sábado, 22 de diciembre de 2018

"La Principita": La niña de la conciencia

Un espectáculo para toda la familia, donde los niños ríen, con mensaje y atractivo visual. Aunar todo eso no es fácil de entrada pero, como un servidor ha afirmado en muchas ocasiones, si los encargados de hacerlo son profesionales como la copa de un pino sí se logra y Teatro Clásico de Sevilla es un gran ejemplo de ello con su tercer espectáculo infantil y familiar, La Principita, que se ha estrenado en el Teatro Central de Sevilla, donde permanecerá en cartel hasta el 4 de enero.

Este nuevo montaje llega en un momento muy especial, ya que la compañía que dirigen Noelia Díez y Juan Motilla (también productores de la misma) aún saborea el éxito de Luces de bohemia, que obtuvo el Premio del Público en el Festival Don Quijote de París y cinco Premios Escenario.

La Principita parte de una fuente literaria importante. Si en Julia. Un viaje teatrástico se usaban los Pasos de Lope de Rueda y Don Quijote en la patera se servía de la obra cumbre de Miguel de Cervantes ahora la base es el popular y simbólico libro escrito por Antoine de Saint-Exupéry.

Alfonso Zurro dirige magistralmente (con la ayuda de la maravillosa Verónica Rodríguez) y firma una dramaturgia que parte del final de la mencionada obra literaria y se sirve del encuentro del piloto del texto original con una niña proveniente de otro planeta para plantear cuestiones importantes a nivel social y político que se insertan sabiamente usando la inocencia de la protagonista. Ésta se encuentra en tierra extraña sin entender muchas cosas, y ahí un servidor para con el fin de no desmenuzar más de lo debido el argumento pero lo que sí afirma es que su presencia conmueve a público y demás personajes de la obra, que toman conciencia de lo que en este mundo podría mejorarse.

Si algo ha caracterizado a Teatro Clásico de Sevilla es su espectacularidad visual y aquí se vuelve a lograr con un trabajo minucioso y compacto que, además, hace ver la artesanía hermosa que constituye el arte de Talía con la escenografía de Curt Allen Wilmer desplegándose manualmente pero que aparece como por arte de magia para escenificar un desierto o un mar, así como maletas o una serpiente movida manualmente que tienen su significado en el contexto de la obra. A todo ello hay que sumar una iluminación precisa de Florencio Ortiz y una lograda música de Jasio Velasco que incluye pegadizas y animadas canciones.

Un momento visual hermoso y significativo del montaje                                                                                  Luis Castilla
El aspecto llamativo del montaje se corona con unas proyecciones coloristas y hermosas obra de Fernando Brea con cameos inesperados y sorprendentes que, en un momento determinado, también sirven para complementar la mención a aspectos actuales que se desean resaltar de un mundo con tristes realidades.

Pero claro, la imaginación ahí no acaba porque los actores están perfectos a nivel interpretativo, de caracterización y de vestuario. Para empezar la versátil actriz Alicia Moruno, quien fue precisamente la protagonista del mencionado espectáculo Julia. Un viaje teatrástico, transmite de manera muy natural la inocencia y la incomprensión de alguien que viene del exterior y no entiende cómo está organizado el lugar a donde ha llegado. Su poder de conexión con el público es innegable porque el texto y su interpretación, sin renunciar al humor, huye de la ñoñería. A eso hay que añadir que su aspecto, para ser una extraterrestre, es vistoso, sin caer en lo estrafalario.

Lo mencionado se logra con creces con un colorista vestuario obra de Carmen y Flores de Giles y un excelente trabajo de peluquería y maquillaje a cargo de Manolo Cortés, que le proporciona un ingenioso peinado a Moruno, por ejemplo. La labor mencionada es una muestra más de la gran creatividad de los profesionales citados, que se extiende a los dos actores que completan el reparto.

Manuel Rodríguez está en el punto exacto para dar vida al piloto que busca al Principito original, pero claro, habiéndolo visto en montajes de la compañía como Hamlet o La Estrella de Sevilla uno no puede esperar otra cosa que seguridad en el escenario y variedad de registros. Forma una cómica pareja con Moruno y con Javier Centeno quien es un auténtico camaleón pues da vida a variados personajes, desde el autor propio Saint-Exupéry (cuya presencia establece un ingenioso juego metaliterario y cultural) hasta un rey y otros personajes que un servidor prefiere no mencionar en su totalidad, con una credibilidad indiscutible. 

La variedad de los personajes de Centeno también sirve para incidir en la idea del componente teatral que se mencionó al principio puesto que algunos cambios de vestuario se hacen en presencia de los espectadores.
Otro momento de La Principita                                                                                                                           Luis Castilla

Con La Principita Teatro Clásico de Sevilla logra el disfrute de pequeños y mayores y hacer reflexionar sobre el mundo en el que vivimos sin renunciar en ningún momento a una calidad que es marca de la casa y que engrandece aún más a una Compañía referente en el panorama nacional y, visto lo ocurrido en París, ya internacional.       

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