martes, 2 de octubre de 2018

"El Reino": Nadie se libra

Desde hace muchos años desayunamos, almorzamos, merendamos y cenamos enterándonos de casos de corrupción y fraudes de diverso pelaje. No es que uno ya esté acostumbrado, ni mucho menos. Por ello asombra la valentía con la que el director Rodrigo Sorogoyen ha mostrado el lado oscuro de la política en El Reino, su cuarto largometraje tras las cámaras. 

Con esta película un servidor considera que el cineasta no ha subido un peldaño, sino hasta cuatro, con respecto a sus anteriores filmes, los muy bien recibidos 8 citas (2008),  Stockholm (2013) y Que Dios nos perdone (2015). Sorogoyen (quien también cuenta con un importante bagaje como director de series televisivas y cortometrajes) vuelve a contar con la ayuda de Isabel Peña para escribir una historia que no por sonarnos algunas cosas deja de sorprender.

El Reino está rodada con energía, nervio, no hay apenas respiro y el ritmo es trepidante, pisando el acelerador en momentos puntuales, todo ello con una nitidez técnica brillante gracias a la portentosa fotografía de Alejandro de Pablo, habitual colaborador de Sorogoyen. También destaca el aspecto pulcro de los actores en vestimenta y en caras totalmente afeitadas (en el caso de los hombre, obviamente). Un aspecto impoluto que contrasta con la turbiedad de lo que todos ocultan.

Un aspecto positivo que acentúa la valentía de Sorogoyen al dirigir El Reino es que elige como protagonista a un antihéroe encarnado maravillosamente por Antonio de la Torre, fabuloso en todas las escenas y un servidor considera que el Goya al Mejor Actor tendría que ser para él. Ya tiene uno por Azuloscurocasinegro (Daniel Sánchez Arévalo, 2006) pero lo que hace en El Reino es para quitarse el sombrero. Interpreta a un personaje que, al ver que le salpica de lleno un caso de corrupción de su partido, que gobierna una Comunidad Autónoma, decide arrastrar a los demás compañeros porque se siente traicionado y vendido. Pero, y esto es lo valioso, no se muestra a un falso culpable, sino a alguien que prefiere, como suele decirse, morir matando. Por ello comienza una carrera contrarreloj que da lugar a escenas vibrantes y con un logrado tono de tensión y acción, como la escena que se desarrolla en la casa de un implicado, donde la hija está celebrando una fiesta, por poner un ejemplo. 

De la Torre confirma una vez más su versatilidad como actor en una brillante carrera con títulos como Gordos (Daniel Sánchez Arévalo, 2009), Grupo 7 (2012) y La isla mínima (2014), ambas de Alberto Rodríguez, o Caníbal (Manuel Martín Cuenca, 2013) sin olvidar su personaje en la sobrecogedora miniserie Padre coraje (Benito Zambrano, 2002) y al que un servidor vio en la arriesgada obra de teatro Grooming dirigido por José Luis Gómez. Es un actor con un don especial y El Reino es todo un recital interpretativo por su parte.

Pero es que, además, el filme cuenta con un reparto de campeonato que está en estado de gracia ya sea en personajes más o menos protagonistas: José María Pou, Nacho Fresneda, Luis Zahera, Mónica López, David Lorente, Sonia Almarcha, María de Nati, Jorge Suquet, Belén Ponce de León, Mona Martínez, Andrés Lima, Pepe Ocio y Francisco Reyes están de diez en sus personajes mostrando, dependiendo del caso, su cara amable y la menos cuando la situación se complica y la "basura" va saliendo a la luz o se produce una situación incómoda o violenta. Un servidor no se olvida de la gran Ana Wagener que tiene con De la Torre una escena que ejemplifica perfectamente cómo se mueven en las altas esferas para que los escándalos se aminoren o se resuelvan, y donde ella está sencillamente maravillosa.

La película que, trata temas como la traición y la desconfianza, no obvia tampoco el papel de los medios de comunicación y aquí es cuando se luce la magnífica Bárbara Lennie (quien, con esta película está doblemente presente en la cartelera al estar también en Todos lo saben de Asghar Farhadi) es una ejemplar escena final en la que se pone en tela de juicio las consecuencias y las responsabilidades propias en un caso en el que uno mismo está implicado (además de hacer ver cómo funciona un programa de actualidad con jugoso material entre manos).

El Reino es una película de rabiosa actualidad filmada con contundencia y sabiendo perfectamente lo que se está contando sin importar que se pisen charcos cenagosos por lo que Sorogoyen ha logrado que el espectador se meta de lleno en un tema peliagudo pero tratado sin cortapisas genialmente narrado e interpretado.   
     

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