martes, 21 de mayo de 2019

"Sombra": Épica bajo la lluvia

Zhang Yimou es uno de los directores orientales más prestigiosos por méritos propios ya que ofrece en su filmografía potentes historias que ubicadas temporalmente en diferentes décadas del siglo pasado, como su ópera prima Sorgo rojo (1987) con la que obtuvo el Oso de Oro en el Festival de Berlín, La joya de Shangai (1995), El camino a casa (1999) o Ni uno menos (1999) ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia.

Al cineasta chino también le han interesado las historias épicas de su país que tuvieron lugar hace bastantes siglos, siendo máximos ejemplos las potentes, visual y narrativamente hablando, Hero (2002), La casa de las dagas voladoras (2004) o La maldición de la flor dorada (2006). A este grupo es al que pertenece su último filme estrenado, Sombra.

Este filme sigue la estela de los tres últimos títulos mencionados narrando una serie de intrigas palaciegas y luchas ambientado en la época denominada Era de los Tres Reinos (siglo III) cuando el gigantesco país actual se encontraba dividido y las luchas de poder eran constantes.

Yimou, aparte de mostrar minuciosamente una época determinada, centra el foco de atención en la palabra que centra el título, con la que se definía a guerreros que se hacían pasar por otros en el campo de batalla, aunque mantenían el nombre de aquel a quien sustituían y ellos pasaban anónimamente a la Historia sin pena ni gloria.

La sabiduría de Yimou se demuestra en que cuenta la razón por la que un comandante utiliza la denominada "sombra" (en el momento que narra el filme para conquistar una ciudad) y lo hace más creíble haciendo que ambos personajes los interprete el mismo actor, Deng Chao. Pero el cineasta no descuida a los personajes dándole mucho protagonismo a dos mujeres: la mujer del comandante que usa a la sombra y la hermana de un despótico rey al que sirve el comandante

Yimou dosifica el tempo haciendo la primera hora interesante pero de un ritmo más pausado para introducir a los personajes y colocar en el contexto histórico y en la situación en la que se enmarca la acción al espectador. Todo ello para subir de intensidad en la segunda mitad de una manera vertiginosa, donde las traiciones inesperadas las conspiraciones y la sangre predominan. 

El guión, escrito por Yimou y Li Wei, no es el único aspecto reseñable de la película. Como se mencionó antes, el aspecto visual tiene un gran protagonismo por su simbolismo y por romper con la tradición colorista que venía llevando en este tipo de filmes, para que el negro, el blanco y el gris sean los tonos predominantes aparte de la lluvia constante, lo cual hace que, valga la redundancia, el tono del filme sea distinto. Eso sí, las escenas de lucha y batallas son de una belleza espectacular. 

Si hay algo que ha llamado la atención de un servidor en ese aspecto ha sido un arma: una especie de paraguas que sirve tanto de potente escudo como de lanzador de dagas y un enfrentamiento sobre un terreno que representa el Yin y el Yang (con un simbolismo muy marcado) frente a un enemigo con un mango rematado por un machete de la época.

Todo lo dicho hace que sea inevitable destacar tanto la fotografía espléndida de Zhao Xiaoding, que trabaja con Yimou desde hace quince años, como el diseño de producción y esas peleas coreografiadas ralentizadas que son marca de la casa. Todo envuelve al filme en un tono de leyenda y el simbolismo se ve en otros aspectos como la presencia de la hermana del rey tras una cortina velada con dibujos costumbristas o la sangre para contrastar la oscuridad tonal del conjunto en el también destaca la música tocada en gran parte en directo por los personajes (que lo hagan ellos realmente ya es otro tema).

Yimou con Sombra vuelve a ese cine bien elaborado tras la escasa repercusión que tuvo La gran muralla (2016) a pesar del reparto, encabezado por Matt Damon y la ambientación. Con este nuevo filme demuestra su pericia para armonizar contexto histórico, estética cuidada, personajes bien definidos y goce visual.      

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