una trayectoria como yo digo para caerse de espaldas. Con motivo de las representaciones en el Teatro Lope de Vega de Sevilla hasta este domingo de Donde hay agravios no hay celos, comedia de Rojas Zorrilla, y la tercera obra dirigida por Helena Pimenta al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, El Rinconcillo de Reche ha conversado con Clara Sanchís (Doña Inés de Rojas), Fernando Sansegundo (Don Fernando de Rojas y autor de la versión) y Nuria Gallardo (Beatriz).
Con Clara Sanchis, Nuria Gallardo y Fernando Sansegundo     Alejandro Reche
Los tres tienen vínculos en común dentro de la CNTC porque, por ejemplo, en 1997 entran por la puerta grande ya que Fernando Sansegundo hace con Clara Sanchis El anzuelo de Fenisa de Lope de Vega y ese mismo año La venganza de Tamar de Tirso de Molina con Nuria Gallardo, con quien repetiría en La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón en 2013. Sansegundo y Gallardo trabajaron por separado con Miguel Narros, ella en La Estrella de Sevilla de Lope de Vega en 1998 y él en El burlador de Sevilla de Tirso de Molina en 2003. Por su parte Clara Sanchis comienza en el 2005 una etapa gloriosa en la CNTC que comienza con El Castigo sin venganza de Lope de Vega, y continúa con Tragicomedia de Don Duardos de Gil Vicente (2006) y El curioso impertinente de Guillén de Castro (2007). La trayectoria de Fernando Sansegundo en la CNTC se completa con Maravillas de Cervantes en el año 2000, el mismo año en el que Nuria Gallardo interpreta a Rosaura en el segundo montaje de La vida es sueño de Calderón de la Barca que realiza la CNTC, y en el tercero, dirigido por Helena Pimenta en 2012, actuaba Fernando Sansegundo, con lo que así cerramos un recorrido de oro, gracias a las brillantes trayectorias de los tres.  

La entrevista discurre en un ambiente distendido donde se habla de mucho teatro, sus personajes en la función de Rojas Zorrilla, la pasión por el teatro en verso y el trabajo que ello conlleva o la participación en la serie Isabel todo ello con una amabilidad exquisita. Para mí esta entrevista será un momento inolvidable. Espero que para ustedes también. Pasen y lean, porque estos tres grandes actores tienen mucho que contar.     

Pregunta: En Donde hay agravios no hay celos da la sensación de haberse resaltado más la comicidad del texto ¿Cómo fue la labor de realizar la versión y la dirección de Helena Pimenta con el material que tenían entre manos?

Fernando Sansegundo: Yo pienso que no se ha acentuado la comicidad más allá de la que contiene la obra. Al hacer la versión quisimos que mantuviese la misma comicidad que hizo que fuera un éxito en el siglo XVII y que los espectadores de ahora pudiesen sentir algo parecido a los que la vieron representada en un corral de comedias de esa época. No se ha ido a la farsa. Lo que sí tiene es una comicidad muy directa pero está muy basada en los caracteres de cada uno de los personajes, que es otro de los logros del autor, Rojas Zorrilla, ya que parte de tipos pero personaliza mucho y cada uno de los caracteres merecería una historia por separado.

Clara Sanchis: Hay un factor en la dirección de Helena Pimenta que a mí me ha resultado nuevo, divertido y muy interesante a la hora de trabajar el verso: Se ha trabajado de una manera muy física. Lógicamente el verso es complejo, maravilloso y lleno de cosas pero ella ha profundizado mucho en la expresividad del cuerpo, en lo que nos pasa interiormente. Eso se traduce en una comicidad muy animal y comprensible para el espectador, pero también hace que vayamos a muerte cuando se trata un conflicto serio. Lo cómico parte de la desesperación de los personajes ya que ninguno quiere ser lo que le toca ser.
Clara Sanchis en Donde hay agravios no hay celos. Ceferino López

Nuria Gallardo: Es una obra donde hay una línea muy clara y definida en cada personaje, el trazo está hecho muy bien para subirse al tren en marcha.

P.: Ahora vayamos a cada uno de los personajes que ustedes interpretan ya que se salen un poco del arquetipo tradicional. Para empezar, Beatriz no es la típica criada del Siglo de Oro...

N.G.: Sí, creo que es la primera criada al uso que tiene un soliloquio en la Historia del Teatro. Yo estoy encantada interpretándola porque creo que es el primer personaje en mi vida que es comedia pura y dura. Mi personaje no tiene un sufrimiento atroz y sabe sacar muy buen beneficio de las cosas que tiene alrededor. Ella intenta ayudar, por lo que considero que es generosa. Mientras ella saque partido hace lo que sea por los demás. Es un hallazgo este personaje para mí y creo que dramatúrgicamente es una joya, al igual que los demás personajes de la función.

