martes, 14 de mayo de 2019

"En buenas manos": El largo camino hacia la adopción

Un servidor admite que el cine francés desde siempre le ha interesado de una manera muy especial. La forma de abordar todos los géneros es digna de estudio y cuando se trata de temas importantes, cotidianos y de calado social no se andan por las ramas. 

Sin irse muy lejos se acaba de estrenar en las salas españolas Vivir deprisa, amar despacio (Christophe Honoré, 2018) una muy buena película sobre la homosexualidad en la década de los 90 del pasado siglo con el SIDA como mortal sombra cerniéndose sobre los protagonistas. De igual modo Xavier Legrand trató de manera frontal un tema tan espinoso como el maltrato en su ópera primera Custodia compartida (2017), y se puede disfrutar aún de la película que centra esta crítica, En buenas manos, sobre la maternidad, la paternidad y la adopción.

La cineasta Jeanne Herry, actriz y guionista, encara con una asombrosa seguridad, su segundo filme como directora. En él se centra en mostrar de una manera amena los temas referidos en el párrafo de arriba con una gran naturalidad tanto en la planificación como en la interpretación, lo cual provocó que un servidor creyese estar viendo un docudrama de calidad. Porque, además, Herry no carga las tintas sobre ninguna situación ni juzga a ningún personaje sino que se presencia con bastante claridad cómo un bebé llega a ser adoptado finalmente por una mujer que llevaba años queriendo ser madre.

Durante todo el metraje la historia no se convierte en un panfleto por lo bien escrito que está el guión, firmado por la propia directora, ni llega a aburrir en momentos más explicativos como las entrevistas a los candidatos para la adopción o cuando se exponen las opciones de la mujer que acaba de ser madre pero no quiere hacerse cargo de él.

Es curioso porque el filme tiene saltos temporales que, sin embargo, no suponen un rompecabezas para el espectador. Todo está bien contado para conocer los distintos roles de los servicios sociales y las partes implicadas en el proceso. A lo largo del filme se conocen personajes como padres con problemas a los que se les restringe el poder ver a sus hijos, padres de acogida, asistentes sociales o diferentes situaciones personales que suponen un buen crisol social y, sobre todo, nada artificial, a lo que contribuye la excelente fotografía de Sofian El Fani, que tiene en su curriculum profesional la premiadísima La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013).

Esta película no sería lo mismo sin la ejemplar labor de los actores, de una asombrosa naturalidad, tal, que parece que no están interpretando a sus respectivos personajes. Se podría empezar por cualquiera pero un servidor disfrutó mucho viendo a Élodie Bouchez dando vida a la mujer deseosa de ser madre y de la que se nos muestran los cambios en su vida personal a lo largo de los años y que condicionan la adopción. La actriz que llamase poderosamente la atención gracias a títulos de gran calado como Los juncos salvajes (André Téchiné, 1994) o La vida soñada de los ángeles (Erick Zonca, 1998) asombra y deslumbra con su sentimiento y su sonrisa. Su periplo para adoptar a Theo está lleno de personajes que enriquecen la trama como el padre de acogida que interpreta el siempre convincente Gilles Lellouch, muy popular por títulos como Pequeñas mentiras sin importancia (Guillaume Canet, 2010) de la que se estrenará la secuela en unas semanas.

En el reparto se encuentran actores eficientes como Sandrine Kiberlain, quien ya trabajó con Herry  en su ópera prima Elle l'adore (2014) que protagonizó junto a Laurent Laffite, al igual que Olivia Côte, quien da vida a la encargada de entrevistar a los posibles padres candidatos para adoptar y es la que propone al personaje que interpreta Bouchez para ser la madre adoptiva del bebé, acogiéndose a la posibilidad de la adopción monoparental y a su situación laboral. También es un placer ver a una veterana como Miou-Miou de quien un servidor tiene una de sus primeras películas relevantes, Las granjas ardientes (Jean Chapot, 1973) junto a dos estrellas como Alain Delon y Simone Signoret.

En buenas manos es un filme hecho, con, valga la redundancia, buenas intenciones que expone un tema sin enredarse y sin moralina, lo cual ayuda a conocer mejor una situación que se puede prolongar en el tiempo y que puede hacer feliz a las partes implicadas. Si un servidor le tuviese que poner un pero a este filme sería que le sobra alguna trama personal de los profesionales mencionados.

2 comentarios:

  1. Desde luego es una peli que me interesa mucho. Buena reseña Ale.
    Un saludo

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