CRÍTICA TEATRAL: LAS BRAGAS
Todo amante del teatro, a mi modo de ver, debe estar abierto a todo tipo de propuestas. Está genial ver sobre el escenario textos clásicos o contemporáneos, aunque conocidos. Pero también descubrir textos desconocidos hasta ese momento, por lo menos para mí, es una grata experiencia. Eso me ha ocurrido viendo Las bragas de Alfonso Zurro, hasta el 20 de febrero en la Sala Duque La Imperdible de Sevilla.
Todo amante del teatro, a mi modo de ver, debe estar abierto a todo tipo de propuestas. Está genial ver sobre el escenario textos clásicos o contemporáneos, aunque conocidos. Pero también descubrir textos desconocidos hasta ese momento, por lo menos para mí, es una grata experiencia. Eso me ha ocurrido viendo Las bragas de Alfonso Zurro, hasta el 20 de febrero en la Sala Duque La Imperdible de Sevilla.
Nacho Bravo e Isabel Lozano en Las bragas |
Estrenada originalmente en 2007, este nuevo montaje, por parte de Caín Club Teatro, tiene una mezcla de elementos que la hacen ser una obra singular y atractiva.
En primer lugar, la trama está protagonizada por una pareja (espléndidos Isabel Lozano y Nacho Bravo) que entra en crisis, durante toda una noche, por el descubrimiento de la mujer de unas bragas en la chaqueta del marido. A partir de aquí se sucede un juego metalingüístico, con reflexiones de diversos tipos donde el tiempo juega al despiste con el espectador. No explico más detalles reveladores para intentar picar la curiosidad a aquellas personas que no la hayan visto. Eso sí, la comedia impregna gran parte de la acción con unos diálogos donde los juegos de palabras y la mezcla de elementos como la religión, el universo o Jacqueline Kennedy tienen lugar.
En primer lugar, la trama está protagonizada por una pareja (espléndidos Isabel Lozano y Nacho Bravo) que entra en crisis, durante toda una noche, por el descubrimiento de la mujer de unas bragas en la chaqueta del marido. A partir de aquí se sucede un juego metalingüístico, con reflexiones de diversos tipos donde el tiempo juega al despiste con el espectador. No explico más detalles reveladores para intentar picar la curiosidad a aquellas personas que no la hayan visto. Eso sí, la comedia impregna gran parte de la acción con unos diálogos donde los juegos de palabras y la mezcla de elementos como la religión, el universo o Jacqueline Kennedy tienen lugar.
Las bragas, por su estructura y sobre todo sus diálogos y situaciones puede considerarse una hábil combinación del buen teatro del absurdo (la mujer le habla al pie del marido, se mencionan conocidísimos refranes con particulares modificaciones etc...) con dosis de la película La guerra de los Rose (Danny DeVito, 1989), donde una escena en concreto, que tampoco desvelo, parece un homenaje a ese filme con Michael Douglas y Kathleen Turner. Con esta obra teatral, Zurro demuestra su valía como autor y director, con una propuesta en la que, únicamente hay que dejarse llevar. Por cierto, los hombres asistentes a la función recibirán un regalo a la entrada ¿adivinan qué? Vayan a ver Las bragas para descubrirlo.
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