El cine tiene la capacidad de transportar a épocas pasadas de la vida a los espectadores gracias a actores carismáticos a los que muchos han visto debutar y crecer con ellos. Eso ocurrió con Robert Redford desde que apareciese en personajes episódicos en la televisión en los años 60.
Ahora estrena una película modesta, The Old Man & the Gun que sirve para poner, por decisión propia, fin a su faceta como actor. Un servidor matiza esto porque sigue produciendo filmes y, a sus 82 años, el protagonista de títulos míticos como Tal como éramos (Sydney Pollack, 1973), El Golpe (George Roy Hill, 1973), Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) o Memorias de África (Sydney Pollack, 1985) no ha dicho que no vuelva a dirigir.
The Old Man & the Gun es un caso curioso, ya que Redford no se interpreta a sí mismo, pues da vida al líder de una pequeña banda de atracadores de bancos que además no es ficticia. La película la escribe y dirige David Lowery, un cineasta que sirve lo mismo para un roto que para un descosido y que ya dirigió a Redford en Peter y el dragón (2016). En este caso un artículo escrito por David Grann sobre este peculiar señor de mirada encantadora y modales exquisitos que robaba bancos sin mostrar rudas maneras ni armar escándalos.
Aunque el filme, como se ha dicho, trate de un atracador real, en el fondo hay un sentido homenaje a Robert Redford y a su carrera, desde el gesto cómplice en la nariz que hacían Redford y Paul Newman en la citada y premiada El Golpe hasta unas escenas de La jauría humana (Arthur Penn, 1966) para ilustrar la juventud del protagonista, caracterizada por sus continuas fugas de la cárcel. Es muy significativa la inclusión de escenas de esta película que coprotagonizó junto a Marlon Brando, Jane Fonda, Angie Dickinson y Robert Duvall porque, a ojos de un servidor, fue la que disparó como un cohete su carrera cinematográfica.
Un servidor también percibe un intento de Lowery de filmar una película al estilo de las que hacía Redford en el apogeo de su carrera de ahí la fotografía de Joe Anderson, muy evocadora con esa luz crepuscular que desprende el filme, a lo que también contribuye la música de Daniel Hart. Es un filme además que no desea ser pretencioso, contando una historia sencilla pero emotiva, con un personaje central que atrapa la atención del espectador de una manera magnética.
Es un filme además donde se puede disfrutar de la presencia de Casey Affleck, quien ya trabajó en ocasiones anteriormente con Lowery, como fue el caso de En un lugar sin ley (2013) y la particular A Ghost Story (2017). El personaje de Affleck (el policía empeñado en capturar a este singular ladrón) propicia un momento magnífico con Redford en un aseo en un restaurante. También es muy grato ver en pantalla siempre a Danny Glover, Tom Waits o Elisabeth Moss, la cual demuestra lo bien que sabe aprovechar los pocos minutos de los que dispone su personaje para lucirse.
Sin para nada desmerecer a los mencionados, los mejores momentos los proporcionan Redford y una maravillosa Sissy Spacek, como esa compañera inesperada y comprensiva. Sus conversaciones juntos son una auténtica delicia, a lo que se suma el poder ver a la veterana actriz protagonista de títulos esenciales para un servidor, como Carrie (Brian de Palma, 1976), haciendo para un servidor que no haya ninguna actriz que encarnase mejor al personaje surgido de la mente de Stephen King (se siente Chloë Grace Moretz) como ella, o Missing. Desaparecido (Costa-Gavras, 1982). Se da la casualidad de que Redford y ella ganaron el Oscar el mismo año: En 1981 Spacek ganaba el Oscar a la Mejor Actriz por Quiero ser libre (Michael Apted, 1980) y Redford el de Mejor Director por su dura y conmovedora ópera prima Gente corriente, ganadora del Oscar a la Mejor Película ese año, así como el de Mejor Actor Secundario para Timothy Hutton.
