sábado, 10 de noviembre de 2018

15 Festival de Cine de Sevilla: Hansen-Love, Emmanuelle Devos y Richard Billinghan centran la atención en la segunda jornada

Durante la segunda jornada del 15 Festival de Cine de Sevilla un servidor ha visto tres películas que le han dejado diferentes impresiones. 

La mejor, bajo un criterio puramente personal, ha sido Maya, que está dentro de la Sección Oficial. Se trata del nuevo trabajo de la directora francesa Mia Hansen-Love, quien fascinase a un servidor con su anterior película, El porvenir (2016), donde Isabelle Huppert daba un nuevo ejemplo de su variedad de registros. En esa película precisamente coincidía con el actor que protagoniza Maya, el joven Roman Kolinka, el cual ya había trabajado antes con la cineasta en Edén (2014). Él encarna en esta ocasión a un reportero de guerra que acaba de regresar de Siria tras vivir una traumática experiencia y decide marcharse a la India y evadirse del mundanal ruido.

Kolinka desprende un magnetismo total desde la primera escena, apareciendo prácticamente en todas. Su relación con las personas que ha dejado atrás, y las que conoce nuevas, sobre todo a la adolescente del título, le harán aflorar sus sentimientos y también contradicciones, dando a entender que esa herida interna que tiene por lo que ha vivido sigue abierta y no quiere que nadie se ate afectivamente  a él, mientras que, por otro lado, esa experiencia no le hace desistir de su empeño de seguir ejerciendo su trabajo. 

Rodada maravillosamente, con una fotografía espléndida, una cuidada selección musical y un tempo narrativo cuidado, se desarrolla una historia de amor de tal manera que a un servidor le dejó un poco frustrado. Eso no quita para valorar la delicadeza y ternura con la que trata a los personajes y los paisajes, introduciendo al espectador aunque sea de pasada, por la manera de vivir hindú.    

Por otro lado en Sección Oficial Fuera de Concurso un servidor vio otra producción francesa, Amin, dirigida por Philippe Faucon en cuyo reparto destaca la presencia de Emmanuelle Devos, receptora del segundo Premio Ciudad de Sevilla de esta edición tras el de Valeria Golino.

Amin se centra en los hombres nacidos en África que se marchan a Europa para ganar dinero dejando en sus países de origen a sus familias. Devos, por su parte, compone un personaje con la sabiduría del cine francés de desprender a sus actores de todo halo estelar para encarnar a gente corriente.

En esta película, que versa sobre las historias de varios de los citados hombres con breves pinceladas, se centra la atención especialmente en el personaje que da nombre a la película al que da vida el debutante Moustapha Mbengue, quien establece una relación con el personaje de Devos, a pesar de tener a su mujer e hijos en Senegal.

Un servidor considera que Amin cuenta una historia interesante pero trata temas de manera superficial o que deja en el aire. Respecto a la relación de los personajes encarnados por Mbengue y Devos, llama inicialmente la atención su naturaleza, que, dicho sea de paso, parece recurrir al cliché del jardinero que establece una relación con la mujer para la que ejerce un trabajo eventual, pero ésta carece de pasión, amor e incluso de seducción previa. Es una infidelidad por parte de él en la que el motor es una fría satisfacción sexual, aunque ha de decirse que en ese aspecto el guión, del que es coautor Faucon, es coherente en ese sentido porque el personaje que interpreta Devos explica la naturaleza de la relación que mantiene. También  es curiosa la contraposición que se expone con respecto a la sociedad senegalesa , muy patriarcal, donde un rumor de infidelidad hace encender a una de las mujeres protagonistas.   

Por su parte, también en Sección Oficial se proyectó la película británica Ray & Liz, ópera prima del fotógrafo Richard Billingham con componentes autobiográficos, ya que retrata su infancia y adolescencia con unos padres que dejan bastante que desear. No es un retrato familiar complaciente en absoluto y la mayor parte del metraje expone vivencias cotidianas que a un servidor aportaron poco.

Los comportamientos de los adultos perjudican a los niños por una actitud de despreocupación absoluta. En ese contexto, el tramo final es el que más ha interesado a un servidor, por una acción solidaria por parte de personas sin vínculos de sangre y que contrasta con la actitud mencionada del matrimonio protagonista y progenitores de dichos.

Esa citada monotonía se ve, a pesar de lo dicho, enriquecida por saltos temporales muy bien realizados técnicamente, con motivos materiales como nexo de las transiciones. Además, es muy significativa la presencia de animales de diversas formas (reales, en cuadros o puzzles) y, particularmente, de insectos, como símbolo de la degradación de uno de los personajes en el presente. 

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