Un servidor siempre ha destacado la importancia de los amigos en la vida. Gente a la que no te unen vínculos de sangre pero con la que se conecta de una manera muchas veces inexplicable son esenciales en momentos alegres y tristes.
Una historia de amistad es lo que en realidad plantea el director y guionistas Thomas Lilti en su nueva película, Mentes brillantes. Lo bueno de esta nueva propuesta es el marco en el que desarrolla, la medicina, y que, por lo tanto, emparenta este filme con otros anteriores suyos como Hipócrates (2014) y Un doctor en la campiña (2016) pero en un terreno diferente: el de los estudiantes que aspiran a estudiar esa disciplina que desempeñan los protagonistas de los filmes citados.
Lo curioso para un servidor ha sido comprobar cómo de una manera amena Lilti cuenta esta historia, criticando de una manera muy sutil el sistema educativo de su país al mostrar el curso que deben hacer y las horas de estudio que se deben emplear para lograr una buena puntuación y así optar a estudiar una carrera con plazas limitadas. Si un servidor buscase algo equivalente sería la lograda película española Los chicos del PREU (Pedro Lazaga 1967) donde despuntaban unos jóvenes María José Goyanes y Emilio Gutiérrez Caba a los que acompañaban veteranos como Gemma Cuervo, Alberto Closas, Mary Carrillo o José Luis López Vázquez. Eso sí, el sistema para acceder a la universidad era distinto.
Una de las bazas con las que cuenta el cineasta es, sin duda, los dos actores elegidos para encarnar a los dos desconocidos que llegan a ser grandes amigos y rivales al mismo tiempo por lo anteriormente mencionado. Además los personajes son contrapuestos y se resaltan así las distintas maneras de encarar una situación de mucho desgaste físico, emocional y mental.
Vincent Lacoste es el encargado de dar vida a un joven que se presenta una vez más a la prueba y al que le cuesta estudiar. Este joven actor (en julio cumple veintiséis años) ya trabajó con Lilti en la citada Hipócrates pero un servidor ha comprobado la verdad y versatilidad que tiene en dos ocasiones. Primero en la rom com Los casos de Victoria (Justine Triet, 2016) y en la espléndida Vivir deprisa, amar despacio (Christophe Honoré, 2018) por la que obtuvo el Premio al Mejor Actor en el Festival de Sevilla ex aequo con Pierre Deladonchamps, su compañero en el filme, por encarnar a dos homosexuales en la Francia de los años 90 del siglo pasado y que se estrenará en las salas españolas el próximo 10 de mayo, si no hay cambios, claro. Estas interpretaciones son ejemplos del gran potencial de Lacoste y que en Mentes brillantes vuelve a desplegar.
El trabajo de Lacoste se ve perfectamente complementado por el de William Lebghil, visto en la lograda comedia C'est la vie (Olivier Nakache, Éric Toledano, 2017) y que ya trabajó previamente con Lacoste en el filme Jacky au royaume des filles (Riad Sattouf, 2014). En el filme de Lilti encarna a un estudiante primerizo en este prueba selectiva que tiene la presión de tener a un padre médico pero con facilidad para los estudios.
Por lo expuesto, Lilti plantea una relación amistosa que se inicia de una manera rápida y que comienza con sentarse uno al lado del otro, presentarse y estrecharse las manos, forjándose gracias a esa conexión mencionada antes. La evolución de esa amistad es el centro de un filme que muestra la competitividad y la dedicación al estudio. Lo bueno del filme es que las situaciones son tan cotidianas que el vocabulario sobre las asignaturas que deben estudiarse. abundando, no lastra la película, porque lo interesante es la evolución de la amistad de los protagonistas a lo largo del tiempo que dura el curso y los baches por la que ésta va pasando.
La presión externa y de uno mismo, los nervios ante las notas que están siendo puestas en los tablones, las habitaciones repletas de apuntes y libros, los métodos empleados para entender y memorizar mejor algo e incluso los estragos físicos de tanto esfuerzo. Todo esto se ve en Mentes brillantes con una narración ágil, dos actores que congenian totalmente y muy naturales, y una evolución de los personajes que se ejemplifica a la perfección en la última escena de la película con un gesto de amistad pura, como debe ser, a cambio de nada.
La presión externa y de uno mismo, los nervios ante las notas que están siendo puestas en los tablones, las habitaciones repletas de apuntes y libros, los métodos empleados para entender y memorizar mejor algo e incluso los estragos físicos de tanto esfuerzo. Todo esto se ve en Mentes brillantes con una narración ágil, dos actores que congenian totalmente y muy naturales, y una evolución de los personajes que se ejemplifica a la perfección en la última escena de la película con un gesto de amistad pura, como debe ser, a cambio de nada.
Le tengo ganas a este film, vi Hipócrates y me gustó bastante.
ResponderEliminarUn saludo