Pintar de tal manera que el resultado parezca una fotografía parece magia. En Sevilla hay un "mago" que lo consigue, Rubén Belloso. Nacido en 1986, y licenciado en Bellas Artes, es uno de los maestros actuales indiscutibles de la técnica del pastel, la que, curiosamente, cuando se formaba, era la que más le costaba dominar. El empeño y la ilusión se han traducido en un éxito que se extiende más allá de nuestras fronteras, siendo aclamado y reconocido en varios países europeos. Su inquietud es tal que también ejerce de profesor para enseñar su arte a quien desee. El Rinconcillo de Reche habló con el joven maestro de la pintura, cuya obra puede disfrutarse hasta el domingo 3 de diciembre en la Casa de la Provincia con la exposición En un lugar de...la pintura, demostrando, con la humildad de los grandes, que también es profeta en su tierra. Pasen y lean. (Las fotos que verán han sido cedidas por el propio pintor).
Pregunta: Su reconocimiento internacional es de enormes dimensiones, por sus constantes exposiciones en Italia, Francia o Portugal, que fue de los primeros países donde fue reconocido...
Rubén Belloso rematando uno de sus impresionantes cuadros |
Pregunta: Su reconocimiento internacional es de enormes dimensiones, por sus constantes exposiciones en Italia, Francia o Portugal, que fue de los primeros países donde fue reconocido...
Rubén Belloso: Así es, de hecho, la noche siguiente a la fiesta de final de carrera me tuve que ir a Portugal porque tenía allí una inauguración. Actualmente me he centrado más donde soy más requerido por la técnica del pastel: Francia e Italia. En Italia llevo ya bastantes años. Allí nos fuimos a vivir mi mujer y yo durante seis meses, dando cursos en nuestra propia habitación. En principio no me había planteado dar clases allí pero decidí probar y empecé a dar clases en italiano. Durante ese tiempo me hicieron ya algunos encargos y, a los cuatro meses y medio de estar allí contactó conmigo una galería de Roma para que expusiese de manera individual. Me mandaron dos cuadros desde Sevilla y el resto, hasta llegar a los doce que me pedían, los pinté en Italia. Desde ese momento contacté con gente de Francia y coleccionistas importantes me compraron obras y hubo un mayor interés por los cursos que impartía. De ahí pasé a alquilar espacios en hoteles y escuelas de arte y los cursos llegaron a ser de entre quince y veinte personas.
P.: Por lo que cuenta, además de desarrollarse como artista, usted quería mantener su labor como docente...
R.B.: Claro, el tema del pastel es algo controvertido porque ha sido una técnica pictórica infravalorada. Cuando algo no se conoce nos da miedo o decimos que no nos gusta y con la técnica del pastel pasa eso. Es difícil, porque no se tiene una paleta para mezclar los colores, sino que debes saber el color exacto y ponerlo en el lugar que le corresponde y si uno se equivoca comienzan los problemas. Lo que me ocurrió en la Facultad de Bellas Artes fue que hubo gente que me decía que con el pastel no iba a llegar a nada y que era una técnica menor. Una de mis mayores metas ha sido que el pastel se reconozca al nivel de las demás técnicas pero, como la ha trabajado poca gente verdaderamente, hay poco nivel.
P.: Es una técnica que tuvo su auge en una época pero parece que se quedó anclada...
R.B.: Antes de la Revolución Francesa el pastel era una de las técnicas más nobles y valoradas, de hecho en las cortes europeas llego a haber más cuadros pintados al pastel que al óleo. Cuando la Revolución Francesa comenzó se intentó eliminar todo aquello que se relacionase con la riqueza y la nobleza y se intentó eliminar el pastel, relegándose poco a poco a un segundo plano y hasta hace pocos años se usaba muy poco y no se conocía mucho. Alumnos de mis cursos se han asombrado de lo que se puede llegar a hacer con esta técnica porque mucha gente se queda en la superficie. Sigo en mi empeño en que el pastel sea reconocido con los cursos o las asociaciones existentes en Europa. La de Francia data de 1885 y tienen una enorme tradición. La española se creó hace diez o doce años y la de Italia hace un par de años. En Francia se valora muchísimo y que me llame esa asociación que he mencionado creada en 1885 para ser Invitado de Honor es algo muy importante para mí porque es una señal de que las cosas las estoy haciendo bien.
