La curiosidad es algo singular, y lo asegura un servidor que es muy curioso, ya que puede hacer que algo que no esté entre las aficiones principales de alguien no sea impedimento para querer saber cosas de algo de lo que se saben cosas básicas como autores, cantantes o títulos de canciones. Por lo tanto que se haga un espectáculo como Jazz en La Pecera es muy oportuno por su espíritu didáctico y divulgativo.
Esta producción de Teatro del Gallinero y GNP es una mezcla de teatro y música que se pudo ver con anterioridad en el Teatro Central de Sevilla y recibió en la Feria de Palma del Río el Premio Especial del Jurado este año al que le quedan días para terminar. Un servidor pudo disfrutar de este espectáculo gracias a una representación en La Fundación Cajasol de la capital hispalense.
Jazz en La Pecera hace referencia a un programa en una emisora de radio y el espectador presencia un ameno repaso por el estilo musical del título, desde sus orígenes, incluso a nivel etimológico. Esto también supone un recorrido por la historia del siglo XX, la mención de acontecimientos cruciales y que se hable de nombres legendarios como Bessie Smith, Louis Armstrong, Glenn Miller, Miles Davis o Nina Simone.
Para un servidor fue muy ilustrativo y didáctico porque pudo conocer cosas de las que, sinceramente, no tenía ni idea en la evolución (como sus variantes o mezclas con otros estilos) de una música que marcó y cuenta con miles de seguidores, con Festivales dedicados exclusivamente a ella, como el de Vitoria, que se celebra desde 1977.
Para un servidor fue muy ilustrativo y didáctico porque pudo conocer cosas de las que, sinceramente, no tenía ni idea en la evolución (como sus variantes o mezclas con otros estilos) de una música que marcó y cuenta con miles de seguidores, con Festivales dedicados exclusivamente a ella, como el de Vitoria, que se celebra desde 1977.
El espectáculo tiene el aliciente para un servidor de sus artífices: Jorge Dubarry dirigiendo y María José Castañeda en escena interpretando varios personajes, como la locutora del programa radiofónico. El binomio Dubarry-Castañeda ha hecho disfrutar a un servidor con sus anteriores montajes: Culto a la abundancia y Paulina a secas. Curiosamente en el primer título mencionado ambos trabajaron junto a Javier Berger, el cual es el autor de Jazz en La Pecera, sobre una idea del propio Dubarry.
La dramaturgia de estos montajes mezcla una historia y música lo cual siempre es estimulante. En el caso de la obra que centra esta crítica, cuenta con acciones paralelas, ya que se desarrolla una historia que tiene que ver con la propia identidad y origen de la locutora, los entresijos y/o incidentes durante una transmisión radiofónica que el oyente lógicamente no ve desde su casa y actuaciones en directo gracias a la voz de la propia Castañeda y Paula Padilla acompañadas de músicos experimentados como Pablo Cabra a la batería, Daniel González, con el contrabajo y el bajo eléctrico, y Matías Comino en la guitarra y el banjo. Todo ello complementa el citado viaje musical e histórico que propone Jazz en La Pecera, donde también tiene cabida la reivindicación de mujeres como Ella Fitzgerald y otras voces destacadas femeninas.
Para un servidor, cinéfilo empedernido y que recordó la importancia del jazz en el cine, no sólo por biopics como Bird (Clint Eastwood, 1988), sobre la figura de Charlie Parker, sino por la inclusión de esta modalidad musical en filmes emblemáticos como Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) por la banda sonora compuesta por Alex North, o Anatomía de un asesinato (Otto Preminger, 1959) donde se escuchaban temas de Duke Ellington, conocer más sobre esta música de una manera instructiva siempre lo valorará, por lo que felicita desde aquí a los responsables de Jazz en La Pecera.
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