domingo, 24 de febrero de 2019

"María, reina de Escocia": Lentitud Real

Un servidor no está nada en contra de que se cuente una historia que ya se ha contado antes, ni al público, a la vista del éxito, por hablar de algo reciente, de Ha nacido una estrella (Bradley Cooper, 2018), cuarta vez que se cuenta, y la primera en los años 30 del siglo pasado. Tampoco pasa nada con personajes reales. Enrique VIII, por ejemplo, ha sido retratado en cine y televisión en multitud de ocasiones. Precisamente, con personas relacionadas con este monarca va el asunto que centra esta crítica.

María Estuardo e Isabel I de Inglaterra (la segunda, hija del citado monarca y de Ana Bolena) protagonizaron una de las rivalidades con mayor trascendencia de la Historia. La primera, viuda del rey de Francia, regresó a Escocia y suponía una amenaza para Isabel, ya que podía solicitar legítimamente el trono que ella ostentaba. Una serie de hechos, conspiraciones y supuestas traiciones acabaron con María sentenciada a muerte por una orden firmada por Isabel ya que fue acusada de conspirar para acabar con su vida. Pues bien, esta historia se ha contado ya varias veces. 

Directores como John Ford en 1936, en un filme donde María era encarnada por Katharine Hepburn o Charles Jarrot en 1971 con Vanessa Redgrave como María y Glenda Jackson como Isabel son ejemplos de aproximaciones a un episodio jugoso para hacer una buena película. La importancia de todo lo expuesto antes es que no pasa nada por volver a contar lo mismo. Lo esencial es hacerlo de una manera que no haga sentir al espectador decir: "Otra vez lo mismo y encima aburrido". Esto es lo que le ha ocurrido a un servidor con María, reina de Escocia, la ópera prima de la directora teatral británica Josie Rourke.

Teniendo como base el libro María Estuardo: La reina mártir, publicado por John Guy en 2004, la directora declaró que María e Isabel eran dos mujeres con más similitudes que diferencias y que pretendía reflejarlo en la película. 

Por otro lado, un servidor, como espectador, sabía de errores históricos antes de ir, como el encuentro entre ambas mujeres, algo que históricamente no está recogido en ningún lado (se rumorea incluso que fue secreto), pero bueno, es algo en lo que otras producciones también han incurrido y uno reconoce que, a nivel cinematográfico, es muy potente el momento. Este y otros hechos erróneos se pueden pasar por alto si la película, en su conjunto, entretiene, y no es el caso. El guión es plomizo y aburre hasta la extenuación, con total ausencia de intriga o emoción.

Un servidor podría cuestionarse a sí mismo pero resulta que en su colección particular de DVDs se encuentra un pack con Las hermanas Bolena (Justin Chadwick, 2008) y el díptico Elizabeth (1998) y Elizabeth: La edad de oro (2007) dirigidas por Shekhar Kapur y protagonizadas de manera espléndida por Cate Blanchett. Pues un servidor revisó la segunda del díptico donde, entre otras cosas, se narra el episodio con María Estuardo y es que, sin exagerarlo, le da tres mil vueltas al filme de Rourke en todo, hasta Samantha Morton dando vida a María está magnífica.

Se sabe que las comparaciones son odiosas pero es que el guión de María, reina de Escocia produjo cabezadas a un servidor y prolongadas caídas de ojos, con la creencia de que Morfeo rondaba a su alrededor. A esa lentitud hay que añadir el remate, con un final abrupto y precipitado, lo cual a un servidor dejó más a cuadros todavía.

La ambientación en general y el vestuario, en particular, de Alexandra Byne (ganadora del Oscar precisamente por la citada Elizabeth: La edad de oro) en particular, y que opta al Oscar este año es lo más llamativo porque hasta en el maquillaje meten la pata: A Elizabeth la muestran con viruela, las cicatrices, de la misma y luego con la cara blanca tan reconocible por tantos retratos de esa manera, pero un servidor no ve normal que a María se la muestre igual con dieciocho años que con cuarenta y cinco.

Por otro lado, se ha de decir que las dos actrices elegidas para ambos personajes hacen un trabajo digno pero que no destaca. Margot Robbie, de la que un servidor recuerda su trabajo en Yo, Tonya (Craig Gillespie, 2017) con agrado, hace lo que puede salvando los muebles como Isabel I, pero a veces parece que el papel le viene algo grande y Saoirse Ronan, a la que un servidor ha visto más asiduamente en pantalla por sus trabajos en Lady Bird (Greta Gerwig, 2017), En la playa de Chesil (Dominic Cooke, 2017) y La gaviota (Michael Mayer, 2018) la considera que mantiene el tipo como María Estuardo pero luego se va desinflando.

Por cierto, para los amantes de esta época histórica, se debe mencionar una miniserie, Elizabeth (Tom Hooper, 2005) que un servidor aún no ha visto pero sí fragmentos con Helen Mirren como la monarca inglesa acompañada de Jeremy Irons y que muestra la ejecución de María de una manera demasiado gráfica pero que, según informaciones, está muy lograda en su conjunto. Vamos, que tiene todo de lo que carece María, reina de Escocia, que no la salvan ni las actrices. Si el guión no es bueno, apaga y vámonos, y es para irse por su pausado y lentísimo ritmo carente de sustancia, haciendo que de lo que se cuenta se pierda todo el interés. 

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