P.: Una de las características que destacan en sus obras es su hiperrealismo, que hace que un cuadro se confunda con una fotografía ¿qué es lo que le hace llevar el realismo a ese extremo?
R.B.: Siempre pensé desde que estudiaba en la Facultad que, para saber deformar o simplificar, había primero que saber formar. Hasta hace poco lo que he intentado ha sido llegar técnicamente al mayor nivel con el pastel, para luego simplificar con una cierta lógica, como le ocurrió a muchos grandes artistas. Actualmente, sin saber formar ni medir, hay gente que se autodefine como artista abstracto y eso no tiene lógica. Hay que evolucionar cuando uno se sienta preparado y tenga inquietudes. Yo tengo que sentir que no puedo dar más de mí en lo referente a la figuración o al estudio de la luz o del volumen. Cuando ya no pueda avanzar más ahí intentaré poco a poco evolucionar hacia otro lado. El hiperrealismo surge como burla a la abstracción y cogían objetos inanimados como botes de ketchup, neumáticos de coches.
Los primeros hiperrealistas americanos de los años sesenta no querían transmitir una emoción sino que podían mostrar lo mismo que una fotografía, por eso no nos gusta que nos definan con ese término, ya que no usan a la figura humana y no transmiten emoción de ningún tipo. Además los errores o defectos de la fotografía de esa época se trasladaba a la pintura. Yo pretendo superar a las fotografías en algunos aspectos y proporcionar emoción a lo que pinto. La fotografía nos ayuda pero no hay que quedarse ahí porque tiene defectos y puede mejorarse. Cuanto más se pinta más se observan los defectos del pasado.
Los primeros hiperrealistas americanos de los años sesenta no querían transmitir una emoción sino que podían mostrar lo mismo que una fotografía, por eso no nos gusta que nos definan con ese término, ya que no usan a la figura humana y no transmiten emoción de ningún tipo. Además los errores o defectos de la fotografía de esa época se trasladaba a la pintura. Yo pretendo superar a las fotografías en algunos aspectos y proporcionar emoción a lo que pinto. La fotografía nos ayuda pero no hay que quedarse ahí porque tiene defectos y puede mejorarse. Cuanto más se pinta más se observan los defectos del pasado.
P.: Una vez le escuché decir en una entrevista que la gente no se paraba a mirar a las personas, sobre todo a los mendigos...
R.B.: Esa afirmación corresponde con una serie de cuadros que hice cuando estaba estudiando Bellas Artes. En el centro de Sevilla hay muchas personas que viven en los soportales y a mí se me encoge el corazón. Yo, en vez de evitarlas me interesé por sus historias y conocía gente que tenían estudios universitarios pero todo no es tan bonito, porque hay personas que no superan situaciones difíciles si no son fuertes psicológicamente. Decidí entonces hacer visibles a personas que para muchas otras son invisibles y los retraté en cuadros de grandes dimensiones y que dio origen a la exposición "Personas de la calle".
P.: ¿Cuándo comienza a interesarse por la técnica del pastel?
R.B.: Al empezar el Bachillerato Artístico había una asignatura llamada Conocimientos Pictóricos y te enseñaban cada técnica durante una o dos semanas: pastel, acuarela, acrílico...Todas se me dieron bien menos el pastel porque era muy diferente a las demás técnicas. Al ver que en todas las demás tenía muy altas calificaciones menos en el pastel, me empeñé en subir la nota e hice en mi casa un retrato de Gollum. Ahí me di cuenta que había encontrado lo que yo quería. Ahí comenzó todo. La base de todo es que te guste muchísimo y dedicarle muchas horas practicando y equivocándote. Tienes que tener constancia y pasión por lo que haces.
P.: Con lo que estamos hablando, se puede decir que usted ha hecho lo que le salía de dentro y no se ha dejado influir por tendencias ni por lo que le decía la gente...
R.B.: Es que soy muy cabezón y quería intentar hacer lo que me gusta y a mi manera. Cuando me encargan cosas que se salen de mi línea, lo puedo hacer pero reconozco que no soy yo al cien por cien, como cuando haces algo que te gusta al doscientos por cien y que la has pensado durante seis meses. Yo uso a mi mujer cada vez que puedo. Ahora he llegado a un acuerdo en Italia con una casa de vestidos de películas de Hollywood de Roma y me cedían vestimentas de época maravillosas para pintarlas. Para mí fue un sueño. Tenían ciento ochenta mil vestidos y me dejaban que eligiera el que quisiese. He estado delante los vestidos de Elizabeth, Ben-Hur, con las armaduras y todo. Es una oportunidad de trabajar el realismo pero con ropa de época. Es algo que siempre me ha atraído mucho. Tengo programada una exposición para Saint Quintin.
