viernes, 3 de mayo de 2019

"La Culpa": ¿Sí? o ¿No?

David Mamet es desde hace muchos años uno de los autores en activo más influyentes de las últimas décadas. Su labor como escritor y guionista, e incluso director, le ha reportado una merecida fama por el hecho de que incide como pocos en temas actuales como las creencias, la ambición, el poder o el lado  más oscuro del ser humano. En su faceta como dramaturgo ha regalado a los espectadores joyas como Oleanna o Glengarry Glen Ross (precisamente la primera obra que vio un servidor representada del estadounidense en un montaje dirigido por Daniel Veronese con Carlos Hipólito, Ginés García Millán, Gonzalo de Castro, Jorge Bosch y Alberto Iglesias entre otros).

En España se están representando, ya sea a la par o tras su estreno oficial en su país de origen sus últimas obras, siendo precisamente el binomio formado por Bernabé Rico y Juan Carlos Rubio los principales responsables de este hecho ya que han estrenado con su productora, Tal y Cual, Razas en 2010, (en un reparto encabezado por Toni Cantó), Muñeca de porcelana (con un portentoso trabajo de José Sacristán), cuyo estreno nacional fue en el Teatro Lope de Vega de Sevilla en 2016, y ahora en ese mismo escenario se representa hasta hoy La Culpa, en esta ocasión coproducida por Tal y CualPentación, NNCH y JCRC.

Esta obra se sustenta sobre todo en una dirección acertada y unas interpretaciones descomunales para poner en tela de juicio los motivos por los cuales una persona actúa por primera vez de manera contraria a la que ha solido hacerlo. En La Culpa el foco recae en un psiquiatra que trató a un joven que cometió una masacre y que se niega a testificar, siendo muchas partes de la obra como un constante interrogatorio con las respuestas del título, y la duda de la veracidad de lo que se afirma y lo que se niega. La versión del texto que Rico hace de la obra de Mamet es tan contundente que no se resiente en ningún momento. Esta es una obra que habla de temas tan importantes como las creencias religiosas, los códigos deontológicos, la fuerza de la prensa, la sexualidad o las consecuencias a terceros de actitudes y actos.

Juan Carlos Rubio demuestra de nuevo su calidad como director, que un servidor ha podido constatar con obras de su autoría con joyas como Las heridas del viento (que contó con unas maravillosas interpretaciones de Kiti Mánver y Daniel Muriel, posteriormente sustituido por David Tortosa) o Arizona, o de otros autores como las citadas de Mamet, Páncreas, de Patxo Tellería o El príncipe de Maquiavelo (transformado en un monólogo interpretado por Fernando Cayo.). En La Culpa maneja muy bien la tensión para así guardar el impactante final, que puede intuirse pero de manera velada. La dirección de actores se nota que es otro de sus puntos fuertes ya que logra unas magníficas interpretaciones.

Para empezar al psiquiatra protagonista lo interpreta de manera brillante Pepón Nieto ya que es un personaje complejo por su manera de actuar y los argumentos nada claros para justificarse ante los demás al que el actor dota de una enorme credibilidad, con un tramo final que sube de intensidad aunque él no incurra en actitudes exageradas ni sobreactuadas. Como en el cine y en la televisión, demuestra que se mueve en todos los géneros como pez en el agua, sirvan como ejemplo, en lo que a teatro se refiere, a sus interpretaciones en la divertidísima El Eunuco de Terencio, que versionaron Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez y dirigió este último o El Jurado, versión de Doce hombres sin piedad de Reginald Rose firmada por Luis Felipe Blasco Vilches y dirigida por Andrés Lima.

A Nieto lo acompañan en escena la siempre brilante Ana Fernández en un personaje, la esposa del personaje de Nieto, que es el más claro ejemplo de hasta qué punto los actos de alguien cercano pueden afectar profundamente a otra persona y que es la clave en la revelación final. A la inolvidable protagonista de la película Solas (Benito Zambrano, 1999) un servidor le pudo ver en un registro opuesto en la comedia Veinticinco años menos un día (The tea is ready) de Antonio Álamo dirigida por Pepa Gamboa.

Por su parte Miguel Hermoso interpreta a un abogado amigo del personaje de Nieto al que le puede precisamente la amistad que le profesa a la hora de actuar con él. Hermoso muestra una seguridad en escena que no se resquebraja en ningún momento y, a nivel teatral un servidor ha vuelto a disfrutar de su calidad como actor como ya lo hiciese en la emotiva y dura El Padre de Florian Zeller a las órdenes de José Carlos Plaza y Aquiles, el hombre de Roberto Rivera dirigido por José Pascual en el marco del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida en otra coproducción de Tal y Cual.

Antes de hablar del cuarto miembro del elenco de actores un servidor quiere resaltar aquí el ingenio de Juan Carlos Rubio, ya que en el primer tercio extenso de la obra el personaje de Nieto tiene interacciones por separado con los personajes de Fernández y Hermoso en el mismo marco (una estancia con una gran biblioteca obra de Curt Allen Wilmer y que acentúa el ambiente intelectual del personaje de Nieto. La naturaleza de las conversaciones (sin que el tercer personaje esté presente) hace que se haya optado por mantenerlo en escena en movimiento hasta que intervenga, lo cual hace que se produzca una mezcla de realidad e irrealidad que la magia del teatro hace creíble.

Para hilar con los temas expuestos hay que decir que José Pascual, en una producción del Teatro Español, puso en pie otra de las obras recientes de Mamet, La Anarquista, con un tenso duelo interpretativo entre Ana Wagener y Magüi Mira, la cual encarna en La Culpa a un personaje que es la otra cara del de Miguel Hermoso: Tiene su misma profesión pero no le une ningún lazo afectivo con el personaje de Pepón Nieto, por lo que le expone sus argumentos sin cortapisas con tal base que él siente que no puede manipularla sentimentalmente, ni de ningún otro modo. La contundencia de Mira en el escenario es arrolladora y un servidor ya la echaba de menos sobre las tablas (la última ocasión fue en la obra de Mamet antes mencionada) tras llevar años dedicada a la dirección dejando montajes para el recuerdo como los de En el estanque dorado de Ernest Thompson con Héctor Alterio y Lola Herrera, Kathie y el hipopótamo de Mario Vargas Llosa con Ana Belén, Madame Bovary de Gustave Flaubert, con Ana Torrent y Juan Fernández o El discurso del rey de David Seidler, con Adrián Lastra y Roberto Álvarez, entre otros.

El montaje también llama la atención por el vestuario de Pier Paolo Álvaro, con un color muy diferente para cada personaje y con el tono justo para no resultar chillón.

Por todo lo mencionado se puede afirmar que La Culpa supone setenta y cinco minutos de teatro de texto puro con unos actores sublimes y una trama que cuestiona muchas cosas y que a un servidor, sin saber darles la razón, le hizo recordar la masacre de Noruega en 2011 (que entre Oslo y la Isla de Utoya sumó casi ochenta muertos) habiendo ocurrido otras desde entonces y con mayor número de víctimas.   

FOTO: SERGIO PARRA
     

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