P.: En el caso de Fernando de Rojas , es el único que sabe el conflicto que se plantea en la obra por las confesiones que le hacen por un lado Doña Ana y por otro Don Lope, pero no puede decir nada... 

F.S.: Lo único que ignora es la suplantación de identidades de Don Juan y su criado Sancho. Es un señor que sufre mucho, de una manera que desde fuera hace gracia, no por crueldad sino por cómo se lo toma él. Lo toman como punto de referencia y al que consultan pero no quieren saber su opinión realmente. Actúan así porque parece que, cuando se habla con alguien que se puede considerar una autoridad, si no desautoriza o no pone impedimentos parece que está dando la razón. Todos parecen que vienen a él a justificarse, pero este hombre se siente comprometido con una situación que le supera. Está en un momento de su vida en el que quisiera tener tranquilidad, casar a su hija de una vez y retirarse a sus aficiones pero no le dejan.

P.: Por último Doña Inés llama la atención  por varios factores como son la confesión de celos hacia otra mujer de la misma clase social o su conflicto interno al ver que siente amor hacia un "criado" y que ella misma lo compara a la relación del olmo con la hiedra...

C.S.: Es un personaje precioso. Es una mujer rebelde, que lucha por hacer lo que quiere en una época en el que las mujeres lo tenían todo en contra. Además, como los otros personajes femeninos, habla abiertamente de su sexualidad. Su enamoramiento por Don Juan es muy carnal y erótico, y es una valentía que el autor lo exponga en boca de las mujeres de esa manera, poniendo por delante su deseo físico. Además es una mujer culta y, por el lenguaje que usa, metafórico y filosófico, lo hemos transformado en una gran lectora que siempre lleva un libro en las manos por lo que le da un toque peculiar, no es una dama al uso para nada.

P.: Otro aspecto destacado de la obra es la importancia de los apartes, ya que el primer acto acaba con veinte seguidos y el segundo con diez, enfocando mucho la atención en lo que los personajes callan en cuanto a información y sentimientos...

F.S.: En la obra original estaban agrupados pero no tan claramente y Helena Pimenta quería crear unos mundos aparte, como el resumen de todo lo que había pasado y que toca otro de los temas de la función: el temor de los personajes a decir lo que sienten. El público sí lo oye pero los demás personajes no. Eso está apoyado con música y una coreografía sencilla pero muy eficaz que crea esos mundos aparte en donde el espectador se traslada a los pensamientos de los personajes.

C.S.: Eso crea una intimidad maravillosa con el público y creo que influye en la respuesta que estamos teniendo, porque sólo a ellos les decimos la verdad de lo que sentimos. Coloca al espectador en un lugar agradable y divertido donde lo saben todo.

N.G.: Es una función con una especie de truco desde el momento en que el espectador tiene más información que los personajes y tiene algo como de cuento títeres en el que, cuando aparece el lobo la gente dice: "Cuidado, cuidado". Hay algo muy innato, muy de verdad, ya que, cuando ve aparecer a los personajes el público piensa "Verás la que se va a armar". Y el hecho de saber lo que piensan los personajes, porque se lo cuentan como en secreto para ellos les hace ser mucho más cómplices con todo lo que está pasando y se mantiene hasta el final.

P.: Hablemos un poco de la trayectoria de los tres en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Los tres tienen en común el haber sido dirigidos, antes de Helena Pimenta, por otros maestros muy diferentes entre sí: Clara Sanchís por Pilar Miró, Eduardo Vasco, Natalia Menéndez y Ana Zamora; Nuria Gallardo por Miguel Narros, José Carlos Plaza y Calixto Bieito y Fernando Sansegundo por Narros, Plaza y Joan  Font. ¿Creen que, a pesar de las diferencias entre ellos, tenían y tienen en común una pasión por el verso para afrontar la dirección de obras del Siglo de Oro?

C.S.: Sí, yo creo que hay un disfrute en los directores mencionados y en nosotros también en unos momentos en los que el lenguaje está por los suelos. Trabajar en estas obras, con un lenguaje bello y complejo, es como reconstruir algo que ha existido. Supongo que para los directores, cada uno con su estilo,  también supone entrar en un mundo diferente.

