Un servidor a veces no sabe si las cosas ocurren porque sí, o el azar juega un factor importante en algunos hechos. Pero lo cierto es que, desde septiembre del año pasado, han llegado a las carteleras españolas tres películas centradas en políticos estadounidenses reales. Primero fue El escándalo Ted Kennedy (John Curran, 2017), luego la premiada y nominada a los Oscar El vicio del poder (Adam McKay, 2018) y ahora ha llegado El candidato, también del año pasado.
Vistas las tres se podría pensar que en Hollywood quieren demostrar que no tienen miedo a mostrar las miserias de sus altos cargos y quizás sea un aviso encubierto a Mr. Trump. Si el primer título se centraba en un oscuro episodio protagonizado por un miembro de una de las familias más famosas, no sólo de Estados Unidos, sino del mundo entero, y el segundo hacía un retrato del vicepresidente Dick Cheney en el que era mostrado no precisamente como un santo, sino más bien como un estratega consumado, ahora El candidato centra su atención en la figura de Gary Hart, el hombre que estuvo a punto de llegar a la presidencia en 1988 pero que no logró por el episodio que recrea el filme dirigido por Jason Reitman.
Caracterizado por mostrar realidades de una manera peculiar, Reitman, tras hacer un retrato un tanto especial sobre la maternidad en Tully (2018), con una entregadísima Charlize Theron, ahora produce, dirige y coescribe la historia de las tres semanas que propiciaron el fracaso político de Hart. El filme está basado en el libro All the truth is out de Matt Bai, quien es coguionista junto con el propio Reitman y Jay Carson, el cual desempeña tal labor por primera vez tras su implicación en la serie House of Cards como productor.
La película tiene diversas virtudes, como es el hecho, por ejemplo, de mostrar el papel fundamental de la prensa en la política en general y en el caso de Gary Hart en particular. A esto habría que añadir cómo se muestra el trabajo del equipo asesor de campaña de Hart comandado por un espléndido J.K. Simmons y donde no se deja escapar algún chiste sobre la cantidad de hombres que hay en ese grupo con el mismo nombre.
El mencionado papel de la prensa hizo, por la manera en que está mostrado, pensar en dos cosas: Que Hart no estuvo muy fino al desafiar a los periodistas a que lo siguieran para desmentir el rumor de una aventura amorosa. Los periodistas hicieron su trabajo y se descubrió el pastel.
En segundo lugar, no deja de resultar curioso la labor del Washington Post en asuntos concernientes a la política y a otros temas de gran calado. No en vano fueron dos periodistas de este periódico los que destaparon el caso Watetgate, con las consabidas consecuencias para Richard Nixon y que Alan J.Pakula plasmó en la modélica Todos los hombres del presidente (1976) con la complicidad de un magnífico grupo de actores liderados por Robert Redford, Dustin Hoffman y Jason Robards, quien ganó su primer Oscar dando vida al editor de la publicación, Ben Bradlee, papel que también interpretaría Tom Hanks en Los archivos del Pentágono (Steven Spielberg, 2017) donde se destapaban unos engaños con respecto a la Guerra de Vietnam entre otras cosas. Y ahora, en El candidato, Alfred Molina asume tal función al ser uno de sus trabajadores quien recogió las desafiantes palabras de Hart.
En este tramo del filme se tiñe la trama de un logrado aire de thriller gracias al espionaje de periodistas del Miami Herald y que culminó en pruebas incontestables de algo que los votantes no permitieron ni consintieron.
Por lo demás El candidato cuenta la caída de un líder muy campechano y cercano por una ingenuidad por su parte y enseña la doble moral del pueblo estadounidense. Tras los escándalos de los Kennedy, a pesar del trágico final que tuvieron, no pareció que sus affaires afectasen a la imagen que el pueblo tenía de ellos. Un servidor nunca justificará una infidelidad pero, como espectador del año 2019, un servidor ve los hechos y la actitud de los votantes como veletas sobre todo si se recuerda el caso de Bill Clinton, aunque fuese posterior. Por lo tanto el filme de Reitman es correcto pero lo que cuenta, aparte de que son hechos conocidos, no deja de ser algo simplón (también porque Hart jugó con fuego y se quemó). Por su parte es curioso el papel que adquiere la supuesta amante de Hart.
En cuanto a los actores, aparte de los ya mencionados, no se puede negar el esfuerzo del carismático Hugh Jackman para interpretar a Hart, pero, siendo correcto, brilla en ciertos momentos pero no deslumbra como ha hecho cada vez que se ha puesto en la piel de Lobezno, de Jean Valjean en Los Miserables (Tom Hooper, 2012) o en otros personajes como los de El truco final (Christopher Nolan 2006) o El gran showman (Michael Gracey, 2017). Su composición es lograda pero no destaca. Los guionistas sí tienen la virtud de dotar de mayor entidad al la esposa de Hart, encarnada por la siempre resolutiva Vera Farmiga, quien ya trabajó con Reitman en Up in the air (2009). Durante la primera hora parece que no va a tener importancia pero le proporcionan unos momentos para lucirse en el último tercio del filme.
El candidato no es una mala película pero, visto lo visto, no cuenta nada del otro jueves, sólo muestra la manera en que una carrera brillante puede irse al traste por ser más chulo que un ocho al revés.
Imagino que no aporta nada, pero estos biopics están bien para conocer personajes.
ResponderEliminarUn saludo
Eso desde luego, yo personalmente no tenía ni idea hasta que leí la historia en Fotogramas
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