viernes, 22 de marzo de 2019

"Beautiful Boy. Siempre serás mi hijo": El infierno de las drogas

Hay miles de maneras de contar una historia sobre un mismo tema. Julia Roberts y Lucas Hedges ofrecían en El regreso de Ben (Peter Hedges, 2018) un retrato de la adicción a las drogas donde la parte más dura de esa experiencia ya había pasado, por lo que se obviaba visualmente, y se centraba en la vuelta al hogar del adolescente en proceso de desintoxicación y el temor de la familia por lo vivido. 

Con el mismo asunto como tema central, pero mucho más dura visualmente, se narra la historia de Beautiful Boy. Siempre serás mi hijo, el salto internacional del director belga Felix van Groeningen, conocido sobre todo por su filme Alabama Monroe (2012), nominado al Oscar a la Mejor Película Extranjera.

Pues bien, ahora, con la base de dos libros escritos por el padre y el hijo reales que se retratan en la película y con el respaldo de Brad Pitt como coproductor, Van Groeningen cuenta sin contemplaciones las grandes dificultades para salir de la adicción a las drogas desde los dos lados: el del drogadicto, Nic Sheff, y el de su familia, focalizando la atención en el padre, David Sheff.

La película, en líneas generales, tiene uno de los alicientes en lo explícito de sus imágenes y en el incremento de la carga dramática conforme transcurre la historia. Van Groeningen hace hincapié en la dureza de la situación, en lo fácil que es una recaída y en el sufrimiento que genera. Todo esto, sin hacer spoiler, se anticipa, antes de pasar a escenas más duras gráficamente, en a contemplación de un cuaderno del hijo por parte del padre con dibujos y reflexiones aterradoras, con una música que le da un aire de película de terror a ese momento y prepara al espectador para lo que verá más adelante.

Como un servidor ha reiterado en muchas ocasiones la labor de los actores es fundamental para transmitir las emociones deseadas por el director, en especial cuando se tratan temas dramáticos fuertes. En el caso de Beautiful Boy. Siempre serás mi hijo, los actores hacen una labor impecable aunque matizando diferencias. 

El padre está maravillosamente interpretado por Steve Carell, un actor que sorprendió a propios y extraños tras su paso exitoso por la comedia con una faceta menos cómica que apuntaba en Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2006) y que corroboró en filmes como La última bandera (Richard Linklater, 2017) o encarnando a Donald Rumsfeld en El vicio del poder (Adam McKay, 2018), con quien ya había trabajado en La gran apuesta (2015), curiosamente ambos títulos también producidos por Brad Pitt. Carell despliega un abanico de sentimientos que van desde la ayuda incondicional hasta el abandono y el sentimiento de fracaso y en todo momento está en su punto justo.

La réplica se la da el ya reafirmado Timothée Chalamet. El inolvidable Elio de la magnífica Call me by your name (Luca Guadagnino, 2017), el cual dio un cambio de registro radical en un papel secundario pero bien aprovechado en Lady Bird (Greta Gerwig, 2017) como uno de los novios de Saoirse Ronan asume ahora el importante reto de dar vida a Nic, el joven drogadicto. En este caso, y también es positivo, va de menos  más. Con unos compases iniciales que no dicen mucho (los saltos temporales en la película un servidor cree que repercuten algo negativamente en el desarrollo de la historia y en la interpretación del actor) una escena entre él y Carell en una cafetería a la que solían ir los personajes cuando Nic era niño marca el despegue interpretativo de Chalamet que va incrementando hasta llegar a la representación perfecta de la imposibilidad de dejar de consumir y el desamparo de un joven perdido en la vida.

En el reparto un servidor destacaría la presencia de Maura Tierney, la inolvidable Abby Lockhart de la serie de referencia Urgencias, personaje que interpretó durante diez años, desde 1999 hasta su última temporada, en 2009. La actual protagonista de la serie The Affair desde 2014, da vida en el filme a la comprensiva segunda esposa del personaje de Carell y madrastra del de Chalamet. Con una mayor presencia que líneas de diálogo, representa las repercusiones en la familia de un miembro drogadicto. Precisamente en el reparto se encuentra otra actriz que estuvo en la popular serie médica mencionada, Amy Aquino (aunque con un personaje más episódico y esporádico) interpretando a la directora del centro en el que ingresa Nic para intentar curarse de su adicción. Además siempre es agradable ver en pantalla a un gran actor como Timothy Hutton, ganador del Oscar por la desgarradora, emotiva y premiada Gente corriente (Robert Redford, 1980) en la piel de un doctor que explica las consecuencias de una potente droga.

Con un estilo mixto donde las secuencias reposadas se mezclan con otras más inquietantes y fuertes por lo explícitas que son, Beautiful Boy. Siempre serás mi hijo expone un grave problema social con muchas aristas sin caer en efectismos gracias a las logradas interpretaciones de su reparto y un tono adecuado para que el mensaje llegue directo y sin manipulaciones al espectador.

1 comentario:

  1. He oído que hay muchos flashback y hacen un poco caótica seguir la narración. Este film no me atrae mucho de todas formas. Pero nunca se sabe si acabaré viéndolo.
    Un saludo

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