En 1964 Disney dio la campanada con Mary Poppins, una película dirigida por Robert Stevenson que mezclaba acción real con fragmentos animados y que protagonizó una espléndida Julie Andrews, la cual vio cómo el papel protagonista del musical My Fair Lady, que ella había protagonizado sobre las tablas, se lo daban, en su adaptación al cine ese mismo año, con dirección de George Cukor, a Audrey Hepburn. Sin embargo (las vueltas que da la vida), aunque el filme de Cukor ganó ocho Oscars (incluyendo Película, Director y Actor Protagonista para Rex Harrison) fue Andrews quien se llevó el Oscar a la Mejor Actriz Protagonista por encarnar a la mágica niñera salida de la imaginación de P. L Travers.
Pues bien, cincuenta y cuatro años después, Rob Marshall dirige El regreso de Mary Poppins, una continuación directa que, no llega a ser un calco ni remake, pero en estructura se asemeja al filme original, al que homenajea de principio a fin, pero el guión de David Magee, cuyos créditos incluyen filmes notables como Descubriendo Nunca Jamás (Marc Forster, 2004) o La vida de Pi (Ang Lee, 2012), plantea situaciones equivalentes sin repetirlas. Por poner un ejemplo, el fragmento animado transcurre en el interior de una sopera en lugar del cuadro pintado en la acera.
Rob Marshall ha querido demostrar su buena mano con los musicales tras las experiencias de Chicago (2002), Nine (2009) e Into the woods (2012) todas ellas adaptaciones de sonados éxitos estrenados en Broadway.
El regreso de Mary Poppins tiene de base la película de Stevenson y está repleta de números musicales muy bien ejecutados pero, para un servidor, no hay ningún tema que se quede grabado en la memoria como sí lo hicieron los del filme del 64, compuestos por los hermanos Richard M. Sherman y Michael B. Sherman con música de Irwin Kostal como Supercalifrgalisticexpialidocious , A Spoonful of sugar, Feed the Birds o la ganadora del Oscar Chim-Chim- Cher-ee asi como la Banda Sonora del fime. Cabría recordar que este inolvidable trío repitió en otros éxitos de Disney como Chitty Chitty Bang Bang (Ken Hughes, 1968) o La bruja novata (Robert Stevenson, 1971). Los temas compuestos por Marc Shaiman para el filme actual no tienen pinta de que la gente los tararee durante décadas.
Es una pena porque ese es el punto fuerte de esta digna continuación por otro lado que no pierde la esencia del original gracias a la magnífica labor de la gran parte del reparto, empezando por una magnífica Emily Blunt que se está convirtiendo en muy pocos años en una actriz todoterreno. Sin ir más lejos este año la hemos visto en Un lugar tranquilo, en la que es dirigida y comparte protagonismo con su marido en la vida real, John Krasinski, filme en las antípodas del que nos ocupa. Está perfecta como Mary Poppins, quizá con un punto de mayor seriedad si se le compara con Julie Andrews pero no se le puede reprochar nada.
Su compañero, el farolero al que da vida Lin-Manuel Miranda, está a su altura como pariente del deshollinador que conocimos hace más de cincuenta años. Es un exitoso actor en Broadway con puntuales incursiones en el cine y la televisión pero que demuestra que baila y canta con soltura.
Por otra parte, Meryl Streep demuestra que puede con todo, con un personaje tan extravagante como encantador (precisamente Blunt y ella fueron dirigidas por Marshall en Into the woods), Colin Firth está maravilloso, como Streep, haga lo que haga, en este caso en la piel de un villano banquero y Julie Walters interpreta su papel de criada con total solvencia. Además, es una alegría ver a los nonagenarios Angela Lansbury y Dick Van Dyke (protagonista este último del filme de Stevenson) aún en activo.
Por cierto, la presencia de Van Dyke no es el único cameo para recordar el filme original (que incluye guiños musicales, de frases y de imágenes) ya que Karen Dotrice (la genuina Jane Banks) tiene una breve aparición en esta película en la que Emily Mortimer, omnipresente este año en la gran pantalla hace una digna composición de Jane adulta.
Sin embargo en opinión de un servidor, no ve acertada la elección de Ben Whishaw como el Michael adulto, viudo y padre de tres niños. El protagonista El Perfume. Historia de un asesino (Tom Tykwer, 2007) espléndida adaptación de la célebre novela de Patrick Süskind o Retorno a Brideshead (Julian Jarrold, 2008), adaptación al cine de la novela de Evelyn Vaugh y que dio lugar en los ochenta a una espléndida miniserie, no le resultó nada creíble en el personaje que encarna en esta continuación homenaje a un clásico del cine familiar.
No hay que desdeñar, a pesar de lo dicho, la ambientación del filme con un impecable vestuario de Sandy Powell, ganadora de tres Oscar: por Shakespeare enamorado (John Madden, 1998), El Aviador (Martin Scorsese, 2004) y La reina Victoria (Jean-Marc Vallée, 2009), filme precisamente protagonizado por Emily Blunt. A ello hay que añadir un cuidado diseño de producción de John Myhre y los decorados de Gordon Sim, ambos ganadores del Oscar por Chicago y el primero también por Memorias de una geisha (2005), otro filme dirigido por Marshall, cuya fotografía también fue galardonada, obra de Dion Beebe quien se encarga del mismo cometido en El regreso de Mary Poppins, por lo que son personas asiduas colaboradoras de Marshall.
El regreso de Mary Poppins es un filme bien hecho y nostálgico para los amantes del filme original que no traiciona su espíritu pero que, en aspectos como las canciones y los efectos especiales, realza el valor del filme estrenado en 1964 y que permanece en la memoria colectiva de espectadores de todas las edades.
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