Un servidor, al que le interesan bastante la mayoría de las manifestaciones artísticas, no deja de constatar y reafirmar la magia que tiene el teatro. Ver en directo una obra bien montada con grandes interpretaciones es oro para los sentidos. Si encima lo que se presencia es un descarnado enfrentamiento entre dos personajes con dos actrices maravillosas pues la experiencia es el doble de satisfactoria.
Lo mencionado en el párrafo anterior fue lo que un servidor vivió ayer, 16 de diciembre en el Teatro Central de Sevilla viendo la obra Hermanas (Bárbara e Irene). Escrita y dirigida por el dramaturgo francés Pascal Rambert, en paralelo a la versión en su lengua materna, esta obra supone un encuentro entre dos hermanas que es todo menos cordial. Lo bueno es que la celeridad de los diálogos está medida para que el público pueda entender qué ocurre entre ambos personajes sin perderse.
Es una obra donde los reproches, con rencores acumulados y guardados durante mucho tiempo por hechos del pasado y por maneras de ser muy diferentes, se dicen abiertamente, sin contemplaciones. Aunque, a medida que se va desarrollando la conversación, se dejan entrever cosas que se pueden intuir y, sobre todo, el texto de Rambert expone las versiones de ambos personajes sobre determinados hechos confirmando que, en muchas ocasiones, las personas reaccionan de una forma por el desconocimiento de las razones por las que otros actúan de determinada manera. Además no cae nunca en la verborrea sino que lo que se dice, aunque sea duro, no es retótico ni redundante.
Todo lo dicho se logra teniendo a dos actrices a la altura y Bárbara Lennie e Irene Escolar demuestran un vez más, con esta obra, ser dos actrices magníficas.
Bárbara Lennie e Irene Escolar, protagonistas del potente montaje de Rambert Gorka Postigo |
A un servidor le gusta siempre establecer conexiones de distinto tipo y resulta que Hermanas es la segunda colaboración entre Rambert y Bárbara Lennie tras la también brutal La clausura del amor, otro intenso tour de force, esta vez con Israel Elejalde.
Un servidor la había visto, además, anteriormente en teatro, en dos montajes dirigidos por Miguel del Arco, Veraneantes y Misántropo, aparte de que tiene una carrera cinematográfica imparable con interpretaciones fantásticas como ha demostrado este año en Todos lo saben de Asghar Farhadi y El Reino de Rodrigo Sorogoyen, por hablar de las que un servidor ha visto, ya que este año también ha estrenado Petra de Jaime Rosales, por la que fue nominada a los Premios del Cine Europeo, y La enfermedad del domingo de Ramón Salazar.
En la obra de Rambert es la hermana mayor que prepara una conferencia y a la que coge de sorpresa la llegada de su hermana pequeña que irrumpe de repente. Lennie da la réplica de manera ejemplar a Irene Escolar, igual de espléndida que su compañera de escena.
Escolar demuestra su versatilidad, puesto que en el último año ha estrenado montajes muy diferentes como Blackbird o Un enemigo del pueblo, con la que estuvo hace poco en la capital hispalense. Pero un servidor no olvidará nunca las dos ocasiones previas a la actual en las que la vio sobre las tablas: La primera la conecta con Lennie porque también estaba dirigida por Miguel del Arco: De Ratones y Hombres, versión teatral de la célebre novela de John Steinbeck, y El Público de Federico García Lorca con dirección de Alex Rigola.
Siguiendo con los paralelismos ambas actrices trabajaron en distintas temporadas de la misma serie, Isabel y, casualmente con el mismo nombre ya que Lennie interpretaba a Juana de Avis y Escolar a Juana de Castilla.
Volviendo a Hermanas (Bárbara e Irene) el derroche de energía física y vocal de ambas es descomunal con unas caras cuando son oyentes de lo que dice la otra en distintos momentos que también dicen mucho. Es una obra vertiginosa que, además, visualmente llama la atención porque el escenario es blanco y en él se van colocando sillas de distintos colores lo cual habla del contraste a varios niveles: estéticamente y de los caracteres contrapuestos de ambas.
Tiene también un momento musical sorprendente y marchoso gracias al maravilloso tema Wonderful Life de Black en versión "discoteca", (un servidor no encuentra otra forma de calificarlo mejor), que no está escogido porque sí. Tiene un significado además de lo que ambas actrices hacen mientras suena. Lo cierto es que Hermanas (Bárbara e Irene) es un montaje sin apenas respiro porque, aunque no se hable, los silencios son tensos y demuestra el potencial de dos actrices que son un tesoro para nuestra cultura en general y teatral en particular.
Estarán en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid en enero, y un servidor confirma que no hay que perdérselas.
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