P.: ¿Qué pintores son sus favoritos?
R.B.: Siempre me han gustado muchos de los grandes pintores de la Historia: Rembrandt, Botticelli, Leonardo, Degas. Me gustan muchos clásicos. Gracias a Internet se puede contemplar lo que se hace en el mundo del Arte, lo cual te puede servir de inspiración. Una gran parte de los retratos que me encargan son a través de Internet. Yo prefiero ir al lugar y hacer la foto, o muchas, de lo que quieren que pinte, aunque tenga que desplazarme a Francia. Si no es posible el desplazamiento, concreto que un fotógrafo de la zona haga una serie de buenas y me las mande. Yo con una foto mala no pinto un cuadro porque quiero que el resultado tenga calidad. No me compensa hacer mucho pero que a la gente no le diga nada lo que he pintado.
P.: Tengo entendido que usted tiene una colección de colores que es algo especial...
R.B.: Hace tres de años contactó conmigo una de las mejores casa de pastel del mundo, Sennelier, en Francia, que además trabaja todo tipo de materiales para Bellas Artes y me propusieron hacer una caja con mi nombre. Es algo que me llena de orgullo. Antes me contactó otra marca que es el Ferrari de las barras pastel. No es accesible a todos los bolsillos pero su calidad es indiscutible. Las hacen todas a mano y cada barra pueden costar entre 22 y 24 euros. Me hicieron seleccionar colores para retrato y escogí los 72 mejores y crearon una caja con mi nombre.
Otra muestra de la perfección de Belloso desarrollando su arte |
P.: Con lo que estamos hablando, se puede decir que usted ha hecho lo que le salía de dentro y no se ha dejado influir por tendencias ni por lo que le decía la gente...
R.B.: Es que soy muy cabezón y quería intentar hacer lo que me gusta y a mi manera. Cuando me encargan cosas que se salen de mi línea, lo puedo hacer pero reconozco que no soy yo al cien por cien, como cuando haces algo que te gusta al doscientos por cien y que la has pensado durante seis meses. Yo uso a mi mujer cada vez que puedo. Ahora he llegado a un acuerdo en Italia con una casa de vestidos de películas de Hollywood de Roma y me cedían vestimentas de época maravillosas para pintarlas. Para mí fue un sueño. Tenían ciento ochenta mil vestidos y me dejaban que eligiera el que quisiese. He estado delante los vestidos de Elizabeth, Ben-Hur, con las armaduras y todo. Es una oportunidad de trabajar el realismo pero con ropa de época. Es algo que siempre me ha atraído mucho. Tengo programada una exposición para Saint Quintin.
P.: ¿Qué pintores son sus favoritos?
R.B.: Siempre me han gustado muchos de los grandes pintores de la Historia: Rembrandt, Botticelli, Leonardo, Degas. Me gustan muchos clásicos. Gracias a Internet se puede contemplar lo que se hace en el mundo del Arte, lo cual te puede servir de inspiración. Una gran parte de los retratos que me encargan son a través de Internet. Yo prefiero ir al lugar y hacer la foto, o muchas, de lo que quieren que pinte, aunque tenga que desplazarme a Francia. Si no es posible el desplazamiento, concreto que un fotógrafo de la zona haga una serie de buenas y me las mande. Yo con una foto mala no pinto un cuadro porque quiero que el resultado tenga calidad. No me compensa hacer mucho pero que a la gente no le diga nada lo que he pintado.
P.: Tengo entendido que usted tiene una colección de colores que es algo especial...
R.B.: Hace tres de años contactó conmigo una de las mejores casa de pastel del mundo, Sennelier, en Francia, que además trabaja todo tipo de materiales para Bellas Artes y me propusieron hacer una caja con mi nombre. Es algo que me llena de orgullo. Antes me contactó otra marca que es el Ferrari de las barras pastel. No es accesible a todos los bolsillos pero su calidad es indiscutible. Las hacen todas a mano y cada barra pueden costar entre 22 y 24 euros. Me hicieron seleccionar colores para retrato y escogí los 72 mejores y crearon una caja con mi nombre.
Su mujer, la mejor musa que Belloso podría tener |
Muy interesante.
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