sábado, 27 de abril de 2019

"Jauría" Dolorosa realidad

A lo largo de los años muchos profesionales de la escena le han hablado a un servidor del papel que tiene el teatro en la sociedad. Hay obras clásicas, contemporáneas, adaptaciones de novelas, de todo, basadas en ideas imaginadas por grandes autores, pero cuando la base de una obra teatral es un hecho real muy reciente en el tiempo y que aún escuece socialmente lo que se ve representado cobra una dimensión tal que inevitablemente sacude el interior de todo ser humano. 

Jauría consigue todo lo expuesto gracias a un proyecto auspiciado por Kamikaze Producciones y que llega a la capital hispalense justo en un día señalado: Se ha representado por primera vez en el Teatro Central de Sevilla el día en el que se cumplía un año de la sentencia por el lacerante caso y juicio de La Manada, donde cinco sevillanos fueron juzgados por agredir sexualmente a una joven durante las Fiestas de San Fermín en Pamplona.

Encuadrado en un nuevo proyecto denominado Teatro Documento la obra está escrita por Jordi Casanovas teniendo como base real, sin una letra de ficción, lo que ocurrió y se dijo en aquel juicio. La sensación que se transmite es la de asistir a la rememoración de unos hechos que provocan dolor ante unos actos repugnantes que hacen a uno plantearse hasta dónde pueden llegar las personas por pura diversión y el concepto de fuerza al ir en grupo para amedrentar a una víctima para satisfacer los bajos instintos.

Miguel del Arco, del que, con éste, un servidor ha visto siete montajes demuestra su capacidad para lograr una conexión absoluta con y entre los actores, aunque con lo que uno le ha visto dirigir, no le extraña, porque lo mismo hace desdoblarse de manera portentosa a Nuria Espert en La violación de Lucrecia que logra excelentes resultados colectivos en Veraneantes, Misántropo, De ratones y hombres, Hamlet o Antígona.

El citado desdoblamiento también se da en Jauría donde una escenografía eficaz de Alessio Meloni (también encargado del vestuario) y la siempre brillante iluminación del maestro Juan Gómez- Cornejo propician el marco perfecto para que el conjunto de actores representen con cambios de ropa y movimientos el horror de lo acontecido.

El trabajo de los actores es sobresaliente pero un servidor admite que le ha dejado en shock la interpretación de María Hervás dando vida a la víctima. Sus sollozos y frases entrecortadas cuando rememora lo que pasó es de tal veracidad que uno se  llega a creer que lo que ve no es una actuación y eso es impresionante para cualquier espectador. Su inmersión en el alma y los sentimientos de una mujer vejada y marcada para siempre sometida a inenarrables humillaciones y aberraciones es total y lo transmite con una estremecedora autenticidad.

Los cinco actores que le acompañan en escena son igual de geniales para asumir la difícil tarea de dar vida a los agresores con un impecable trabajo vocal para lograr hablar con acento sevillano sin que chirríe ninguno en ningún momento. Fran Cantos (al que un servidor descubrió en un personaje que caló en El secreto de Puente Viejo) lleva la voz cantante del grupo que completan Álex García (en el tercer montaje que un servidor le ve protagonizar tras Los hijos de Kennedy y la impactante Incendios), Raúl Prieto (cuyo último recuerdo teatral era encarnando a Calisto en La Celestina, y el que más veces ha trabajado con Del Arco del elenco), Ignacio Mateos y Martiño Rivas.

El citado desdoblamiento de los actores en los miembros del sistema judicial que juzga el caso es en un momento concreto inquietante, ya que, cuando preguntan los cinco a la víctima, se mueven en torno a ella de una manera algo similar al de los agresores cuando se rememoraban los hechos, además de atacar sin contemplaciones a dicho sistema.

La entrega del conjunto de actores y la dirección de Miguel del Arco hace que Jauría trascienda y sacuda conciencias porque no hay que tener miedo a mostrar con toda su crudeza hechos vergonzosos y que desgraciadamente no tienen ni una pizca de ficción. Por ello se trata de un montaje necesario y se agradece mucho que se ponga en escena.

FOTO: VANESSA RÁBADE

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