Manuel Menárguez vive un momento dulce en su carrera como actor. En la última edición del Festival de Mérida junto a sus compañeros, dio la campanada con El cerco de Numancia de Miguel de Cervantes un montaje de Verbo Producciones dirigido por Paco Carrilo con un apabullante éxito de crítica y público y que se encuentra de gira por España. A este montaje hay que sumar su participación en otros tres: El sueño de la razón de Buero Vallejo, Equus de Peter Shaffer y Abre el ojo de Rojas Zorrilla.
Menárguez atendió a El Rinconcillo de Reche para hablar de El cerco de Numancia, su personaje, Marandro, y las alegrías que se está llevando en una carrera que va a más con naturalidad y simpatía. Pasen y lean.
Pregunta: ¿Cómo está viviendo todo lo que le está dando El cerco de Numancia desde el estreno en el Festival de Mérida?
Menárguez atendió a El Rinconcillo de Reche para hablar de El cerco de Numancia, su personaje, Marandro, y las alegrías que se está llevando en una carrera que va a más con naturalidad y simpatía. Pasen y lean.
Manuel Menárguez en Mérida |
Manuel Menárguez: Pues está siendo todo muy positivo desde que se gestó el montaje con Paco Carrillo dirigiendo y Florián Recio escribiendo la dramaturgia. Ambos han hecho un trabajo asombroso y Florián acercó el texto al siglo XXI, a los problemas actuales, con un texto que habla de la opresión y de las personas que tienen el poder y de las que no lo tienen. Yo debo agradecer el que me diesen un personaje maravilloso al que le pasa de todo y me permite pasar por muchos estadios emocionales. De momento es el papel de mi vida y rodeado de ocho compañeros maravillosos con los que estuve ensayando dos meses, y, siendo, el único actor que no era extremeño, me acogieron estupendamente y, cuando salimos de gira nos lo pasamos genial. Por otra parte, el público, sale tocado y emocionado porque es una función que te llega al alma.
P.: ¿Cómo llega a El cerco de Numancia?
M.M.: Yo tengo desde hace tiempo amistad con Fernando Ramos porque nos conocimos hace más de diez años una obra de teatro, El último templario de Jerez, en el Festival de Jerez de los Caballeros. Yo le comenté el año pasado a Fernando que me gustaría trabajar en Mérida, algo que nunca había hecho, y en marzo me llamó porque les faltaba un actor para cerrar el reparto de El cerco de Numancia. Fui a hacer la prueba y me confirmaron que estaba en la obra. Recuerdo que cuando hice la prueba, al pasarme el texto, busqué a Marandro, mi personaje, que en la obra de Cervantes es un personaje secundario y me llevé la sorpresa cuando me dijeron que iba a ser uno de los protagonistas, y me temblaron las piernas y el día del estreno en Mérida no he estado más nervioso en mi vida sobre un escenario. El público en el estreno nos hizo una ovación cerrada cuando hicimos la primera intervención del Coro y nos transmitió su energía.
P.: La producción es muy potente, visual, interpretativamente...supongo que esa potencia estaría desde el comienzo de los ensayos ¿no?
M.M.: Yo recuerdo que ya cuando hice la prueba Ana García iba a ser Lira, y me ayudó a hacerla. Pues ya me decían que tenía que estar más arriba teniendo en cuenta que iba a estrenarse en Mérida y se iba a hablar de cosas muy grandes por lo que todo debía estar a flor de piel. Esto ya antes de ensayar. Porque se empieza con mucha energía: el Coro, la escena de los dos legionarios...
P.: En el montaje se enfatiza mucho el hecho de que no se olvide la historia que pasó en Numancia, unos hechos acaecidos hace muchos siglos, ya incluso desde la época de Cervantes...
M.M.: Así es. Los coros ayudaban mucho a transmitir eso, pero además el teatro habla de temas atemporales y universales. El poder y el oprimido existirá siempre, por desgracia.
P.: Se notaba una gran unión entre todos desde el escenario, algo esencial para llevar a buen puerto una obra de estas características...
M.M.: En esta y en cualquiera. Cuando hay feeling en el escenario se nota y la energía positiva llega hasta el público de una manera muy directa, cuando se da todo se nota mucho.
P.: Esta obra tiene muchas escenas dramáticas por los hechos que se narran en ella, pero produce en el espectador un deseo inconsciente de que no acaben mal los personajes...
M.M.: Claro, es que eso ocurre porque empatizamos con ellos. Paso tanto con las obras de teatro como con las películas. Se empatiza porque se vive la obra como si se fuese el personaje propiamente dicho.
P.: ¿Esa sensación también la tienen los actores?
M.M.: Saber todo lo que le ocurre al personaje que vas a interpretar es una ventaja pero, por ejemplo, en este montaje yo tengo que interpretar a Marandro con una primera escena en la que le doy una noticia a mi mujer y me entero de que voy a tener un hijo sabiendo lo que ocurrirá al final de la obra, pero esa primera escena yo la tengo que interpretar con una gran sonrisa y transmitiendo mucho amor hacia mi mujer, aunque sé que los romanos están ya ahí.