The Old Man & the Gun es una película que está más al servicio de Robert Redford que del rigor de los hechos que cuenta. Lo que ha predominado es el homenaje a un actor que cautivó desde el principio con su rotunda presencia, con esa mirada a la que el paso de los años y las arrugas no han quitado un ápice de brillantez y un servidor no ve mejor forma de que un actor como Robert Redford se despida de la interpretación. Desprende esta película un aroma parecido al de Lucky (John Carroll Lynch, 2017), aunque la popularidad de Harry Dean Stanton fuese menor a nivel de masas que la del protagonista de Los tres días del Cóndor (Sydney Pollack, 1975).
Las películas son presente y no nos cansaremos de verle junto a Paul Newman en Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969) o con Jane Fonda en la deliciosa comedia Descalzos por el parque (Gene Saks, 1967) además de apreciar sus dotes para dirigir con elegancia y contundencia como demostró en El río de la vida (1992) o Quiz Show (1994), además de los títulos citados y más. Lo de Redford, de momento, no es un "hasta siempre" es un "nos vemos tras la cámara".
Un servidor también percibe un intento de Lowery de filmar una película al estilo de las que hacía Redford en el apogeo de su carrera de ahí la fotografía de Joe Anderson, muy evocadora con esa luz crepuscular que desprende el filme, a lo que también contribuye la música de Daniel Hart. Es un filme además que no desea ser pretencioso, contando una historia sencilla pero emotiva, con un personaje central que atrapa la atención del espectador de una manera magnética.
Es un filme además donde se puede disfrutar de la presencia de Casey Affleck, quien ya trabajó en ocasiones anteriormente con Lowery, como fue el caso de En un lugar sin ley (2013) y la particular A Ghost Story (2017). El personaje de Affleck (el policía empeñado en capturar a este singular ladrón) propicia un momento magnífico con Redford en un aseo en un restaurante. También es muy grato ver en pantalla siempre a Danny Glover, Tom Waits o Elisabeth Moss, la cual demuestra lo bien que sabe aprovechar los pocos minutos de los que dispone su personaje para lucirse.
Sin para nada desmerecer a los mencionados, los mejores momentos los proporcionan Redford y una maravillosa Sissy Spacek, como esa compañera inesperada y comprensiva. Sus conversaciones juntos son una auténtica delicia, a lo que se suma el poder ver a la veterana actriz protagonista de títulos esenciales para un servidor, como Carrie (Brian de Palma, 1976), haciendo para un servidor que no haya ninguna actriz que encarnase mejor al personaje surgido de la mente de Stephen King (se siente Chloë Grace Moretz) como ella, o Missing. Desaparecido (Costa-Gavras, 1982). Se da la casualidad de que Redford y ella ganaron el Oscar el mismo año: En 1981 Spacek ganaba el Oscar a la Mejor Actriz por Quiero ser libre (Michael Apted, 1980) y Redford el de Mejor Director por su dura y conmovedora ópera prima Gente corriente, ganadora del Oscar a la Mejor Película ese año, así como el de Mejor Actor Secundario para Timothy Hutton.
The Old Man & the Gun es una película que está más al servicio de Robert Redford que del rigor de los hechos que cuenta. Lo que ha predominado es el homenaje a un actor que cautivó desde el principio con su rotunda presencia, con esa mirada a la que el paso de los años y las arrugas no han quitado un ápice de brillantez y un servidor no ve mejor forma de que un actor como Robert Redford se despida de la interpretación. Desprende esta película un aroma parecido al de Lucky (John Carroll Lynch, 2017), aunque la popularidad de Harry Dean Stanton fuese menor a nivel de masas que la del protagonista de Los tres días del Cóndor (Sydney Pollack, 1975).
Las películas son presente y no nos cansaremos de verle junto a Paul Newman en Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969) o con Jane Fonda en la deliciosa comedia Descalzos por el parque (Gene Saks, 1967) además de apreciar sus dotes para dirigir con elegancia y contundencia como demostró en El río de la vida (1992) o Quiz Show (1994), además de los títulos citados y más. Lo de Redford, de momento, no es un "hasta siempre" es un "nos vemos tras la cámara".
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