Hay actrices que, con el paso de los años, van constatando su variedad de registros y no ser flor de un día por una película por la que que siempre serán recordadas. Es el caso de Julia Roberts. Es decir su nombre y todo el mundo dice: Pretty Woman (Garry Marshall, 1990). Pero a lo largo de su carrera ha protagonizado títulos que trataban temas sociales importantes.
Sin ir más lejos el año anterior al título que protagonizó junto a Richard Gere estrenó Magnolias de acero, donde interpretaba a una mujer diabética. Con ello demostraba que la comedia no era sólo el terreno en el que movía como pez en el agua. En títulos posteriores ha hecho películas que han tratado, por ejemplo, la violencia machista en Durmiendo con su enemigo (Joseph Ruben 1991), el cáncer en Elegir un amor (Joel Schumacher, 1991), las enfermedades derivadas de despropósitos de una empresa que afectaban al medio ambiente en Erin Brockovich (Steven Soderbergh, 2000), por la que ganó el Oscar, o más recientemente, el acoso escolar en Wonder (Stephen Chbosky, 2017).
Por todo lo expuesto no es de es extrañar que sea la protagonista de El regreso de Ben, la nueva película del director y guionista Peter Hedges, donde Roberts interpreta a la madre de un joven que se está empezando a rehabilitar de su adicción a las drogas.
Hedges, que dio la campanada por ser el autor de la novela y el guión de ¿A quién ama Gilbert Grape? (Lasse Hallström, 1993) cuenta también, para su cuarto largometraje tras las cámaras, con su propio hijo, el talentoso Lucas Hedges. Un servidor lo conoció en Manchester frente al mar (Kenneth Lonergan, 2016) por la que Casey Affleck ganó el Oscar y él estuvo nominado. Pero desde entonces ha asumido roles secundarios en dos filmes que la temporada pasada estaban en todas las quinielas para ganar algún premio, Lady Bird (Greta Gerwig, 2017) y la tremenda Tres anuncios en las afueras (Martin McDonagh, 2017) que les proporcionó la dorada estatuilla a Frances McDormand y a Sam Rockwell).
Roberts y Hedges protagonizan una historia que tiene su valor en tratar un tema como es la adicción a las drogas sin tapujos siendo la historia más explícita verbal que gráficamente, por lo que no cae en el efectismo fácil. Además trata el tema en un marco concreto, el ámbito familiar de un matrimonio con hijos de ella, uno de ellos aquel al que da vida Hedges, de un anterior matrimonio.
Roberts asume el peso al convertirse en vigilante de un hijo que regresa por Navidad de manera inesperada, y lo que presencia el espectador son actitudes y acontecimientos que un servidor no quiere desvelar y que hacen referencia a ese duro pasado cuando el hijo era adicto pero se va sabiendo todo poco a poco como piezas de un puzzle que se proporcionan cada cierto tiempo.
La segunda mitad de la película (donde hay mayor cantidad de intriga) incide más en ese pasado y las cosas que los padres no saben de sus hijos cuando salen por las puertas de casa. Un servidor, sin desvelar nada, cree que la escena final es como la explosión dramática de Julia Roberts porque lo que aquí se expone, y ahí radica la labor de ella y del guión, es el intento de ella de que el ambiente en la familia en fechas tan especiales no se altere y se mantenga la calma. Para ello "actúa", por lo que el trabajo interpretativo de la actriz es doble sin caer en situaciones artificiosas.
También destacan en el elenco el trabajo de Courtney B.Vance, al que un servidor conoció gracias a la serie de corta vida Flashforward (2009-2010) junto a Joseph Fiennes. Su personaje, marido de Roberts y padrastro de Hedges, tiene un protagonismo en la sombra pero que Roberts reivindica en un momento dado justamente. Por otro lado, Kathryn Newton, (quien también estuvo en Lady Bird y en Tres anuncios en las afueras) borda el personaje de la hija de Roberts, porque su mirada la primera vez que ve a su "hermano" Hedges, constituye, se reitera, la primera pieza para componer el pasado de esa familia, lo cual también se completa con los demás amigos y conocidos de ellos.
Técnicamente destaca sobre todo la fotografía de Stuart Dryburgh que es muy acertada para mostrar el ambiente invernal con ese paisaje lleno de nieve, aunque claro, siendo el responsable de la fotografía de la hermosa El Piano (Jane Campion, 1993), no es extraña la calidad visual y realista de un filme en el que el espectador disfruta de nuevo de una gran actriz como es Julia Roberts tratando un tema dramático y que, desgraciadamente, no se ha paliado y sigue siendo una lacra social sangrante.
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