sábado, 24 de febrero de 2018

"Cyrano de Bergerac": La hermandad de dos lenguas romances

Cuando se habla de clásicos del teatro Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand entra dentro de ese calificativo por méritos propios. Desde su estreno en 1897 su popularidad y aprecio no ha hecho más que aumentar siendo representada por los mejores actores. Hasta el séptimo arte ha sabido trasladar con acierto la historia del personaje de nariz prominente y seductor de palabra hablada y escrita, siendo las versiones de Michael Gordon de 1950, que le hizo ganar a José Ferrer el Oscar y la dirigida por Jean-Paul Rappeneau en 1990 con Gérard Depardieu y Vincent Pérez las más recordadas. Un servidor vio por primera vez esta obra representada en 2015 a cargo de la compañía Junglaria Teatro dirigida por Juan Ruesga en el marco del patio del Palacio de los Marqueses de la Algaba con Néstor Barea, Antonio Raposo, Beatriz Arjona y Nacho Gómez, entre otros

El año pasado se estrenó un nuevo montaje que ha recalado en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, donde permanecerá en cartel hasta mañana, y que ha sido toda una sorpresa. Dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer, de grato recuerdo para el público hispalense por el montaje de Feelgood de Alistair Beaton (que protagonizaron Fran Perea y Manuela Velasco entre otros). Castrillo-Ferrer es autor también de la versión junto a Carlota Pérez-Reverte. El resultado ha sido toda una sorpresa porque, siendo una obra en verso, se ha apostado también por el verso en la totalidad del texto, por lo que parecía que el público asistía a una obra del Siglo de Oro. Tal propuesta tiene su lógica si se tiene en cuenta que Castrillo-Ferrer se formó inicialmente en Francia, por lo que el respeto por el texto de Rostand es algo que ha tenido que estar presente en todo momento, en un ejercicio donde el francés y el español se han dado la mano y lengua original y lengua meta han sido una.
Ana Ruiz y José Luis Gil (Roxana y Cyrano) en escena                                                   Foto: Ayuntamiento de Almería

Por otra parte la versión también destaca por su apuesta por el humor sin olvidar la parte romántica-dramática de la obra, de hecho la escena del balcón y el acto final tienen un tono más diferenciado con respecto al resto. Ese humor incluye unas escenas musicales con los actores entregados al cien por cien y que casan sin dar la impresión de ser algo puesto con calzador en absoluto, sino que aumentan el humor de la obra. Por otro lado, se nota que el director confía en los actores ya que trabajó con varios de ellos en Si la cosa funciona, una versión para las tablas del filme de Woody Allen.

José Luis Gil (de quien un servidor tiene desde siempre un recuerdo desde la infancia al ser el que doblaba a Amis en la magnífica serie animada D'Artacan y los tres mosqueperros) se mete en la piel de Cyrano, tomando el testigo, a nivel nacional de, por ejemplo, José Pedro Carrión o Julio Núñez, el cual lo interpretó en el mítico espacio televisivo Estudio 1 y al que Gil admite haber admirado desde que lo vio. Gil se mete de lleno en el personaje diciendo el verso con gran soltura y desenvolviéndose con agilidad en la naturaleza tragicómica del personaje y sus encontrados sentimientos, entre el amor y la lealtad a un amigo. Por su parte Ana Ruiz interpreta a una deliciosa Roxana, con unos ojos que expresan incluso más que los versos que salían de su boca, lo cual hizo a un servidor recordar la primera vez que la vio en escena haciendo El galán fantasma de Calderón de la Barca. Álex Gadea ha sido otra sorpresa. El inolvidable Tristán de El secreto de Puente Viejo interpreta a Christian dotándole de comicidad, pues es un personaje consciente de que su galanura no está al mismo nivel que su don de palabra y esto lo demuestra en la escena a solas con Roxana, donde se evidencia que sigue necesitando la ayuda de Cyrano, y en la escena donde se percata de que ella está "enamorada" de Cyrano da con el tono justo de emoción a ese momento. Gadea además se desdobla en más personajes que no se desvelarán aquí pero el factor sorpresa también está presente.

El elenco, completado por Carlos Heredia, que hace un gran Conde de Guiche, Nacho Rubio, Rocío Calvo y Ricardo Joven muestran su versatilidad desdoblándose también en varios personajes, se muestran cómplices en el escenario y consiguen momentos cómicos que hacían surgir las risas del público.

En cuanto a la parte técnica también se ha apostado por una ambientación del Siglo de Oro, con una escenografía amoldable a cada escena obra de Alejandro Andújar y Enric Planas y que era una delicia ver en qué se iba transformando en las transiciones además de servir de pantalla para unas proyecciones, de Manuel Vicente, que situaban perfectamente en tiempo y en espacio a los espectadores, además de servir de reflejo del papel de Cyrano en la escritura de una de sus cartas, todo un acierto. Por su parte la ambientación está muy lograda gracias al vestuario de Marie-Laure Benard, la iluminación de Nicolas Fitschel y la música de David Angulo. La escena del balcón es hermosa en composición y en dirección gracias a la conjunción de todos los elementos citados y alos actores que en ella intervienen por supuesto.

Un montaje, en resumen, que hizo las delicias del público y de un servidor que aplaudimos con entusiasmo, será por algo. 

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