Un servidor ha vivido de todo en el teatro, pero por primera vez ha vuelto a ver, con casi diecisiete años de diferencia, la misma obra y con la misma actriz dirigida por la misma persona: Se trata de Cinco horas con Mario, uno de los monólogos de referencia del teatro español.
Es impresionante contemplar cómo una obra que tiene su origen en una novela de Miguel Delibes publicada en 1966 y adaptada al teatro en 1979 por el propio autor, José Sámano y Josefina Molina, directora a su vez del montaje, no haya perdido vigencia y que tenga tal fuerza la interpretación de la gran Lola Herrera, que un servidor haya disfrutado ambos montajes (el primero que vio fue en el año 2002) por igual en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, donde permanecerá en cartel hasta el domingo.
Esta crítica tiene una característica inusual: incluye declaraciones de la propia Lola Herrera de una entrevista que un servidor le hizo en 2014 con motivo de las representaciones en la capital hispalense de En el estanque dorado de Ernest Thompson que ella protagonizó junto a Héctor Alterio y Luz Valdenebro dirigidos por Magüi Mira.
Sobre lo que supuso Cinco horas con Mario, Herrera declaró que "fue un antes y un después en mi vida profesional y personalmente, fue una inflexión. La función me llega con cuarenta y cuatro años cumplidos y estaba en esa edad en la que miraba hacia atrás y me cuestionaba muchas cosas. Cuando llegó me entusiasmé con el texto, pero sin llegar a pensar que llegara a ser lo que fue. Me dio un espaldarazo personal importantísimo y, además, me ayudó a acelerar ese balance que yo estaba haciendo". Su vida está tan ligada a esta obra que la actriz y la directora rodaron la película Función de noche (1981) donde Herrera se interpretaba a sí misma y tenía una conversación intensa con Daniel Dicenta entre función y función de esta obra precisamente.
Este montaje demuestra además la genialidad como escritor de Miguel Delibes (1920-2010). El autor de novelas fundamentales como La sombra del ciprés es alargada, su carta de presentación con la que ganó el Premio Nadal, El camino, Los santos inocentes o El príncipe destronado (todas ellas por cierto adaptadas a la gran pantalla) ofrecía una corriente de pensamiento de una mujer que vela el cadáver de su marido y lo hace a conciencia titulando la novela con el número de horas que, a ritmo normal se tardaría en leerla . Precisamente cuando se estrena la adaptación teatral de Cinco horas con Mario hacía sólo dos años del estreno de la adaptación a la gran pantalla del último título referido con el título de La guerra de papá, a cargo del añorado Antonio Mercero.
Sobre el autor y la adaptación de la obra a los escenarios la gran actriz vallisoletana, (como el propio Delibes) declaró en su momento que "Miguel Delibes era un maestro. Él a veces decía que Josefina Molina y yo habíamos llegado más lejos que él, siendo el autor del texto, que habíamos visto cosas que él no había pensado". Y acerca de los motivos para retomar un personaje como Carmen Sotillo a lo largo de los años (se cumplirán cuarenta años del estreno en noviembre) Herrera afirmó que: "Cada vez que volvíamos Josefina y yo a retomar la obra la veíamos desde otro ángulo porque sumaba lo que había vivido en ese tiempo más las otras mujeres que en ese tiempo había interpretado y eso te hacía ver desde otra perspectiva al personaje y te daba otros pasadizos, secretos como mujer y lo hacías desde un lugar diferente".
El origen de este montaje actual, producido por Sámano y Jesús Cimarro (lo explica la propia actriz en una cuartilla incluida en el programa de mano), está en el 50 aniversario de la publicación de la novela en 2016, por lo que Herrera retomaba un personaje que dejó de hacer en 2005 y que interpretó Natalia Millán en 2010.
La característica principal de este monólogo se encuentra en la actitud de la protagonista y que Herrera explicó de manera muy clara, declarando que "Carmen habla, o, mejor dicho, piensa en la novela. Pero está llena de tópicos, de frustraciones y lo que dice es lo contrario de lo que siente. Es una incoherencia total. Ella habla por boca de ganso, lo que ha aprendido, como la han enseñado, en lo que se ha educado, pero ella está rebelada porque ella se ha perdido muchas cosas y eso lo puedes llevar hasta el infinito".
Esta maravilla teatral, a nivel de puesta en escena, conserva la escenografía, sencilla pero esencial del maestro Rafael Palmero y la música de Luis Eduardo Aute. En esta ocasión la iluminación, precisa, intensa y más sombría cuando se requiere es de Manuel Maldonado. Pero lo que deja asombrado a un servidor, es lo actual que suena gran parte de lo que se dice en la obra a pesar de que quien habla es una mujer de los años sesenta del siglo pasado. Las diferencias entre hombres y mujeres a nivel social, de comportamiento e incluso amoroso y sexual se combinan con revelaciones de Carmen a su marido fallecido, Mario, como si estuviese vivo, pero, por motivos lógicos, no puede replicarle. Esto propicia una revelación de secretos y deseos que en otro contexto hubiese sido inconcebible.
Cinco horas con Mario es una cumbre de nuestro teatro interpretada de manera extraordinaria, pero, todo hay que decirlo, siendo Lola Herrera quien lo hace, no es de extrañar en absoluto, ya que es una dama de la interpretación, por lo que todo lo que se diga sobre sus cualidades interpretativas no es novedad en absoluto sino una nueva constatación de una profesionalidad y energía maravillosas, demostrando además que una obra estrenada hace casi cuatro décadas puede tener la misma fuerza que el día de su estreno, el cual, ojalá, un servidor, hubiese vivido.
FOTOS: DANIEL DICENTA HERRERA
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