Vistos los acontecimientos que acaecen en la nueva película de Santiago Mitre, el uso por mi parte del título, en español y en singular de la famosa novela de Emily Brontë no es algo baladí, dejando claro que en este caso los amores apasionados brillan por su ausencia, si exceptuamos una escena de puro deseo carnal.
La Cordillera es una película gris sobre, literalmente, el fondo blanco del paisaje donde transcurre una cumbre iberoamericana, una metáfora de la negrura que se insinúa tanto en los asuntos de política internacional como en los privados del presidente argentino encarnado de manera ejemplar por Ricardo Darín. El protagonista de El hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001), La Fuga (Eduardo Mignogna, 2001), El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009) o Truman (Cesc Gay, 2015) y tantos célebres títulos en una ejemplar trayectoria compone un personaje gris del que se mantienen sospechas sobre ciertos acontecimientos pero nunca se confirman.
Por lo dicho, el guión firmado por el propio Mitre y Mariano Llinás, como ya hicieron en Paulina (2015) juega a un suspense con ecos claros de Alfred Hitchcock, sobre todo de Recuerda (1945) y Martin Scorsese, con Shutter Island (2010) como título que se viene a la cabeza en un momento concreto del filme. Mitre juega también con las contraposiciones al apellidar Blanco al personaje que interpreta Darín, cuando es más bien turbio, repito, por lo que se intuye más que lo que se muestra explícitamente. Es por ello que La Cordillera tiene, en mi opinión unos mimbres de suspense menos sólidos de lo esperado, con más preguntas sin responder que respuestas, dejando al espectador que saque sus conclusiones.
Por otro lado los entresijos de la Cumbre de Jefes de Estado se evidencian en conversaciones privadas, de ahí que el equipo asesor del "Presidente Darín" brille a la hora de mostrar cómo desempeñan su trabajo tanto a la hora de organizar agendas como de enmendar problemas privados que puedan afectar a su jefe. De entre todos los componentes, brilla la actriz Erica Rivas como eficiente mujer de confianza dentro del equipo.
Pasando a la trama personal Dolores Fonzi compone un complejo personaje que es la clave del suspense en la parte privada del personaje de Darín. Sus afirmaciones, tras un trágico suceso, son puestas en duda, pero dichas con tal convicción que ya no miras a Darín con los mismos ojos del principio. Mitre acierta en un aspecto para mí reseñable en asignar los papeles de dos presidentes a actores del país correspondiente: el de Méjico es interpretado por un espléndido Daniel Giménez Cacho, de gran recuerdo para un servidor en Profundo carmesí (Arturo Ripstein, 1995) o en destacadas intervenciones en el cine español, como Celos (Vicente Aranda, 1999) o La mala educación (Pedro Almodóvar, 2004). La conversación privada entre él y Darín es de las mejores escenas de la película. Por su parte la actriz chilena Paulina García interpreta a la presidenta del país anfitrión de la cumbre.
Y también es muy buena la intervención de Christian Slater como representante del gobierno estadounidense. Sólo tiene una escena pero está tan natural y convincente que es una alegría para los cinéfilos ver que el Adso de Melk de El nombre de la rosa (Jean-Jacques Annaud, 1986) con otras destacadas películas en su carrera como Amor a quemarropa (Tony Scott, 1993) o Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994) sigue en plena forma. Sin embargo Elena Anaya en su papel de periodista está tan seria que no tiene la soltura y naturalidad a los que nos tiene acostumbrados.
La Cordillera muestra la trastienda de las altas esferas de poder y el intento de tapar oscuros episodios del pasado pero al final se tiene la sensación de que te han dejado a medias, por un guión ambiguo y no del todo esclarecedor.
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