martes, 6 de noviembre de 2018

"El fotógrafo de Mauthausen": Imágenes infernales

La Historia está llena de episodios desconocidos para un gran número de personas. Por ese motivo es de agradecer que el cine se encargue de recrearlos y que no caigan en el olvido. Esa es la principal baza de una película como El fotógrafo de Mauthausen, la cual muestra la presencia de españoles en el campo de concentración austriaco del título durante la Segunda Guerra Mundial. Concretamente el filme se centra en la figura de Francesc Boix, quien, junto a otros presos, consiguió sacar negativos de fotografías de lo que ocurría allí, una prueba gráfica esencial en los juicios posteriores.

El fotógrafo de Mauthausen supone el tercer largometraje como directora de la también productora y actriz Mar Targarona tras Muere, mi vida (1996) y Secuestro (2016), protagonizado por Blanca Portillo. En esta ocasión es Mario Casas el protagonista encarnando a Boix. Hay que destacar un esfuerzo de producción para recrear ese infierno en la Tierra en localidades catalanas y Budapest con una fotografía muy conseguida, obra de Aitor Mantxola.

La película no huye de momentos inquietantes, con una fiesta como escenario de la barbarie como diversión. Un servidor admite que, a la hora de valorar este digno y necesario filme, tenía muy presente la obra de teatro El triángulo azul, de Mariano Llorente y Laila Ripoll y dirigida por ella, que vio hace tres años y que trataba el mismo tema por lo que lo principal del argumento lo conocía y el factor sorpresa era inexistente.

Este factor aparte, y sin quitarle valentía a la propuesta, un servidor (siempre aclarando que lo que opina es personal totalmente) considera que la película tiene altibajos narrativos y falta de tensión que te mantenga en vilo, además de mostrar escenas ya vistas en filmes como La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993) o El niño del pijama de rayas (Mark Herman, 2008) por citar solo dos ejemplos, o miniseries como la impactante Holocausto (Marvin J. Chomsky, 1978) con una joven Meryl Streep encabezando un amplio reparto. El presente filme toca lugares comunes queriendo transmitir la miseria y el horror a través de imágenes crueles o desagradables, no logrando su objetivo siempre. Quizás la citada tensión ausente en la dirección haya repercutido.

Targarona sí ha logrado unas buenas interpretaciones, sacando lo mejor de Mario Casas, al igual que le ocurre cuando le dirigen cineastas como Álex de la Iglesia. Su metamorfosis en Francesc Boix es física y emocional logrando una composición austera y correcta con puntuales momentos de ternura como los que protagoniza con un niño también preso, o de estallido de rabia con destrozos incluidos, dando a entender perfectamente que mantener la serenidad en un lugar donde las personas son algo así como despojos es practicamente imposible. La labor del siempre eficaz Alain Hernández, la breve intervención de Macarena Gómez (para visibilizar a las prostitutas en Mauthausen) y el resto del reparto componen un retrato muy creíble de lo que ocurrió en aquel lugar.

El fotógrafo de Mauthausen es un ejemplo de un empeño en dar a conocer una hazaña, supervivencia aparte, donde la complicidad, la camaradería o las traiciones vienen de quien menos uno se espera. Hay hasta una representación de una revista de variedades con travestismo incluido que, aunque parezca un contrasentido, sirvió para amenizar la estancia en un lugar donde vivir o morir era decisión de personas sin alma ni conciencia. A pesar de las peros mencionados, películas como ésta son siempre bien recibidas porque la intención, en estos casos, es lo que cuenta y, aunque un servidor piense que este filme podría haber sido rodado con más brío, no le resta méritos a la propuesta.       

No hay comentarios:

Publicar un comentario