Con Ana García en una escena de El cerco de Numancia. Jero Morales |
M.M.: Yo creo que, con respecto a eso se trabaja igual, lo que sí puede ser diferente es la manera de trabajar los distintos géneros. No es lo mismo una comedia del Siglo de Oro que una tragedia griega o una historia como la de Numancia. Pero, centrándonos en los personajes, yo creo que hubiese trabajado igual si hubiese interpretado a Escipión por ejemplo en lugar de a Marandro, porque es un personaje, que aunque no tenga el final trágico de Marandro, no obtiene lo que deseaba
P.: Quisiera incidir en la potencia visual del montaje, con muchos elementos escenográficos simbólicos, como las cintas rojas, por ejemplo...
M.M.: Precisamente, ese elemento no estaba incorporado desde el principio del proceso de preparación del montaje y, a las tres semanas Paco Carrillo sentía que le faltaba algo en las escenas de los numantinos. Eso cambió la forma de movernos y considero que fue un gran acierto por parte de Paco Carrillo, porque le da una simbología a todo: la opresión, que los romanos nos están chupando la sangre literalmente. Es un elemento que ha gustado mucho al público.
P.: La obra no sólo tuvo un reconocimiento del público sino también a nivel crítico al llevarse dos Premios Ceres ¿qué sintieron cuando supieron que se los habían concedido?
M.M.: Llevarnos el Premio del Público y el Premio de la Juventud fue una gran alegría para nosotros, ya que teníamos en mente que con El cerco de Numancia teníamos una responsabilidad porque con este montaje se cerraba el Festival de Mérida y queríamos estar a la altura. Además, humildemente, sabíamos que teníamos un buen producto entre manos. Siempre hay cierto escepticismo porque el público es soberano pero trabajamos mucho para prepararlo y recibir los premios fueron una gran alegría. Además, para José Francisco era la primera obra profesional que hacía, debutando con ese pedazo de personaje.
P.: Hablando de otros aspectos de su carrera, está involucrado en otros montajes teatrales, uno de ellos es El sueño de la razón de Buero Vallejo, centrada en el mundo de Francisco de Goya ¿Qué significa para usted afrontar un texto de este autor?
M.M.: Esta obra trata los últimos días de Goya en España antes de marcharse a Burdeos y yo interpreto a Fernando VII, el antagonista de la historia o el malo de la función. Es una obra que se parece a El cerco de Numancia porque habla también del poder, de la opresión porque, siendo Goya el mejor pintor de su época, le obligan a exiliarse a Francia. Es una obra muy bien adaptada por Paco Maciá, que también la dirige, y el escenógrafo Angel Haro, quien también es pintor, ideó que, por un ciclorama, fueran apareciendo las Pinturas Negras de Goya, que están en movimiento, a medida que el pintor va hablando con los distintos personajes. Con esta obra estuvimos en el Festival Don Quijote de París y nos llevamos el premio.
M.M.: Precisamente, ese elemento no estaba incorporado desde el principio del proceso de preparación del montaje y, a las tres semanas Paco Carrillo sentía que le faltaba algo en las escenas de los numantinos. Eso cambió la forma de movernos y considero que fue un gran acierto por parte de Paco Carrillo, porque le da una simbología a todo: la opresión, que los romanos nos están chupando la sangre literalmente. Es un elemento que ha gustado mucho al público.
P.: La obra no sólo tuvo un reconocimiento del público sino también a nivel crítico al llevarse dos Premios Ceres ¿qué sintieron cuando supieron que se los habían concedido?
M.M.: Llevarnos el Premio del Público y el Premio de la Juventud fue una gran alegría para nosotros, ya que teníamos en mente que con El cerco de Numancia teníamos una responsabilidad porque con este montaje se cerraba el Festival de Mérida y queríamos estar a la altura. Además, humildemente, sabíamos que teníamos un buen producto entre manos. Siempre hay cierto escepticismo porque el público es soberano pero trabajamos mucho para prepararlo y recibir los premios fueron una gran alegría. Además, para José Francisco era la primera obra profesional que hacía, debutando con ese pedazo de personaje.
P.: Hablando de otros aspectos de su carrera, está involucrado en otros montajes teatrales, uno de ellos es El sueño de la razón de Buero Vallejo, centrada en el mundo de Francisco de Goya ¿Qué significa para usted afrontar un texto de este autor?
M.M.: Esta obra trata los últimos días de Goya en España antes de marcharse a Burdeos y yo interpreto a Fernando VII, el antagonista de la historia o el malo de la función. Es una obra que se parece a El cerco de Numancia porque habla también del poder, de la opresión porque, siendo Goya el mejor pintor de su época, le obligan a exiliarse a Francia. Es una obra muy bien adaptada por Paco Maciá, que también la dirige, y el escenógrafo Angel Haro, quien también es pintor, ideó que, por un ciclorama, fueran apareciendo las Pinturas Negras de Goya, que están en movimiento, a medida que el pintor va hablando con los distintos personajes. Con esta obra estuvimos en el Festival Don Quijote de París y nos llevamos el premio.
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