N.G.: Yo pienso que lo que tienen es pasión por la palabra, algo básico para afrontar una obra en verso. No sólo es hacer un montaje, ya que eso ocurre en cualquier función, llevando  a cabo una propuesta escénica, sino que, a la hora de desentrañar el texto y hacer que eso sea real aquí y ahora, hay un trabajo por parte de dirección, actores y equipo técnico muy diferente al de una función que no tiene la dificultad del verso al hablar. Por ello lo primero que ha de haber es mucho trabajo previo por parte de todos y también mucho amor, porque hay que dedicarle, como yo digo, dos más.
Nuria Gallardo en La vida es sueño dirigida por Calixto Bieito
F.S.: Todos los directores con los que yo he trabajado podían ser diferentes pero había una cosa que tenían en común, la incorporación del ritmo. El verso les da un ritmo que les obliga a un tipo de comportamiento, de acción y de velocidad distintos. Ellos sienten que no es que estén montando una ópera pero sí tiene algo en donde el ritmo no se puede descuidar porque si no toda la carpintería se viene abajo.
 Sansegundo a la derecha en La vida es sueño dirigida por Helena Pimenta. C.López
C.S.: Yo ahora estoy recordando que yo entré en El anzuelo de Fenisa haciendo una sustitución con una prueba de lectura con Pilar Miró y recuerdo perfectamente la forma de encarar el verso. Yo había hecho años antes La viuda valenciana de Lope de Vega pero cuando trabajé con ella vi en su forma de trabajar y en la de los demás directores mencionados una pelea por bajar el verso a la tierra y hacer contemporánea esa manera de hablar, una mezcla, con la que creo que conformaron un estilo con una voluntad común de que esa palabra sea comprensible para el público y eso pasa por concretar, no yéndose por los vericuetos de la poética. Recuerdo perfectamente a todos diciendo: "No no, habla, dilo, ¿qué dices en este momento?". Recuerdo que Pilar Miró siempre nos pedía que cerráramos para evitar el cantar.
Clara Sanchis en Tragicomedia de Don Duardos dirigida por Ana Zamora. Chicho
N.G.: Antes era muy de oratoria, muy de recitar y a la nueva generación de directores que vinieron les importaba más, como en todas las funciones, saber qué estás diciendo y dónde estás en cada momento.

P.: Quería pasar a otro tema. Los tres habéis formado parte del gran reparto de Isabel cuya primera temporada se ha vendido ya a más de ochenta países. Todo estaba muy cuidado y todos los actores geniales ¿Cómo ha sido el balance de la experiencia para ustedes?

C.S.: Pues ya que ha mencionado a los actores, diré que creo que algo maravilloso que hizo la productora Diagonal desde que empezó a hacer series de televisión, fue ser los primeros en llamar a actores de teatro, entre comillas. Había una clara voluntad de acceder a nosotros sin esa absurda diferencia que había creada sobre que el actor de teatro no era actor de televisión y ellos vieron que eso no era así. Eso ha permitido ver trabajos impresionantes como los de Pablo Derqui, Nuria Gallardo o Irene Escolar. Se lanzaron a un tipo de interpretación aunque fuese televisión con un cierto riesgo. Han dado un paso muy importante.
Clara Sanchis como Isabel de Portugal
N.G.: Yo creo que fue una muy buena apuesta. Tenía la sensación de ir a trabajar con placer en un medio en el que me he sentido muy cuidada y respetada por todas las personas que había a mi alrededor. Personalmente vi esa voluntad de que no tuvieses la sensación de hacer tu parte e irte sino que te cuidaban y te amparaban. También era una delicia ir encontrándote compañeros, como cuando compartí escena con Clara. Fue un placer.
Nuria Gallardo como Beatriz de Braganza
F.S.: Fue una apuesta por unos actores que no son tan habituales. En otros países es muy normal ver a actores de forma frecuente en los tres medios y se vio esa evolución en los directores. Perdieron el miedo a que saliesen las emociones de una manera distinta, a no tener que provocarlas artificialmente, sólo potenciarlas a través del plano, porque nosotros ya les dábamos ese material.
Fernando Sansegundo como Antonio Veneris
C.S.: Todo eso a pesar de la velocidad y la locura de rodaje porque también hay que decir que Isabel está hecha con un presupuesto menor de lo que parece, pero había un trabajo en los departamentos de arte y vestuario impresionantes. Recuerdo la entrada de Isabel de niña en el Alcázar que parece vista una escena grandiosa y se hizo con pocos medios, por lo que tiene aún más mérito.

N.G.: Con respecto a lo que decía Fernando, yo entro en la segunda temporada cuando todo ese mundo estaba ya creado, y había ensayos antes de rodar cada toma, por lo que  tenías la confianza de poder conversar con el director.

P.: Volviendo a Donde hay agravios no hay celos, finalizan en Sevilla la gira ¿Qué sensaciones tienen?  

C.S.: Ha sido una gira preciosa. La función está viva, nos dejamos la piel cada día y es una pena que termine pero, a su vez, es una alegría terminarla aquí. Esta función es una fiesta.

F.S.: Es muy reconfortante ver a la gente joven sorprenderse y divertirse con esta función, ha sido una sensación muy grata.

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