Una novela que produce emociones. Esa es una característica compartida por mucho de los lectores de El ingeniero que no sabía bailar, editada por Amazon, entre los que un servidor se incluye. Su autor, el periodista Jesús Álvarez, jefe de Local de ABC de Sevilla, en una velada rodeada de amigos y de recuerdos de infancia y juventud, presentó su creación literaria en el Colegio de San Francisco de Paula, donde él estudió, en un acto organizado por la Asociación Rey Guerrero y que contó entre otros con la presencia del director de dicho Colegio, Luis Rey Goñi, y de Antonio Ramírez de Arellano López, Consejero de Economía y Conocimiento de la Junta de Andalucía.
Ramírez Arellano López resaltó en su introducción la realidad que narra la novela con la historia de Álvaro, un ingeniero con más de cincuenta años que es despedido de su puesto de trabajo y se ve obligado a acudir a un comedor social para comer. El Consejero reforzó sus afirmaciones con datos reales destacando, entre otras cosas "el cambio en el mercado laboral ya que, una persona, al adquirir una formación, pensaba que le serviría para tener un empleo toda su vida , y se da cuenta cuando tiene cincuenta y tantos años que el mercado laboral no reclama eso. Además este libro hace cuestionarnos cuáles son las posibilidades de que lo que cuenta nos llegara a pasar a nosotros porque parece difícil que un ingeniero, con un perfil demandado, entre en una espiral que le haga acudir a un comedor social". Sustentó sus argumentos con un indicador de pobreza y exclusión social en España en los últimos ocho años.
Jesús Álvarez, al que el autor de esta crónica realizó una entrevista sobre su novela, evocó, en primer lugar, a dos profesores que tuvo en el colegio, de los que aprendió "a apreciar a los clásicos como Cervantes, Quevedo, Lope de Vega o Góngora". Posteriormente describió a cuatro de los personajes de la novela: Álvaro, el ingeniero protagonista "el cual no entiende la razón por la que le despiden, de hecho, cuando va al Departamento de Recursos Humanos, él piensa que le van a ascender y se encuentra con la noticia del despido. Él, ante esa situación, pierde algo más que su fuente de ingresos. Pierde su lugar en el mundo y cuando ve que nadie le contrata experimenta un gran sufrimiento que empieza a afectar a su salud".
El segundo personaje que Álvarez destacó fue Pablo, informático poco constante al que Álvaro despidió y con el que se reencuentra en el comedor social. "Entre ellos", aseveró Álvarez, "surge una inesperada amistad que, literalmente, le salvará la vida". El tercer personaje es Laura, trabajadora social del comedor. En palabras del autor "está acostumbrada a convivir con el sufrimiento ajeno, extremo en muchas ocasiones y será también la tabla de salvación del ingeniero". El cuarto personaje es Pedro "un músico al que la artritis en las manos le hace abandonar su puesto en el Teatro y le coloca en la esquina de la Calle Tetuán con Rioja. Este personaje sabe todas las historias de las personas que acuden al comedor social.
Jesús Álvarez resaltó que "si esta novela ha conmovido a los que la han leído es porque se han dado cuenta, como yo al escribirla, de que nos puede pasar lo mismo que a Álvaro. Todos somos Ávaro en potencia". Hizo además una comparación en el terreno laboral con Alemania, afirmando que allí "no se despide a los empleados de más edad sino que se cuenta con ellos para ayudar a los trabajadores jóvenes de su empresa a adquirir la excelencia y a desarrollar mejor su trabajo. Son los maestros. La maestría sólo se adquiere con el tiempo. En España un joven llega una empresa y no hay nadie que le enseñe el oficio".
El periodista y escritor destacó "la labor de instituciones como Cáritas, San Juan de Dios y otras no religiosas, como Banco de Alimentos, que ayudan y siguen ayudando a muchas personas".
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