lunes, 20 de agosto de 2018

"El Pacto": Arañas y relojes de arena

Antes que nada un servidor aclara algo: Nada más escuchar el título de la película que nos ocupa y el género en el que se enmarcaba no pudo evitar pensar en las joyas que son y serán las Historias para no dormir del maestro Chicho Ibáñez Serrador que dio un aire fresco a la televisión de la España de los sesenta con relatos de misterio, terror o ciencia ficción. El recuerdo era aún más claro porque  el título de la película es el mismo que el de uno de los episodios, emitido en 1966 basado en un relato de Edgar Allan Poe que dieciséis años más tarde se volvió a hacer, ya en color, con el título de El caso del señor Valdemar y con Narciso Ibáñez Menta y Manuel Galiana repitiendo personajes. Estas joyas de la pequeña pantalla tienen en común con el filme de David Victori la muerte, pero las similitudes acaban ahí.

El Pacto, la película, podría considerarse una Historia para no dormir moderna, aunque menos lograda, bebiendo además de una fuente muy recurrente: la del acuerdo con un ser sobrenatural, en este caso para salvar una vida que remite, con variantes, al mito de Fausto con unas consecuencias mortales, ya que matar a otra persona es la condición impuesta para la salvación del ser querido, en este caso es una madre la que llega a ese pacto para salvar a su hija que sufre diabetes.

Victori dirige su primer largometraje tras varios cortos y episodios de series de televisión. No se puede negar que apunte buenas maneras pero el desarrollo de la historia carece de esa inquietud y misterio que sí tenían los relatos de Ibáñez Serrador. Tal es así que hubo un momento en el un servidor perdió el interés al comprobar que se movía más en el terreno del thriller sobrenatural que en el del terror. Eso no quita para alabar varios aspectos como el papel que juegan unas arañas como indicios de muerte próxima o los relojes de arena para señalar el tiempo que resta para cumplir con el mandato maligno de "una vida por otra". De igual manera, visualmente tiene sus virtudes sobre todo al mostrar lo que le ocurre previamente a la persona que va a morir y que sólo el espectador ve.

Con respecto a las interpretaciones Belén Rueda, como un servidor ya señaló en la crítica de No dormirás  de Gustavo Hernández, parece la musa actual del thriller y el terror en lengua castellana. En este caso cumple con su cometido aunque le falta garra al personaje, teniendo en cuenta por lo que pasa y un servidor no entiende la razón por la que el gran actor argentino Darío Grandinetti haya tenido que hacer desaparecer su acento para encarnar a su personaje.

El Pacto se mueve en un terreno cenagoso donde el final, al menos para un servidor, salva un poco los muebles, aunque no elimina la falta de ritmo y de tensión que este tipo de películas requieren. Es una pena porque técnicamente está conseguida con un ambiente oscuro y con un aire entre realista y no realista. Pero, a pesar de un supuesto "happy end", la sensación de condena eterna a que la historia se repita hace que uno piense: Sí, pero ¿cuándo ocurrirá todo de nuevo?

No se puede negar la voluntad de ofrecer un buen producto argumental y visual pero se queda a medio camino. De todas formas a David Victori no hay que perderle de vista. Porque demuestra su madera para el género, y únicamente debe pulir aristas. Esto es sólo una humilde opinión.   

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