miércoles, 6 de marzo de 2019

"Van Gogh, a las puertas de la eternidad": El hombre detrás del artista

En la Historia de la Pintura, sin duda, uno de sus representantes más destacados es el holandés Vincent Van Gogh (1853-1890). La razón es doble, puesto que a unos cuadros que influyeron muchísimo, se encuentra una vida llena de tormento que influía en su obra. El cine no se quedó indiferente a su figura y en 1956 Vincente Minnelli adaptó a la gran pantalla la biografía novelada de Irving Stone dando lugar a El loco del pelo rojo, donde el pintor era encarnado por la leyenda viviente Kirk Douglas y por la que Anthony Quinn ganó su segundo Oscar dando vida al también pintor Paul Gauguin, con quien Van Gogh tuvo una tortuosa amistad.

Si hace dos años la película de animación Loving Vincent de Dorota Kobiela y Hugh Welchman sorprendía a público y crítica (nominación al Oscar incluida) usando las pinturas del artista para plasmar una especie de thriller para esclarecer los últimos días de la vida de Van Gogh, ahora es el director Julian Schnabel, quien se dedicó también a la pintura, el que se acerca a los últimos años del autor de La noche estrellada en Van Gogh, a las puertas de la eternidad.
Schnabel, con un estilo no convencional, pero no menos atractivo, cuenta en esta película la etapa vital del artista en Francia, desde su traslado a Arlés pasando por el corte de su oreja o su estancia en Saint-Rémy-de-Provence así como su relación con Gauguin

Schnabel cuenta en esta ocasión con la colaboración, para la escritura del guión, del veterano Jean-Claude Carriére, vinculado a la carrera de Luis Buñuel desde los tiempos de Diario de una doncella (1964), destacando otros títulos con el director aragonés como Belle de jour (1967) o El discreto encanto de la buguesía (1972) y Ese oscuro objeto del deseo (1977) y  con otros directores como Volker Schlöndorff (El tambor de hojalata, 1979), Philip Kaufman (La insoportable levedad del ser, 1988) o Milos Forman (Valmont, 1989). La escritura de Van Gogh, a las puertas de la eternidad se completa con la aportación de Louise Kugelberg, también responsable del montaje del filme.

Tras haber dado la campanada con otro retrato de un personaje real, el poeta Reinaldo Arenas en Antes que anochezca (2000), protagonizada por un magnífico Javier Bardem que fue nominado al Oscar, y conmover con La escafandra y la mariposa (2007), Schnabel se sirve del talento de Willem Dafoe, quien participó en su ópera prima (Basquiat, 1996) y justo en la anterior a la que nos ocupa (Miral, 2010) y de actores de la mencionada La escafandra y la mariposa como Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Niels Arestrup o Anne Cosigny, así como de Rupert Friend, Mads Mikkelsen Amira Casar y Oscar Isaac para poner en pie este personal biopic.

La narración es contemplativa y con movimientos de cámara constantes pero, en este caso, no juega en contra del resultado final, sino todo lo contrario. La belleza de los paisajes franceses es aumentada gracias a la espléndida fotografía de Benoît Delhomme con una paleta de colores que remite a los del propio Van Gogh al que pone cuerpo, rostro y alma un impresionante Dafoe. El protagonista de filmes como Platoon (Oliver Stone, 1986), El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996) o Anticristo (Lars von Trier, 2009) se quedó a las puertas de la dorada estatuilla por una profunda interpretación, donde el físico y el aspecto emocional de Van Gogh se refleja perfectamente, así como su concepto de la pintura, su manera de ver el arte, la admiración por maestros como Goya, Veronese, Velázquez o Delacroix o el contraste entre la admiración que suscitan sus cuadros en contraposición con su estado mental así como una versión distinta del incidente que le condujo  la muerte, lo cual Schnabel plasma a la perfección. 

También es curiosa la mezcla de realidad y ensoñación que transmite el filme, ya que la cámara no sólo sigue a Van Gogh sino que parece como si se introdujese en su mente para reflejar la complejidad de un hombre cuyo legado ha quedado para la posteridad y al que este filme muestra con luces y sombras pero con una veneración hacia su arte sin ninguna duda. Un filme, como se ha dicho, no convencional sobre un artista como la copa de un pino pero que tampoco fue políticamente correcto.

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